En un escenario donde el usuario es quien se pone a merced de los cibercriminales y a los criminales tradicionales, es necesario tomar conciencia de este cambio. Por Matías Carrocera, analista de Comunicación y Negocios. Estamos en un mundo en donde la información es poder. Información que en su mayoría transita o vive en un entorno digital y la mayor parte de las comunicaciones, ya sea entre personas, empresas o gobiernos, son por un medio digital. En este escenario, el gran número de dispositivos conectados a la red tiene un rol fundamental. Según la consultora GSMA, en la actualidad ya hay más dispositivos móviles que personas en el planeta. Y si le agregamos la incontable cantidad de autos, ropa y electrodomésticos que estarán conectados a la red en los próximos años, podemos decir que todos estaremos literalmente expuestos a aquellas personas u organizaciones que quieran saber de nosotros: cibercriminales, hackers, agencias, anunciantes, gobiernos, entre otros. El mundo planteado por George Orwell en 1984 ha dejado de ser una ficción para convertirse en una advertencia de en qué se puede transformar la sociedad si no se empieza a valorar la privacidad de los individuos. Basta ver la cantidad de casos de espionaje gubernamental que han salido a la luz desde Edward Snowden, ex contratista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA por sus siglas en inglés) o Wikileaks, entre otros casos. “Internet se ha vuelto indispensable para la libertad de expresión, el acceso a la información y el desarrollo económico. Es el primer medio en la historia del mundo en el que toda persona que esté conectada puede, no sólo recibir, sino también enviar y analizar información y opiniones libremente. Por consiguiente, debe protegerse”, sostienen desde la Organización independiente de Derechos Humanos Artículo 19. Es decir, esta plataforma se ha transformado en un arma de doble filo. Aunque el lector se puede preguntar, ¿esto a mí en qué me afecta? La barrera online/offline prácticamente ha desaparecido, por lo que ocurre en un ámbito repercute directamente en el otro, incluido las cuestiones de seguridad. “Vivimos en un mundo digital, enmarcados por una economía que es manejada por el conocimiento como moneda de cambio, hoy el nuevo patrón internacional de cambio es el IQ y no el oro. La posibilidad de preservar la privacidad y seguridad de los datos que manejamos se ha vuelto una necesidad propia de la economía del conocimiento”, explica Marcelo Lozano, Analista de Seguridad y Consultor. En un escenario donde el usuario es quien se pone a merced de los cibercriminales y a los criminales (tradicionales), por eso es necesario tomar conciencia de este cambio. Por ejemplo, basta con no tener configuradas las políticas de seguridad de una red social para que cualquier persona tenga acceso a la información personal, como también tener información sensible (tarjetas de crédito, claves bancarias, etc.) en un dispositivo móvil el cual puede ser robado, extraviado o simplemente hackeado. “El cibercrimen utiliza todo su poder vulnerar la seguridad y la privacidad para obtener conocimiento de valor para traficarlo en el mercado negro, solo las herramientas que son capaces de asegurar nuestro conocimiento son las que van a sobrevivir en un entorno tan hostil. Al fin y al cabo, la seguridad y la privacidad se sustentan en leyes de la naturaleza, la evolución”, agrega el analista. Por esto, ya sea para cuidar a la familia o la información sensible de las empresas, es necesario incorporar conocimientos y herramientas para proteger la privacidad digital. Esto se puede hacer analizando desde analizando qué dispositivos o electrodomésticos comprar hasta tomando una serie de medidas con las con las cuales; por un lado deje de exponerse a los cibercriminales, y por el otro, construya una cultura de seguridad y privacidad digital Un ejemplo de un dispositivo móvil que garantice privacidad y seguridad es el Blackphone 2. El cual contribuye “salvaguardando la privacidad de la información que en él habite, ayudando al usuario a través del Security Center a acotar la interacción con las distintas apps instaladas y de los distintos elementos con los que se conecta (redes WiFi, dispositivos BT, etc.)”, señala Julieta Vargas, directora de Producto y Homologación para Latinoamérica de Silent Circle. Por lo tanto, ¿cómo la privacidad digital puede transformarse en la base de la seguridad? La respuesta es empezando a incorporar ciertos hábitos que se transformen en una cultura de seguridad. Porque se debe comprender que seguridad y privacidad son dos términos que se complementan y protegen la integridad de las personas en un mundo que cambia cada vez más rápido. Acércate a un experto para saber más. 

 

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