Una pequeña startup en New Hampshire está revolucionando la forma en que millones de pacientes toman sus medicamentos diarios y, en el proceso, amenaza el negocio de titanes como CVS y Walgreens.   Por Sarah Hedgecock Allen Pittin­ger-Dunham, de 51 años, ha tomado medi­camentos para el VIH desde 2003. Desde hace unos años, sus conteos virales comen­zaron a repuntar, y su médico lo puso en un régimen mucho más complicado que lo obligaba a tomar 10 pastillas al día. Cathy Benedetti, una enfermera de 38 años de edad, enfrenta un problema similar con sus ancianos padres, quienes viven a 1,600 kilómetros de distancia de ella. Cada uno toma al menos 16 medicamen­tos todos los días. “Se sienten muy abrumados”, dice Benedetti. El problema de la sobrecarga en la medicación es grande. Unos 32 millones de estadounidenses —10% de la población— toma al menos cinco medicamentos recetados. Un estudio de 2005 descubrió que la mitad de los estadounidenses bajo tratamiento no los toma correcta­mente, sumando 100,000 millones de dólares (mdd) anuales al costo sanitario del gobierno de Estados Unidos. Pittinger-Dunham y Benedetti han optado por la misma solución al problema: una pequeña startup farmacéutica con sede en Man­chester, New Hampshire, llamada PillPack. La compañía envía los medicamentos recetados por correo (nada nuevo), pero en lugar de enviar todo el Lipitor en un frasco y el Viread en otro, las píldoras están empacadas juntas en envoltorios de plástico transparente con una etiqueta impresa con la fecha y hora en que deberían ser tomadas. No tienes que preguntarte si recordaste tomar tu Diovan o contar cuántos Lasixes quedan en la botella. El ser­vicio —incluyendo el envío— cuesta a los clientes lo mismo que recoger la receta en la farmacia local. “Eliminan todas las preocu­paciones que puedas tener”, dice Pittinger-Dunham. Por su parte, Benedetti dice: “Es tranquilidad para todos los involucrados”. La idea del preempacado de píldoras por dosis —organizándolas antes de que lleguen al paciente—no es nueva. En 2006, los inves­tigadores del Walter Reed Army Medial Center en Washington, DC, descubrieron que al poner pastillas en empaques sellados aumentaba la proporción de pacientes que toma­ba su medicina de 61 a 97%. Lo que sí es nuevo es convertir esa idea en un negocio con potencial para competir con CVS o Walgreens. El cofundador y presidente ejecutivo de PillPack, T.J. Parker, de 29 años, es hijo de un farma­céutico y creció trabajando en la farmacia de su padre, surtiendo durante su adolescencia recetas a domicilio a personas que no po­dían salir de sus casas. Fue a la es­cuela en el Massachusetts College of Pharmacy, pero descubrió que no le gustaba eso en lo que el negocio se estaba convirtiendo. “No es que los farmacéuticos en CVS y Duane Reade no estén tratando de ayudar, pero no tienen la infraestructura ni las herramien­tas para hacer algo al respecto”, dice Parker, quien fue incluido a principios de este año en nuestra lista Forbes 30 de menos de 30 jóvenes innovadores. “No quería trabajar en una farmacia minoris­ta tradicional”. Al principio, Parker trabajó para su padre, quien dirigía el protoPill­Pack, un negocio que empacaba medicamentos y los entregaba a los pacientes en asilos. Pero Parker vio más potencial en el uso de internet para hacer que la misma idea de empacado llegara a las masas. Trabajando en el Hacking Me­dicine del MIT, un hackathon para startups que apuntaran al cuidado de la salud, conoció a Elliot Cohen, quien tenía una maestría en la Sloan School of Management del MIT. En 2012, él y Cohen lanzaron PillPack y ganaron el concurso. Poco después, comenzaron la compañía, con Cohen como CTO y cofundador. Cohen tenía contac­tos en la comunidad de capital de riesgo y atrajo a Founder Collective como el primer inversionista de la compañía, en una ronda semilla de 550,000 dólares. La startup podría alcanzar unos 15 mdd en ingresos este año, con un margen de ganancia de entre 15% y 20%. En su planta de 460 metros cuadrados, construida en 1900 y que aún conserva sus pisos origina­les de madera de 6 pulgadas, robots del tamaño de archiveros grandes (el sistema ya se usa en hospitales, pero no había sido usado para el consumo en EU hasta ahora), surten las recetas de los pacientes. La máquina con­tiene latas de 400 de las pastillas más usadas por PillPack; un farmacéutico carga las recetas más inusuales a mano. Cada medicamento es eti­quetado con un código de barras y es controlado por la máquina y un farmacéutico. Actualmente, la compañía emplea a 66 personas; 15 tienen la única función de ayudar a los pacientes a transferir sus recetas de las farmacias físicas a PillPack. La compañía tiene licencia en 47 estados del país. Oklahoma, Louisiana y Oregon son los únicos en donde no tiene cobertura. Al enfocarse sólo en clientes repetidos de gran volumen, Parker dice que es capaz de almacenar muchos menos medicamentos que la mayoría de las farmacias de barrio, manteniendo los costos —y los precios— bajos. El diseño del producto en sí tam­bién ahorrará costos, permitiendo a la compañía enviar múltiples rece­tas a la vez a un sólo paciente. La compañía está creando una aplicación para smartphones que recuerde a los pacientes tomar sus pastillas. PillPack ha descubierto que los clientes familiarizados con la tecnología prefieren resurtir sus re­cetas por email en lugar de levantar el teléfono, como ocurre con una farmacia tradicional. Aún así, si el modelo gana trac­ción, ¿no lo imitarán uno o más de los grandes jugadores del espacio farmacéutico? Parker se encoge de hombros ante la idea. Las farmacias tienen una muy baja calificación en lo que respecta a servicio al cliente. Él no cree que eso vaya a cambiar en el corto plazo. Además, la gente está muy acostumbrada a tener que lidiar con esto, con los viajes a la farmacia, la clasificación de frascos, con pedir a la farmacia resurtidos, por lo que sostiene: “Las personas que han hecho eso durante años están muy agradecidas de que existamos”.pastillas_dr_phil1

 

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