En medio de los vítores y las alabanzas de sus seguidores, en junio de 2015, Donald Trump cumplía su vieja promesa de buscar la presidencia de Estados Unidos, anunciando su entrada en la contienda por la nominación del Partido Republicano. Frente a un exaltado público y desde la plataforma que otorga ser precandidato, sus diatribas hacia los inmigrantes, especialmente sus vecinos mexicanos, no disminuyeron un ápice. En sus ya conocidas palabras, ese mismo día de arranque de su carrera política, el magnate declaró que “la gente que nos envía México no es la mejor (…) Están enviando gente con muchos problemas y esos problemas los traen acá. Traen drogas, traen crimen, son violadores”. No obstante lo horroroso de sus afirmaciones, lo verdaderamente preocupante era lo poco sorpresivo de su discurso. En eso, Donald Trump puede jactarse de ser coherente. En enero de ese mismo año, en su alocución durante la celebración del Freedom Summit en Iowa, el antiguo presentador del programa The Apprentice declaró que el problema de la inmigración se solucionaba creando un muro, el que él mismo construiría, por supuesto, para evitar la entrada de criminales y terroristas. Como si fuera poco, tan sólo un mes después expresó en una entrevista para FOX que no estaba feliz con el triunfo de Alejandro Gonzales Iñárritu y su película Birdman en los Oscar, llegando a denominar el éxito de la producción como “ridículo”. Como si de lo que se tratara fuera de superarse cada vez (o rebajarse, según quien lo vea), dos semanas después de tan injusto insulto al cineasta, Trump publicó en su cuenta de Twitter que el sistema judicial mexicano era uno “corrupto” y, por ende, aconsejaba a sus seguidores no hacer negocios allí. Roque Rocky de la Fuente recibió cada una de esas ofensas con indignación. El empresario nacido estadounidense, de ascendencia mexicana, afectado en su orgullo, decidió actuar en consecuencia. Su irritación se transformó en acción. “Yo me quedé esperando que algún presidente de América Latina o el rey de España saliera a decir algo en contra de Trump y en defensa de nosotros los latinos –nos cuenta Roque–. Y como no salió ninguno, como nadie le dijo nada, decidí arrancar mi carrera por la presidencia contra él. Es que a mí, Trump me recuerda mucho al líder que tenía Alemania en los años treinta.” Así es. En la carrera por la nominación del Partido Demócrata de Estados Unidos para competir en las elecciones presidenciales, en medio de la altamente publicitada contienda entre Clinton y Sanders, había un latino, un mexicano-estadounidense buscando ganar con tal de poder proteger a los de su etnia. “Si en esta campaña hubiera un buen candidato –cuenta Roque–, un Martin Luther King, un John Kennedy, un Ronald Regan, yo me quedo en mi casa, tranquilo, viviendo de mi renta y viendo la campaña en televisión.” Y es que, para él, tal y como se lo dijo a Jorge Ramos, en esta contienda electoral ni Clinton ni Sanders son los candidatos que representan los verdaderos intereses de los latinos. Y aunque hasta ahora su primera meta no se cumplió: derrotar a Hillary en los caucus y en las primarias del Partido Demócrata, la estrategia de Roque frente a la elección de noviembre, en que correrá como independiente, junto a Jill Stein y Gary Johnson, es válida. Así como Clinton encontró una fuerte base en los afroamericanos para lograr su triunfo, Sanders en los millennials para catapultar su carrera y Trump en los blancos para ganar la nominación, Roque, quien habla un español perfecto, sabe que tiene un gran potencial con la minoría latina que abunda en ese país.   Unificar desde Alaska hasta la Tierra de Fuego Más aún, fue en un inesperado triunfo latinoamericano donde De la Fuente encontró la inspiración para arrancar este proceso y, de paso, desarrollar la estrategia de su campaña. “Para mí –cuenta Roque– fue muy estimulante ver lo sucedido con el cardenal Jorge Mario Bergoglio y su triunfo por el papado. Un latino contra 140 cardenales de Europa que logró salir elegido, encontrando apoyo en los prelados de Colombia, de Venezuela, de México. Esa misma unión, de todos los latinos, es la que espero lograr en mi campaña.” Impulsado por su condición de latino (su padre es de Veracruz y su madre de Monterrey), pero nacido en Estados Unidos (en San Diego, California), Roque nos devela su plan para “unir América Latina con Estados Unidos”, logrando un gran bloque comercial en el hemisferio. En la entrevista que el candidato dio al canal Telebuendía de Uruguay, uno de los países en que tiene negocios inmobiliarios, profundizó en este punto: “Lo que yo quiero lograr es unificar desde Alaska hasta la Tierra de Fuego. Así