Hablar de libros es hablar de amores con todo y sus triunfos, sus historias fallidas y sus reconciliaciones. De igual manera, cada título es un destino de vuelo. Con los libros  he ido aún más lejos que a la Ciudad Babel.     Baje la guardia y póngase cómodo, aquí no se le va a reprender por sus hábitos de lectura ni a cuestionar por los temas de los textos que haya elegido previamente para que lo acompañen, sean cuales sean; bloquee de su mente el horrible sonido de la música seleccionada por su jefe para ambientar la oficina o, en su gran, gran, gran defecto, el de la tipa con déficit de atención que está sentada detrás de usted en el café mientras lee esto —bueno, eso último podría aplicar sólo para mí—; inhale, exhale, deje de buscar videos graciosos de gatitos. ¿Ya más tranquilo? Bien. Como verá, esto no es una guía para leer más o mejor, tampoco lo pretende. Pero no se desespere, porque al menos a estas alturas ya sabe que usted elige lo que lee (siempre y cuando, claro, no forme parte de su programa escolar) y aquí a eso le llamamos un buen inicio. —No olvide inhalar y exhalar—. También debe saber que le digan lo que le digan, únicamente usted decide cuánto tiempo le dedica a esta actividad que, en principio, sólo es otro medio para disfrutar. Repita conmigo: dis-fru-tar. No crea usted que crecí rodeada de una extensa biblioteca, no, yo básicamente leo sólo cuando se me antoja. Y ahora que estamos en confianza puedo decirle que para mí hablar de libros es hablar de amores con todo y sus triunfos, sus historias fallidas y sus reconciliaciones, y que de igual manera cada título es un destino de vuelo y que con ellos he ido aún más lejos que a la Ciudad Babel. —Ahora la que inhala y exhala soy yo—. Ya que empecé a hablar de mí, considero necesario presentarme como lo dicta el protocolo de hoy y esto es con los nombres de los volúmenes que conforman las posiciones más altas de las siguientes clasificaciones en las que, estoy segura, usted también cataloga a sus libros.   Asunto inconcluso Ya puede calmarse, usted no es el único que ha desertado sólo después de explorar unos pocos párrafos de algún escrito empastado y, recuerde, siempre puede darles otra oportunidad. Mi desidia es la reina de esta categoría, aunque acepto que también mi poco entrenamiento en algún momento para enfrentarme a ciertos textos más complejos tienen que ver con esto. Aún recuerdo mi frustración al intentar comprender los veinticuatro cantos del poema épico de Homero, La Odisea, evidentemente no terminé ni el segundo. Pero contrario a lo que pensé en esos momentos, regresó a mí la idea de terminarlo con el planteamiento de que leer también es como correr un maratón y que requiere de preparación previa.   El actual Y como resurgieron las ganas y el tiempo de leer fui directo hacia Noticias del Imperio de Fernando del Paso, que formó parte de los inconclusos y en el que, por suerte, una Carlota loca, loca, pero loca, y una conspiración para adueñarse de un territorio que ya tiene propietarios esperaron mi regreso.   Pesquisa Desde hace unos meses me ronda la cabeza el título Diego y Frida del Premio Nobel de Literatura 2008 Jean-Marie Gustav Le Clézio. Sé que esa belleza existe porque alguna vez la tuve en mis manos, pero soy de esa rara especie que sí devuelve los libros que no le pertenecen. Lo sigo buscando.   Ésta siempre será tu casa “No lo he terminado de leer”, “lo dejé en el coche de una amiga que veo mañana”, “te lo regreso en una semana”. Si usted conoce a una persona que da esas excusas cuando le piden que regrese algo que no es suyo, aléjese lentamente sin darle la espalda y, naturalmente, sin prestarle un solo libro. Mi ejemplar que compilaba Pedro Páramo y El Llano en Llamas de Juan Rulfo está ausente desde hace más de ocho años. Tal vez el realismo mágico fue alucinar con que me lo iban a regresar.   Al que siempre, siempre, siempre vuelvo La escritora Yima Santa Cruz no sabe todas las veces que me ha llevado de la mano por Buenos Aires a lo largo de las 247 páginas de su novela epistolar Desde la Vida. Yo vuelvo a ella porque me hace sentir en casa, porque Laura es un personaje redondo y porque se ha convertido en parte de mí.   Haciendo cola Y ahí arrumbaditos en un rincón y viéndome pasar, podemos encontrar El Fin del Mundo y el Despiadado País de las Maravillas del nipón Haruki Murakami, escritor de moda; Fifty Shades of Grey de E. L. James, que ya me dijeron que es el tipo de lectura que le sube la temperatura a las señoras mayores, pero no me importa y pienso aventarme la trilogía entera  en su idioma original. Y ya, confieso, vi la película donde Keira Knightley interpreta lamentablemente a Anna Karenina, pero para que León Tolstói no se revuelque por mí en su tumba decidí leer la novela. Ah sí, los libros que no recomiendo. Bueno, los que no le recomiendo es porque no los he leído y tampoco se me antojan.     Contacto: [email protected] Twitter: @Recienmentero  

 

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