Los tres últimos presidentes de México coinciden respecto a la forma negativa que tenemos los mexicanos de ver a México. Durante gobierno de Fox se lanzó “las buenas noticias también son noticia”, durante el gobierno de FCH por su parte se invitó a “hablar bien de México” y ahora tenemos la campaña “lo bueno casi no se cuenta, pero cuenta mucho”. Al margen del desempeño y características de estos gobiernos, estos tres personajes de la vida política nacional han coincidido en que sólo vemos de alguna forma lo “malo” de México. Esta es una gran coincidencia entre quienes coinciden poco o más bien, rara vez, son además de partidos políticos diferentes o del mismo partido y han tenido desencuentros personales públicos. Como he señalado en México Piensa+, los mexicanos tenemos una forma muy arraigada —probablemente idiosincrática— de hablar mal de México en forma automática. Una suerte de deporte nacional en el que México en nuestras conversaciones siempre acaba muy mal parado. Esta forma de ver a México es fácil de distinguir cuando vemos a México desde los datos duros. Consistentemente, cuando analizamos a México desde el dato duro, nuestro país aparece mejor posicionado de lo que está en nuestras conversaciones. Cuando lo datos son resultado de una medición —y no son resultado de promedios ponderados de encuestas de percepción— México aparece siempre mejor posicionado de lo que está en lo que decimos los mexicanos de nuestro país. Sin importar la naturaleza del tipo de evento que tenemos enfrente, inmediatamente encontramos la manera de verle el lado negativo. Si el evento es “positivo” le vemos lo “negativo” y magnificamos los riesgos. Y si el evento es “negativo”, pues lo vemos más “negativo” todavía de lo que es. De alguna forma, somos muy generosos al hablar en forma negativa de México y muy parcos al destacar logros y avances de nuestro país.  Para los mexicanos, México es un país que tiene el patrimonio universal de ciertos males, se inventaron aquí o aquí son peores de lo que los demás piensan porque uno —como mexicano— sabe lo que otros no. De esta forma, no se trata de “hablar bien” o “hablar mal” de México, sino de ver a México desde un lugar diferente. Esta forma de ver a México en forma negativa es automática e inconsciente para nosotros y quizá sea una especie de “estamos mal y vamos para peor”. Desde allí realmente hay pocas oportunidades de percibir algún avance o logro, y sobretodo resulta difícil plantear un enfoque poderoso frente a las circunstancias y los problemas que enfrentamos. Esta forma de ver a México no es privativa de unos cuantos, sino que se ha extendido y generalizado por toda la sociedad mexicana. Hoy por hoy, es políticamente incorrecto hablar acerca de México sin tener un talante y tono negativos. Y, curiosamente, ni los medios ni los analistas están exentos de esto. Lo que se escribía antes y lo que se escribe hoy está impregnado de esta visión. Los riesgos se tratan como realidades, las amenazas como hechos, las debilidades como pruebas fehacientes de lo mal que estamos. Nadie se atreve a cuestionar o retar esta forma de ver a México so pena de ser tachado de desconocedor, ignorante, poco crítico o vendido. Así, todo lo que se produce de noticias y análisis tiene un sesgo de origen que impide ver lo que realmente es importante, los aprendizajes o lo que está faltando y le da demasiado peso a temas secundarios. De alguna manera creamos una historia que puede tener poco que ver con los hechos y luego la confundimos con la realidad. Los seres humanos tenemos una tendencia natural bien documentada a pensar por medio de historias, así funciona nuestro cerebro. Con un inicio, una parte media y un final, nos gustan las narrativas que nos ayudan a explicar causas y efectos, así como a dar un sentido de seguridad a nuestras explicaciones. Lo que estamos perdiendo de vista es que la historia que nos contamos no es la realidad. Es decir, la historia es una interpretación de los hechos, pero no es la realidad. Y si bien es naturaleza humana pensar en historias, resulta que no es naturaleza humana tener siempre historias negativas. Esa es una elección. Ejemplos hay miles, pero veamos uno que estamos viviendo actualmente. Sin ir a mayores discusiones sabemos que hay dos variables que están explicando la significativa y más allá de la esperada depreciación del peso en fechas recientes: 1) la normalización de la política monetaria de los EU 2) la percepción que un gobierno de Trump podría de alguna manera perjudicar nuestra relación comercial con EU. Ambas circunstancias son de carácter exógeno o externo a nosotros, pero estamos construyendo una historia diferente, una en la que otros aspectos como el crecimiento de la deuda con relación al PIB, el déficit en la cuenta corriente y el precio del petróleo son las debilidades que explican esto. Y automáticamente pensamos que estamos mal y que hay culpables a los que hay que perseguir. Si bien el crecimiento de la deuda con respecto al PIB no ha ayudado al crecimiento económico y sí ha aumentado relativamente nuestra exposición macroeconómica, queda claro que lo que explica la depreciación cambiaria tiene su origen en factores externos. Sin embargo, lo que uno escucha tiene que ver con que alguien está mal y equivocado y allí no hay propuesta de nada. Hace falta que los analistas, la comentocracia profesional y otros actores vean la importancia de distinguir lo que sí y lo que no. En lugar de encontrar causas basadas en el arquetipo de la historia lineal, la oportunidad está en ver qué oportunidades es posible crear a partir de lo que estamos viviendo; ver qué está faltando si somos objetivos al ver las cosas.  Por ejemplo ¿valdría la pena cuestionarnos si necesitamos un motor de crecimiento adicional al del impulso de la economía de los EU, identificar cuál es ése y sobre todo, cómo ponerlo a trabajar lo antes posible? Esto es algo que no estamos haciendo ni como opinión pública, ni como opinión publicada y ya es hora de hacerlo, señores. Sin duda es momento de distinguir, ver cómo aprendemos de estas circunstancias que enfrentamos y ver cómo es posible hacer una diferencia. Dejar de creer en la falsa comodidad, refugio y seguridad de la narrativa de nuestras historias de que “estamos mal y vamos para peor” y dejar de hacernos equivocados. Lo que necesitamos es ver qué falta para ponerlo. Esto requiere una visión con los pies en la tierra respecto a México, dejar las historias apocalípticas y cerrar filas en momentos que enfrentamos vientos en contra. México es más grande que su problemas y más poderoso que sus circunstancias. Falta atreverse.   Contacto: Correo: thecatalist@thecatalist,org Twitter: @MxPiensaMas Facebook: Jorge Flores Kelly Páginas web: México Piensa+ / elcatalista Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura

 

Siguientes artículos

Tesla
Tesla rompe récord de entregas en el tercer trimestre
Por

La compañía dirigida por Elon Musk entregó 70% más unidades del Model S y Model X que en el segundo trimestre, aunque aú...