Con un modelo de crecimiento de la economía orientado a las exportaciones, pero que ve como su principal ventaja comparativa la mano de obra barata y no la productividad, la apuesta por la apertura ha producido una industrialización superficial y enfocada en unos pocos sectores.
El crecimiento económico es un tema constante en la discusión económica en el país, y las razones son obvias en un país que ha experimentado tan bajo crecimiento durante décadas, y con altos niveles de pobreza y desigualdad lo hacen un tema crucial para el bienestar de la nación.
Durante el reciente informe de gobierno, este tema no podía pasar inadvertido, y el pasado 2 de septiembre se dijo que la economía mexicana era dinámica, que su mercado interno impulsaba su crecimiento y las condiciones del mercado laboral mejoraban. Algunos de estos temas fueron sujetos a verificación ese mismo día por el
Sabueso en vivo, iniciativa de Animal Político y México Evalúa. Sin embargo, el contexto sirve para examinar el asunto del dinamismo de la economía a una mayor profundidad.
Para este fin vale la pena examinar lo que los economistas llamamos la Productividad Total de los Factores (PTF), que mide el residual del incremento del producto que no se explica por los incrementos en los factores de la producción empleados, o lo que también se llama progreso técnico.
Con el fin de realizar la contabilidad del crecimiento y generar una medición comparable a nivel OECD, desde hace algunos años el INEGI inició un proyecto de medición llamado KLEMS, por las siglas que identifican los factores que miden: capital, trabajo, energía, materiales y servicios. (Una buena explicación del proyecto de medición puede encontrarse en este texto de
Enrique Castro.)
Empleando los resultados de la PTF con el modelo KLEMS podemos observar, desde el lado de la oferta, qué tan dinámica o no es la economía mexicana, es decir, cómo el total de los factores contribuye al crecimiento. Los resultados son los siguientes:
En el periodo de 1991 a 2013, la PTF de toda la economía exhibió crecimientos muy modestos, y en la mitad de los años de ese periodo negativo, al mismo tiempo la contribución de los factores al crecimiento también fue modesto, explicando, así, una de las razones por las que la economía mexicana tiene tanto tiempo con un crecimiento muy por debajo de lo necesario.
Analizar el dinamismo de la economía usando este modelo tiene la gran ventaja de desmitificar el rol de la productividad en el crecimiento, rol que en el discurso público se centra en la productividad del factor trabajo (en un mercado laboral sumamente adverso) y lo coloca mejor en la totalidad de los factores, en especial el factor capital, que es responsable también de la baja productividad del país.
Adicionalmente, cuando descomponemos la PTF en los distintos sectores de la economía encontramos que algunos de los sectores que tradicionalmente aportan más al crecimiento, como el de la construcción por su uso intensivo de trabajo y capital, han sido algunos de los que peor PTF tienen.
Partiendo de este ejercicio de contabilidad del crecimiento, ¿qué conclusiones podemos obtener sobre el dinamismo de la economía mexicana?
Desde el punto de vista de la oferta, la economía mexicana no aprovecha de forma adecuada sus recursos, su valor de la producción no es elevado, aprovecha de forma ineficiente sus factores de producción. Todo esto contribuye a explicar una parte importante del estancamiento económico que ha sufrido el país durante las últimas décadas.
Un dato que resulta sumamente revelador es el hecho que si tomamos la contribución del factor trabajo al crecimiento económico, encontramos que la que más contribuye son las personas de educación media, lo cual sugiere que la mayor cantidad de empleos son ocupados por una fuerza laboral de estas características y seguramente en empleos de baja calidad.
Si observamos la contribución del capital desagregado entre el capital en tecnologías de la información (TIC) y el capital en sus formas convencionales (no TIC) encontramos que el aporte al crecimiento del capital también es reducido, y sobre todo en las TIC resulta ser muy pequeño, lo cual es un indicador de que el país aún no participa del todo en la economía de la era digital, aún se encuentra alejado de la frontera tecnológica y no está aprovechando en su totalidad las ganancias de productividad que estos avances traen consigo. La contribución al crecimiento es mayor en las formas más convencionales de capital; por ejemplo: maquinaria, inversión residencial, equipo de transporte, etc.
Por lo tanto, de estos resultados de contabilidad del crecimiento podemos inferir que la economía mexicana no crece porque además de contar con un mercado interno débil, con poca demanda, tenemos condiciones de oferta precarias. La economía aún no se ha integrado plenamente a la dinámica de la economía internacional, a pesar de que el comercio exterior ha sido la gran apuesta por el crecimiento.
Con un modelo de crecimiento económico orientado a las exportaciones, pero que ve como su principal ventaja comparativa la mano de obra barata y no la productividad, la apuesta por la apertura, por lo tanto, ha producido una industrialización superficial y enfocada en unos pocos sectores. La economía en su conjunto carece de dinamismo.
Todo eso representa un fuerte indicador de la necesidad que tiene el país de hacer un cambio drástico en su modelo de crecimiento, para enfocarse en una política industrial activa que genere y explote ventajas comparativas dinámicas y que se concentre en todos los factores de producción, particularmente en la distribución de capital. De no hacerlo es predecible que el futuro se seguirá viendo de forma muy parecida al pasado reciente.
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