Las mujeres controlan cerca del 65% de las decisiones de compra totales en bienes y servicios a nivel global. Usted y yo debemos hacer un mayor esfuerzo si queremos ver algún día a nuestras hijas ocupar un espacio justo y equilibrado.     Davos amaneció con un cielo despejado, muy temprano comenzaron autos y peatones a intercalarse entre sus calles. Somos una tribu multicultural en busca de nuestras sesiones en un laberinto de accesos, recovecos y salutaciones. Con la expectativa de mi primera vez en esta ciudad, me parecía encontrar una fortaleza de seguridad incómoda para sus habitantes, pero evidentemente Suiza es una civilizada comunidad que resguarda la seguridad de unos, sin menoscabar los derechos colectivos. Empresarios extranjeros, esquiadores, políticos influyentes, guardias de seguridad, académicos, habitantes desplazándose a sus actividades cotidianas, periodistas, organizadores; todos, confluimos armoniosamente esta mañana. En el Centro de Congresos, tras las revisiones pertinentes, llegué a la cita para participar en la sesión sobre impacto económico de la igualdad de género moderada por  Michael Andrew, Presidente de KPMG International. El tema central fue el impacto que tiene la igualdad de género en las empresas y en sus estrategias de negocios. Participé en el panel con la joven Ministra para la Igualdad de Género de la República de Corea, Cho Yoon-Sun; Rick Goings, Presidente de Tupperware Brands Corporation, y Jory Marino, Director Ejecutivo de la firma Heidrick & Struggles International. La conversación dejó evidencia de los logros alcanzados. Instituciones como el propio Foro Económico Mundial, el Banco Mundial, Goldman Sachs, y firmas como McKinsey, han contribuido a la investigación que demuestra que invertir en la mujer es un buen negocio y que, además, impulsa el crecimiento económico regional. Un informe reciente del FMI señaló que si aumentamos la participación laboral de las mujeres, podemos aumentar el PIB de una economía entre 5 y 34%, especialmente en las economías emergentes. Según el reciente informe del Banco Mundial “El efecto del poder económico de las mujeres en América Latina y el Caribe”, en la última década que va del año 2000 al 2010, las mujeres han desempeñado un papel fundamental en la disminución de la pobreza, observando un aumento en las tasas de participación de las mujeres en el mercado laboral en un 15%, y una reducción del 30% en los índices de extrema pobreza. Respecto del gran impacto económico que la mujer causa al interior de las empresas, se explica por el hecho de que las mujeres controlan cerca del 65% de las decisiones de compra totales en bienes y servicios a nivel global, y esto no es exclusivamente en las categorías tradicionalmente femeninas. Esto hace que las mujeres cumplan una función extraordinaria al interior de las empresas, pues conocen lo que el consumidor mayoritario desea comprar, así que hoy están involucradas en el diseño, fabricación y comercialización de una amplia gama de bienes y servicios, lo que sin duda agrega valor comercial y genera mayores ganancias. Sin embargo, en Latinoamérica, a pesar de las grandes contribuciones de las mujeres en las economías nacionales y en las mismas empresas, aún persisten muchos obstáculos que las enfrentan a retos importantes, como la falta de apoyo efectivo en su desarrollo, falta de oportunidades de capacitación y educación, falta de acceso al crédito y a la tecnología, así como de acceso a programas de liderazgo; amén de seguir enfrentando creencias culturales que dificultan su desarrollo, bajos niveles de confianza  y otros problemas relacionados con la percepción de su comunidad y un rechazo tajante a su desempeño; por ejemplo: su propia familia que cuestiona su posibilidad de equilibrar sus roles como madre, esposa, y empresaria o empleada. En fin, sigue siendo un asunto que debe tratarse en políticas públicas, porque si las economías han crecido por el impulso de las mujeres con pocos incentivos, imaginemos lo que sucedería con mujeres debidamente apoyadas. México y América Latina están avanzando a pesar de todo, y existen otras regiones que ya nos están pidiendo ayuda. Para mi sorpresa, la joven y brillante Ministra para la Igualdad de Género de la República de Corea, Cho Yoon-Sun, al estar ingresando al proyecto de reducción de la equidad de género como Presidente del Grupo de Trabajo, siendo mi par me solicitó que le compartiera mi experiencia sobre metodología, metas, obstáculos, etc., lo que desde luego haré con gusto y seguramente me enriqueceré de otra forma al atender esta encomienda. Corea ocupa el lugar número 111 de las 136 naciones evaluadas en el Reporte del Foro Económico Mundial sobre Brecha de Género 2013, y su presencia en el Foro es una clara manifestación de su decidido objetivo de reducir la inequidad, lo cual celebro. México ha reducido su inequidad de género en los últimos años, ocupamos ya el lugar 68, que tampoco me parece digno de presumir, si no es meramente para mostrar avances; así que usted y yo debemos hacer un mayor esfuerzo si queremos ver algún día a nuestras hijas ocupar un espacio justo y equilibrado. Adelante con las mujeres al poder.

 

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