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La generación X, de los nacidos entre 1960 y 1980, está migrando a una nueva modalidad económica en donde la propiedad es cosa del pasado. ¿Qué tan sostenible es este modelo y cómo pueden adoptarlo las empresas?   En Estados Unidos hay un debate abierto sobre si el término share economy es el nuevo modelo para el funcionamiento de la economía. Éste se define como un sistema de acceso a bienes, servicios, información y talento de manera no duradera y sin que exista noción de propiedad. Entre los ejemplos más aterrizados de este concepto está el sistema Ecobici, en México, o el modelo de hospedaje Airbnb, que reúne a una comunidad de usuarios dispuestos a alquilar sus casas por una o varias noches a cambio de una paga modesta, el cual ya funciona en 192 países. La edición estadounidense del diario The Economist lo resume en una frase: ‘lo mío es tuyo, a cambio de una pequeña cuota’. El premio Pullitzer Thomas L. Friedman, explica en su columna para el New York Times que en Estados Unidos existen 80 millones de taladros eléctricos, cada uno se usa un tiempo promedio de 13 minutos al año, bajo esa premisa, vale la pena preguntarse si todos los dueños de un taladro realmente necesitan poseer uno. La revista Salon refuta el argumento al señalar que el modelo económico no es viable pues los fabricantes de taladros necesitan seguir produciéndolos, de lo contrario, el modelo share economy se convertiría en enemigo de varias industrias. Además, critica el modelo de Airnbnb, pues considera que los hoteles y hostales regulados han tenido que cumplir con requerimientos legales y costos para operar, lo cual pone esa inversión en desventaja.   ¿Cuánto cuesta vivir ‘de rentado’? La sociedad estadounidense cada vez está más familiarizada con la noción de renta y el concepto ‘mio por un día’. Por ejemplo, un bolso Birkin, cuyo modelo más modesto cuesta 6,000 dólares, puede ser tuyo por una noche por la módica cantidad de 100 dólares, y eso no es todo, ahora es común encontrar en renta artículos como carriolas para bebé, podadoras de pasto, bicicletas, instrumentos musicales y hasta mascotas. “En Estados Unidos la tendencia se dio mucho por la debilidad en el poder de consumo tras la crisis internacional, sin embargo, la gente comienza a desarraigarse de esa necesidad de sentirse propietario”, explica Gus Álvarez Moreno, director regional para México y Centroamérica de Startup Weekend y pionero en el concepto de crowdfounding, pues fue fundador de la plataforma Fondeadora. El diario The Economist afirma que la tendencia empezó hace más de 15 años y que los sistemas para compartir información en línea resultaron detonantes fundamentales.   ¿Qué tan sostenible es para el futuro? Después de leer el artículo de Friedman, muchos fabricantes de taladros podrían ponerse a temblar, sin embargo, para Gus Álvarez, esta tendencia es otra oportunidad de negocios. “Las empresas pueden sumarse de forma orgánica, el modelo que propone el término share economy no busca combatir industrias, busca ofrecer soluciones a problemas como la movilidad y la falta de capacidad de acumulación, basta con preguntarte qué tantos electrodomésticos y herramientas puedes guardar en un departamento con las dimensiones mínimas permitidas en la Ciudad de México, no se trata de que nadie quiera poseer cosas, se trata en algunos casos, de que la capacidad de acumulación es menor cada vez”, explica. La revista online Shareable realizó una investigación para determinar quiénes eran generacionalmente las personas con mayor tendencia a adoptar modelos de economía compartida, el estudio arrojó que las personas entre 18 y 34 años son los más abiertos a adoptar modelos de car pooling (auto compartido), o tiempo compartido vacacional. El estudio afirma que en siglo XX los factores que más influían en la decisión y hábitos de consumo eran el acceso al crédito, la publicidad y la necesidad de sentirse poseedores, mientras que en el siglo XXI ya se esbozan tendencias hacia un ‘consumo colaborativo’ donde los factores de reputación, comunidad y acceso son más importantes para los consumidores. Las personas que pertenecen a la generación X representan más del 30% de estos consumidores colaborativos, mientras que los millennials representan el 24% de esta comunidad y los Baby Boomer un 15%. “En México, más que una cuestión generacional es una cuestión cultural, la gente tiene aún miedo de poner sus recursos en una plataforma de fondeo colectivo porque cree que no está ganando nada, en general la gente asocia la propiedad de cosas con el estatus, sin embargo, proyectos aterrizados como el sistema Ecobici o el modelo de Parking Panda (estacionamiento temporal al interior de edificios) dan muestra de que no estamos tan lejos de la adopción de esta tendencia de una manera más agresiva”, afirma Gus Álvarez. El modelo Fondeadora tomó cerca de dos años para aterrizar entre los contribuidores mexicanos, para Gus Álvarez, es posible que en un lapso similar, la sociedad del país esté mucho más abierta al concepto ‘mío por un día’. De entrada, el modelo de Airbnb y su hospedaje en Barcelona o París por 20 euros la noche demuestra que la tendencia tiene mucho con qué seducir al consumidor.

 

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