¿Pueden las cenizas de un difunto convertirse en un diamante para preservar para siempre el recuerdo de un ser querido? La firma suiza Algordanza dice que sí y está en México, donde, en alianza con la empresa funeraria J. García López, busca atraer con este concepto a clientes de altos ingresos.   Rinaldo Willy estudiaba economía en Suiza cuando le diagnosticaron cáncer. Esta noticia lo obligó a pensar en sus planes de vida; incluso, en sus opciones de entierro. En esos momentos de miedo y dudas sobre su futuro, uno de sus profesores le compartió un artículo sobre científicos rusos que usaban ceniza para crear diamantes en la industria de semiconductores. Willy se sorprendió tanto con el proyecto que malinterpretó la investigación y pensó que los rusos usaban cenizas humanas para la formación de las piedras preciosas. A pesar del malentendido, Rinaldo continuó con el interés en aquella idea y contactó a los investigadores rusos que desarrollaban las gemas sintéticas en Suiza. Así nació Algordanza, la empresa que hace diamantes de cenizas humanas. Hoy, Rinaldo es el CEO de la empresa de alcance internacional que se encarga de procesar el carbono hasta convertirlo en diamante. La empresa europea busca llegar al mercado mexicano gracias a una alianza con la funeraria J. García López. Juntos buscan posicionar este servicio como una  opción para que los clientes rindan homenaje a sus seres queridos. Descubre el proceso y la apuesta por el mercado mexicano a continuación.   El valor de una gema En términos generales,  el proceso comienza con el envío de las cenizas a Suiza. Al recibirlas, el equipo de Algordanza remueve, a través de un proceso químico, todas las partículas que no sean de carbono. Luego calienta el carbono concentrado hasta formar grafito con una pureza superior a 90%. Los desarrolladores replican las condiciones naturales en que se forma el diamante: más de 1,500 grados centígrados y alta presión (entre 12 y 16 kilómetros bajo tierra, superior a la que se genera en las fosas marítimas más profundas). Para crear el diamante se necesitan alrededor de 600 y 800 gramos de cenizas. El tiempo de transformación y entrega dura entre seis y 12 meses. ¿Quieres transformar a un ser querido en gema? El precio del diamante en bruto inicia en 1,265 euros (21,758 pesos, aproximadamente) por 0.2 quilates y puede alcanzar los 16,940 euros por 2.25 quilates. Si el cliente opta por la gema cortada, el precio inicial es de 1,265 euros por 0.25 quilates a 16,863 euros (290,000 pesos) por 2 quilates. Los colores van de blanco a negro. Algunos diamantes adquieren una tonalidad azul, que Willy asocia a la presencia de boro en los restos humanos. Desde 2005, Rinaldo trabajó con tecnología rusa. Luego él y su equipo desarrollaron su propia maquinaria con componentes alemanes. En total, Algordanza ha invertido 6 millones de dólares hasta 2015. El mercado donde Algordanza reporta más pedidos es Alemania, que representa 40% de su operación. También Japón es un mercado importante, pues 99% de los nipones incinera a sus muertos. Pero el mayor negocio de la empresa habita en los mercados católicos, donde México representa una oportunidad significativa para la empresa de Willy. Ocho de cada 10 mexicanos se consideran católicos, según la encuesta  Nacional de Cultura y  Práctica Religiosa 2014, elaborada por el Instituto Mexicano de Doctrina  Social Cristiana (Imdosoc). La población católica representa 92.9 millones de personas en México, según datos actualizados hasta 2010 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Además, Algordanza no está sola en esta apuesta por el mercado mexicano: J. García López es el aliado que posicionará el servicio de diamantes en México.   Homenaje a la vida La estrategia de la empresa funeraria J. García López para impulsar el servicio de los diamantes se apoya en su participación en el sector funerario de México. J. García Lopez cuenta con ocho sucursales y atiende 7,000 servicios funerarios al año, de los cuales 6,000 son cremaciones. Concentra 30% de participación de los servicios privados de funerales y 50% en el segmento de cremaciones privadas, explica en entrevista Óscar Padilla, su director general. Pese al panorama de oportunidad, la alianza enfrenta obstáculos: el principal, la carga impositiva. J. García López ha entablado diálogo con las autoridades aduanales mexicanas para explicarles que no se extraen piedras, sino que las cenizas son transformadas en piedras. Esto no detiene a J. García López, pues vende diamantes a 1% (60 por año) de los clientes que usan sus servicios de cremación. Su meta es crecer la venta a 10% en un periodo de dos a cuatro años, es decir, 600 diamantes anuales. Pero no todo es negocio para Padilla, quien asegura que su empresa busca mantener una atmósfera de respeto entre el negocio y los clientes. Por eso  quiere convertir sus servicios  en homenajes hacia los difuntos. “Vemos los servicios funerarios como homenajes. Nosotros decimos que la vida merece un homenaje, y ¿qué mejor manera de celebrarla que con esa permanencia de un diamante?”

 

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