De tantas reformas aprobadas en los últimos años, la de justicia penal es la más importante. Si logramos que funcione seremos capaces erradicar la impunidad y recuperar la confianza que tanto nos falta en las instituciones del país.   Por Patricia de Obeso El 18 de junio de 2016 vence el plazo de implementación de la reforma de justicia penal de 2008. Una reforma pionera en América Latina, que implica, entre otras cosas, dejar atrás las montañas de papel y sustituir la burocracia por juicios orales, contar con justicia restaurativa y evitar la cárcel para delitos menores. Sin embargo, la ineficiencia amenaza con entorpecer este valioso salto en nuestro sistema de justicia.   Así pintan los números El periódico Reforma reportó el domingo 30 de agosto de 2015 que de los 351,567 policías en el país (datos de la Secretaría Técnica del Consejo de Coordinación para la Implementación del Sistema de Justicia Penal) falta capacitar en el nuevo sistema de justicia a 333,865, es decir a 95%. Por otro lado, el gobierno invierte cada vez más en las fuerzas policiales. Datos del Fondo de Aportaciones para la Seguridad Pública muestran que tan sólo en 2014 se invirtieron 6 millones 382,158 pesos por cada 100,000 habitantes en lo que respecta a los uniformados. ¿Dónde quedaron? El primer eslabón en la cadena de investigación es el policía: es el primero en llegar a la escena del crimen, en estar cerca de la evidencia y en declarar. Si algo falla, el caso se cae. En México, el mayor reto no es la falta de recursos, que en todos los temas relacionados con la seguridad están sobrados. El reto, como en muchas otras cosas, es la eficiencia en el gasto. Si más chalecos, patrullas y armas representaran un mejor escenario, estaríamos hablando de otra cosa. Sin embargo, la impunidad y la injusticia son la mayor traba, que no se resuelve con esto. La impunidad se presenta en su máxima expresión en el delito que más nos duele: los homicidios. En estados como Guerrero, Chihuahua y Morelos, esta tasa ronda el 90%. En pocas palabras, sólo 1 de cada 10 homicidios se castiga. Si bien, la reforma de justicia penal representa una manera novedosa y eficaz de hacer justicia, para lograr que funcione se necesita de ingeniería fina… capacitar al policía, al juez, al perito, al testigo, a la víctima, al agresor y a la ciudadanía en general. En México estamos necesitados de soluciones creativas; el dinero no es la limitante. Se requiere capacitar a los policías, ¿pero cómo hacer que se les graben tantos detalles? También se necesita que los ciudadanos conozcamos nuestros derechos y obligaciones durante el proceso, pero ¿cómo le hacemos para que no tengan que leer cien hojas de contenido de la reforma? El reto es el correcto. De tantas reformas aprobadas en los últimos años, sin duda, la penal es la más importante. Si logramos que funcione seremos capaces de poco a poco erradicar la impunidad y de recuperar la confianza que tanto nos falta en las instituciones del país.
Patricia de Obeso es representante del Instituto para la Economía y la Paz en México. Durante el último año ha recorrido el país presentando datos duros sobre la paz en México.   Contacto: Twitter: @patydeobeso / @IndicedePaz Facebook: Global Peace Index Página web: Vision of Humanity   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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