El diseño industrial ha sido una pieza clave en la historia del cómputo personal. Desde que IBM sacó al mercado su Personal Computer en 1981, el factor de forma ha resultado determinante para el éxito o fracaso de miles de modelos de PCs. Y, aunque habrá quienes disientan, la realidad es que en estas cuatro décadas en términos de diseño nadie lo ha hecho mejor que Apple. La primera Macintosh, lanzada en 1984, soportó el paso del tiempo y se convirtió en un ícono de la electrónica de consumo. A ésta le siguieron decenas de experimentos, unos más afortunados que otros, hasta que Steve Jobs volvió al puesto de CEO en 1997 y ascendió a Jony Ive a VP Senior de Diseño Industrial y juntos crearon muchos de los productos más icónicos de la historia, tanto en el plano funcional como en el estético (para muestra, el iPhone, que no sólo es la computadora de bolsillo más vendida en la historia, es el producto electrónico más vendido, con más de 1,000 millones de unidades). Lee también: Ésta es la Surface Studio, la primera PC fabricada por Microsoft  No obstante, los tiempos cambian, y a la vida le gusta jugarnos bromas y llenarse de ironías, y últimamente la hegemonía de Apple se ha visto desafiada por un jugador improbable: Microsoft. Hasta hace un par de años, la incursión de la empresa fundada por Bill Gates en el diseño industrial había sido más bien desventurada (y en algunos casos miserable). En el camino quedaron el ZUNE (el competidor del iPod), su Digital Sound System y, más recientemente, la línea de teléfonos Lumia, creada en conjunto con Nokia. Eso comenzó a cambiar con la Surface, la PC-tablet diseñada para correr el Windows 8, el primer esfuerzo de Microsoft por ofrecer un sistema operativo para pantallas táctiles. Desde entonces, la compañía ha hecho un par de cosas bien mejorando su línea (la Surface 4 Pro es un portento), y con su Surface Studio simplemente ha creado un objeto a la altura de su tiempo, extraordinariamente bien resuelto desde el plano estético, y disruptor en lo funcional. Lo anterior viene a colación porque hace unas semanas visitamos una Microsoft Store y conocimos en persona la Surface Studio, una computadora personal con una pantalla táctil de 28 pulgadas con un sistema abatible que tiene como base un diminuto CPU. Su gigantesco display puede pasar de los 90 a los 180 grados en un segundo con prácticamente cero esfuerzo y convertirse de una pantalla convencional a un bastidor digital pensado en los profesionales de las artes gráficas, arquitectos, diseñadores, modeladores o cineastas. Además del teclado y el mouse inalámbricos, Microsoft ofrece dos periféricos que ayudan a explotar el potencial de la Surface Studio: La Surface Pen, un stylus con puntas intercambiables que funciona como una pluma y el Surface Dial, un cilindro metálico que puede adherirse al cristal de la pantalla cuando ésta se encuentra en posición horizontal y que permite interactuar con menús creados especialmente para él. En general, la Surface Studio luce y se siente como un aparato del siglo XXI, uno que tiene la audacia de probar cosas nuevas y de proponer formas distintas de aprovechar una pantalla táctil, especialmente para los artistas visuales. Ésta es la clase de cosas que podrían esperarse de Apple y que no estamos viendo que diseñe en California. La Surface Studio aún no llega a México, y en Estados Unidos puede encontrarse en tres versiones:
  • Procesador i5/8GB RAM/disco de 1TB/2 GB GPU por 2,999 dólares
  • Procesador i7/16GB RAM/disco de 1TB/2 GB GPU por 3,999 dólares
  • Procesador i7/32GB RAM/disco de 2TB/4 GB GPU por 4,199 dólares
El Surface Dial se vende por separado, por 99.99 dólares. Dicho todo lo anterior, y aunque la Surface Studio me parece un objeto notable desde la perspectiva del diseño industrial, no creo que Microsoft haya tenido tanto éxito con sus HoloLens. Lo cierto es que va por muy buen camino.   Más imágenes de la Surface Studio:  

 

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