El banco central debería actuar ya y subir tasas, y el gobierno a recortar más el gasto y bajar los impuestos, pues sin ahorro, el país no podrá avanzar, y el hondo precipicio que sigue cavando la Fed cada día se acerca más.   Ayer, Banco de México publicó la minuta de la reunión de su Junta de Gobierno, con motivo de la decisión de política monetaria que anunció el 26 de marzo de 2015. En ésta reveló que la mayoría de los miembros que la integran considera que la economía del país está teniendo un desempeño “un tanto débil”, y que el balance de riesgos para el crecimiento futuro se ha incrementado. Nada nuevo. Antes, durante una comparecencia ante integrantes de la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados, celebrada el miércoles, el gobernador de Banxico, Agustín Carstens, calificó como un “hecho histórico” que la depreciación del peso frente al dólar no se haya reflejado en un incremento de precios en la economía. Dijo que esto era gracias a combinar el cumplimiento del mandato del banco central de mantener la inflación bajo control, y al tipo de cambio flexible. Como sabe, desde la segunda mitad de 2014 y los dos primeros meses de este año, el peso tendió a devaluarse, y llegamos a máximos históricos cercanos a 16 pesos por dólar. Pese a que Banxico le echa la culpa a la caída inesperada de los precios del petróleo y a las expectativas de alza de tasas de interés en Estados Unidos, en este espacio ya advertíamos que la fortaleza del peso sólo era aparente y poco duradera. Lo que dio fuerza al “superpeso” fue la oleada masiva de capitales “golondrinos” que vino desde el norte a causa de la impresión de dinero orquestada por la Reserva Federal (Fed), para “estimular” la economía. Es cierto que desde marzo la presión sobre el tipo de cambio ha bajado, gracias a que ahora se espera que la Reserva Federal estadounidense posponga la tan esperada alza de tasas más allá de junio. Como recordará, en este espacio hemos sostenido desde el año pasado que dicha alza no ocurrirá, pues, aunque posible, es poco probable que la Fed se arriesgue a reventar la innegable burbuja que se ha inflado, por ejemplo, en los bonos del Tesoro y los mercados bursátiles, y a iniciar una nueva recesión en un instante. En vez de eso, preferirá esperar bajo el pretexto de confirmar que la actividad económica de ese país, y el empleo, se están recuperando. En realidad, llegará hasta donde la fuerza misma del mercado haga reventar las burbujas y genere una crisis de divisas protagonizada por el dólar. Debido a lo anterior, aquí anticipamos que habría un “descanso” en el alza del billete, que ya se está presentando. El problema es que, si estamos en lo correcto y la Fed no sube las tasas, ese respiro para el peso volverá a hacer que la gente y nuestras autoridades políticas y monetarias se confíen por la aparente estabilidad y apreciación del peso que se verá. Esto es serio porque esa fortaleza, de nuevo, será un espejismo. Llegada la crisis del dólar, cualquier medida correctiva que tratara de implementar Banxico no servirá para nada. Será tarde. Por eso hay que tener cuidado. Si bien los precios al consumidor no se han disparado, lo cierto es que no han dejado de subir, aunque de manera más lenta. A propósito, el gobierno y el banco central no deberían jactarse de ello como si fuera un logro personal. Si quieren hacerlo, entonces que expliquen la causalidad directa y que no hagan simples generalizaciones. No podrán. En este sentido, para evitar que en los próximos meses este panorama inflacionario, cambiario, financiero y económico se deteriore de forma aún más precipitada, Banxico debería subir ya su objetivo de tasa de interés de referencia, paulatinamente, en cada una de las próximas reuniones de su Junta de Gobierno de este año. Según la minuta, uno de sus miembros tuvo una opinión más o menos discordante respecto al resto a lo largo de la reunión, y se pronunció en el mismo sentido en que lo hemos hecho en este espacio desde hace meses. Eso ya es algo. Dicho integrante dijo que se debería “enviar al mercado la señal de que próximamente será necesario restringir la postura monetaria […] y que será recomendable adelantarse a la decisión del Banco de la Reserva de Estados Unidos con el fin de consolidar la baja de la inflación y proteger la estabilidad financiera en México.” Énfasis agregado. Por desgracia, la opinión de la mayoría –incluido Carstens–, es que subir las tasas afectaría el crecimiento. Esto es un error. Bajarlas no nos ayudó a crecer –el mediocre desempeño que seguimos teniendo lo demuestra–, pero en cambio sí hizo que al desincentivar el ahorro, el ahora magro crecimiento de la economía mexicana se vuelva insostenible en el futuro. Una nueva crisis  y recesión estarían aseguradas. Debido a ello, urgimos a Banxico a actuar ya y subir tasas –y al gobierno a recortar más el gasto y bajar los impuestos–, pues sin ahorro, el país no podrá avanzar, y el hondo precipicio que sigue cavando la Fed cada día se acerca más.   Contacto:Correo:[email protected] Twitter: @memobarba Facebook: Inteligencia Financiera Global Blog: Inteligencia Financiera Global   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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