como la Unión Europea se unificó para tratar de sobrevivir, yo quiero crear una Unión Americana, con intercambio comercial y de personas con cierta preparación, para que crezca toda la región, porque con crecimiento superamos el 90% de nuestros problemas.” Más allá de sus deseos integracionistas, Roque presenta su pasado de exitoso empresario como gran credencial para su candidatura, estrategia idéntica a la usada por aquel a quien más opuesto está en esta carrera política, el señor Donald Trump. “Yo tengo intereses comerciales en 4 países, en ocho estados de Estados Unidos, abarcando más de 45 ciudades. Llevo haciendo negocios durante más de 52 años, construyendo todo tipo de infraestructura y parques industriales.” Es por eso que el periodista Fernando Peinado, de Univisión, se permite tildarlo de “millonario”, aun cuando De la Fuente mantuvo con él, al igual que con nosotros, una posición muy reservada en cuanto a su fortuna. El principal objetivo de Roque es uno inmensamente ambicioso: “Mi promesa es crear 32 millones de trabajos en este país durante los próximos ocho años.” Frente a las claras insinuaciones hechas por este autor, de que su propuesta lucía exagerada, Roque respondió que “habla desde la experiencia, puesto que en su vida como empresario, sin ayuda ninguna del Estado, ha podido crear miles de empleos”. Para eso, en su presidencia se necesitaría hacer crecer la economía entre 4% y 5% anual. “Ese número es fácil de lograr en una nación pequeña, pero en una como Estados Unidos es algo muy difícil y se necesita de alguien con la experiencia para hacerlo.” Y Roque se jacta de ser esa persona, además de tener ideas claras de cómo lograrlo. “Una de mis intenciones es crear el Ministerio de Turismo, el que no existe en Estados Unidos, con tal de que podamos explotar ese rubro. Para aumentar la visita de extranjeros facilitaremos el visado con nuestros aliados del sur, de forma que pueda venir más gente y crear más trabajos. Una clara política de turismo, integrada a todas las demás, en Estados Unidos es capaz de crear más de 2 millones de empleos.” Como colombiano, que no tiene visa a ese país, no pude contener mis deseos de preguntarle por qué no eliminarlas completamente. Sorpresivamente, su respuesta se alejaba de los problemas de seguridad que obsesionan a sus compatriotas: “Si quito las visas totalmente, la gente con más recursos abandonará América Latina, sacando un gran porcentaje de la riqueza de sus países y desincentivando la creación de empresas y empleos allá.” A estas alturas es justo decir que la visión de Roque es similar a la que impulsó la creación del Plan Marshall, finalizada la Segunda Guerra Mundial. Destruida Europa por la confrontación bélica, Estados Unidos consideró que invertir en la reconstrucción de su aliado sería lo mejor, acorde a sus propios intereses. Una Europa boyante sería un socio ideal para Estados Unidos; un viejo continente destruido y pobre significaría un lastre. En América, lo más cerca que estuvimos de crear un espacio común fue con el ALCA; no obstante, hubo serías acusaciones de que éste estaba pensado para favorecer los intereses comerciales de Estados Unidos, en contra del de resto de países. Un nuevo enfoque, más progresivo, de colaboración y enriquecimiento mutuo, en las relaciones América Latina-Estados Unidos, parece ser lo más adecuado actualmente. “Como presidente de este país –nos dice Roque–, cuando me siente con el presidente de México, o el de Colombia, o el de Argentina, nos sentiremos entre iguales y con el afán real de trabajar unidos para sacar adelante todo el continente, no sólo una de las partes. Si le preguntas a los candidatos establecidos hoy por las capitales de los países de América Latina, ni idea tienen.” Y es que la coyuntura es acorde a lo deseado por Roque, puesto que su idea se acomoda mucho a las tendencias de regionalización actual, donde un país líder sirve de polo de desarrollo. Además del mentado caso de la Unión Europea, cuyo líder indiscutible es Alemania, vale recordar los pasos gigantes dados por China en su afán por ser el cabecilla de Asía, y cuyo esfuerzo se ha materializado en la fundación del Banco Asiático de Inversiones, en las millonarias inversiones en infraestructura con el fin de crear una nueva ruta de la seda y en la creación de la Organización de Cooperación de Shanghai. También vale recalcar el afán de Rusia por impulsar una Unión Euroasiática y el reciente anunció de crear un Plan Marshall para África, desde Europa.   