El ganado engorda más rápido y eso no es precisamente bueno para los productores. Hace algunos años, el kilo de maíz costaba la mitad que el litro de leche. Hoy cuesta más. La leche de polvo importada ha impedido subir el precio de la nacional.   Por Lourdes Contreras y Zacarías Ramírez   Los toros y las vacas de Grupo Delicias ahora engordan más rápido que de costumbre. No es una buena noticia para esta empresa pecuaria del centro-norte de México. Al contrario: el recorte en los tiempos de manutención fue obligado porque el precio internacional del maíz se fue a las nubes, lo que se combinó con el alza de otros granos sustitutos y la escasez de pastura. Todo ello aceleró que el ganado saliera más rápido de la granja. El encarecimiento del forraje mandó anticipadamente al rastro a 30% del ganado de Grupo Delicias. Pero eso no fue todo. La producción de leche también se derrumbó al trastornarse la correlación de precios. Hace cinco años, el kilo de maíz costaba casi la mitad que el litro de leche. Hoy, cuesta más y sólo la leche de polvo importada ha impedido subir el precio de la leche nacional, acusa José Antonio Feregrino, director de Grupo Delicias. México produce casi todo el maíz blanco que consume (el preferido para alimento humano), pero importa mucho maíz amarillo para forraje. Entre enero y agosto pasados, las importaciones del grano fueron de 2,387 millones de pesos (MDP), 43% más que en el mismo lapso del año previo. “Hay que dejar el dogma surgido con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) de que el país debe dedicarse a las hortalizas y otros productos de valor agregado de exportación, y dar atención a la producción para el mercado local,” dice Alfredo Lozano, director de la Fundación Mexicana para el Desarrollo Rural (FMDR). La ‘mano’ ausente El drama de Grupo Delicias, y de otros productores de alimentos, se originó el 10 de agosto de 2012, cuando en el mercado de futuros de Chicago el precio del maíz alcanzó la cifra histórica de los 8.43 dólares por bushel (equivalente a 25.4 kilogramos). “Los compradores del grano no se salvaron del impacto. En un balance de costo-beneficio, el maíz y otros granos se salieron de presupuesto”, recuerda Feregrino. Con excepción de los porcicultores, los engordadores de ganado pudieron usar sorgo y pastura en lugar de maíz. Así la sequía en el norte del país impidió los grandes pastizales. Y la historia de los commodities caros está lejos de terminar. El precio del maíz iniciará su descenso a partir de 2013, pero aún en 2025 costará el doble de lo que se cotizaba en 1980 (125 dólares), según datos del Banco Mundial.
Detrás de todo este desajuste, está el clima. Durante junio y julio, más de la mitad del territorio de Estados Unidos se vio afectado por la sequía más severa de los últimos 60 años, lo que afectó la producción.
Al presentarse la sequía en Estados Unidos, siguió una previsión de una baja en los inventarios, y eso disparó los precios para contrarrestar la demanda y mantener los almacenes en nivel suficiente para dar abasto hasta el primer ciclo de cosecha del siguiente año. El efecto cascada está aquí. El maíz ha elevado el costo de producción de alimentos pecuarios y, por tanto, algunos productores de lácteos han subido sus precios, informa Raúl Riquelme Cacho, presidente de la Cámara Nacional de Industriales de la Leche (CANILEC). También se encareció el azúcar, lo que afectó a las refresqueras. “Antes extendíamos las coberturas hasta un año completo, (pero) hoy el mercado no se presta para eso. Hemos llegado a extremos donde el azúcar lo vamos comprando semana a semana y pactando el precio,” dice José Castro, director de Relación con Inversionistas de Coca Cola Femsa. Los productores tienen encendidas las alertas, y la manera de protegerse de la volatilidad de precios internacionales es aumentar la producción local y, para ello, se pronuncian por reactivar la agricultura por contrato, que dejó de funcionar hace un año. Con ese mecanismo, productor y comprador fijaban un precio desde el momento de la siembra y en función del mercado de básicos de Chicago; si al momento de la cosecha el precio en el mercado era mayor, una cobertura operada por FIRA y FINRURAL compensaba al comprador, y si era menor la compensación era para el productor. Pero en el último año el gobierno abrió la puerta para que la banca comercial diera las coberturas, lo que dejó afuera a productores que no son sujetos de crédito.

 

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