Fraude electoral No obstante el potencial para una candidatura de alguien como Roque, con una idea bastante atractiva, la verdad es que su paso por las primarias demócratas fue un fracaso, más si se tiene en cuenta que había prometido vencer a Hillary por más de 20 puntos, y al día de hoy ni siquiera estará en la Convención en Filadelfia. Y es que tal y como se lo dijo De la Fuente al diario El Universal de México, “la comunidad latina representa 40% de la población”, y es claro que si llegara a triunfar en las elecciones, los mexicanos tendrían “un amigo en la Casa Blanca”. También es válido su siguiente análisis: “En el lado republicano se escogió entre dos latinos (Cruz y Rubio) y un empresario (Trump); yo tengo lo mejor de los dos”. Entonces, ¿por qué no fue Rocky un candidato demócrata más fuerte? La respuesta que él nos da es impactante, por decir lo menos: se debe al “fraude electoral”. En honor a la verdad, en estas apasionadas elecciones en Estados Unidos, Roque no es el único acusando de aplicar estas prácticas a favor del “establecimiento”. Donald Trump hizo una acalorada crítica en ese sentido, en un momento particular de su campaña, después de obtener un número de delegados a su favor menor que el de sus contrincantes, a pesar de haber ganado más votos que ellos. Por otro lado, Redacted Tonight hizo un especial en que demostraba que varios votos a favor de Sanders fueron borrados en Chicago, y que las discrepancias entre las encuestas a boca de urna y los resultados oficiales eran de hasta el 30%. Y, tal vez más importante, está en proceso una demanda por parte de un colectivo de abogados organizados en el Institute for American Democracy and Election Integrity, que dice tener pruebas de fraude en estas elecciones. Esta organización, vale decirlo, logró evitar que el Partido Republicano, de forma dolosa, le arrebatara a Obama su triunfo en Ohio en 2012, lo que hubiera significado no ganar la presidencia por segunda vez. Roque de la Fuente hace también fuertes acusaciones al respecto. “Mira el caso de Travis County –relata De la Fuente–. Con el 25.4% de los votos escrutados, mi votación era de 8,080 votos, dándome cerca del 9% del total de la votación. Luego, cuando presentan el reporte, en televisión, con el 44.8% de los votos escrutados, mi votación se convirtió en una de 108 votos. He sido el único candidato en la historia que bajó el número de votos entre reporte y reporte.” Según pruebas presentadas por Roque, lo mismo pasó en North Carolina, New Hampshire y Michigan. Roque tiene una explicación del porqué sucede esto: “La dirigencia del DNC (Democratic National Committee) quiere coronar a Hillary como reina. A ella, desde que fue primera dama, se le olvidó que vive en una democracia y no en una monarquía, por lo que busca por todos los medios mantener su estatus. Es alguien que no maneja, que no abre una puerta, que vive con servicio secreto”, y que –podemos agregar– da discursos sobre iniquidad económica vestida en trajes cuyo valor supera los 12,000 USD. Las palabras de Roque deben ser leídas sabiendo que es alguien que, como podemos ver en su conversación con la BBC, muestra tranquilamente sus fotos junto a Hillary y Bill Clinton. De hecho, Roque logró colocarse en la balota de votación en 20 estados de la Unión, ganándole a Martin O’Malley, quien sólo pudo ubicarse en 18. “Eso me debió haber colocado en los debates a mí en vez de al gobernador”, nos cuenta De la Fuente. Claramente, lo anterior pudo haber hecho una gran diferencia para su campaña. Cuando Donald Trump y Bernie Sanders arrancaron sus candidaturas, absolutamente nadie los tomó en serio. Hoy, el primero de ellos es el presunto nominado del Partido Republicano, mientras que el segundo terminó como una figura de enorme peso e importancia en el Partido Demócrata, gracias a su enorme votación. Falta mucho para noviembre y nada indica que una tercera sorpresa no se pueda dar. Roque es un claro representante de los latinos, una minoría inmensa que unida sería muy poderosa, y la que merece más respeto por parte del establecimiento político de Estados Unidos: de todos los debates que hubo, sólo en uno los candidatos hablaron de nuestra región, el que se llevó a cabo en Miami. Más allá de todo, hoy en Estados Unidos se está terminando el mandato de su primer presidente afroamericano y, al tiempo, sus nacionales se debaten entre la posibilidad de tener su primera presidenta mujer, su primer presidente socialdemócrata, o su primer presidente de extrema derecha. Ojalá se agregue a esa lista la posibilidad de tener su primer presidente latino.
Andrés Arell-Báez es escritor, productor y director de cine. CEO de GOW Filmes.   Contacto: Twitter: @andresarellanob   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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