Hoy, aún cargamos de forma inconsciente concepciones de liderazgo que prevalecieron durante siglos y hasta muy entrado el siglo XX. En el siglo XXI, nace o se termina “el líder consciente”.       El año era 1707 y las flotas españolas, portuguesas e inglesas dominaban las rutas marítimas. Sin embargo, todo navegante en cualquiera de los extensos océanos tenía el mismo problema: calcular la longitud. Y no era un problema mínimo, pues si se conocían la latitud y la longitud, se sabía entonces con exactitud en donde se estaba. En cambio, el desconocimiento de la longitud, podía sumarle a un viaje varios días o semanas adicionales (con la consecuente falta de agua y alimento) o podría enfilar a una flota hacia una costa rocosa en medio de la niebla asfixiante, como le sucedió al Almirante Sir Clowdisley Shovell a finales de aquel año. La flota inglesa regresaba a casa después de una serie de batallas en el Mediterráneo. Según los cálculos hechos por los marineros de alto rango, convocados al camarote de Sir Clowdisley, se encontraban un poco al Oeste de las islas d’Ouessant, cerca de las costas francesas. La tragedia se anunciaba pues, en realidad, se encontraban a unos 170 kilómetros de ese punto, en las islas Scilly, situadas a 32 kilómetros de la punta sur de Inglaterra. Algunos relatos cuentan que esa noche un marino de la tripulación, nativo de la región de las islas Scilly, se atrevió a acercarse a los oficiales manifestando sus dudas sobre el cálculo hecho por los capitanes de la flota. Esa actitud subversiva estaba prohibida por la Marina Real y el alarmado marinero fue ahorcado bajo la acusación de amotinamiento por Sir Clowdisley. Ése sería el último elemento necesario para un fatal desenlace. La distancia entre las islas y la costa inglesa está tapizada por rocas que impiden cualquier navegación y 4 de los 5 barcos de la flota del almirante Clowdisley se hundieron en menos de 4 minutos, costando la vida a 2,000 marineros, incluyendo la del almirante. ¿Qué tiene que ver este relato con el tema de liderazgo? Nos brinda la oportunidad de mirar al pasado y entender las concepciones de liderazgo que prevalecieron durante siglos y hasta muy entrado el siglo XX, concepciones que aún cargamos de forma inconsciente. Cada época y cada cultura provocan un desarrollo de liderazgo que sirve bajo esas condiciones. Incluso, situaciones particulares exigen diferentes tipos de líderes. El liderazgo puede vivirse desde muchos ángulos y es posible lograr metas y alcanzar el éxito desde cualquiera de ellos. En el siglo XXI, nace o se termina de crear un líder a quien llamaremos “el líder consciente”. chevalier1 Liderazgo “bucanero” El tipo de liderazgo de siglos anteriores se basaba, en el mayor de los casos y haciendo una declaración simplista, en el control y el poder. La motivación era a partir del miedo, usándolo como arma de control. En la mente de estos líderes la más alta prioridad era hacer respetar este poder, que muchas veces creían divino. El líder jamás se equivocaba y no requería de las ideas u opiniones de gente inferior para tomar decisiones. Si las hubiera necesitado no debería haber sido el líder. Se mostraba confidente y seguro, rayando en la soberbia. Para mantener esa sensación de poder, prácticamente no revelaba información. El control de la información significaba poder. Y de esta forma crecía la idea de que nadie más podía tomar la decisión, pues nadie más sabía lo que él sabía. Durante siglos, una vez que el general o el rey caían en el campo de batalla, el resto del ejército se rendía, incapaz de ser autónomo sin su cabeza. Hoy cargamos ese estilo de liderazgo de forma inconsciente.   Siglo XXI, el líder consciente Para ser efectivo en el siglo XXI, este tipo de líder requiere de nuevas habilidades y quitarse el manto de control dictatorial que representaba al líder del siglo XX y anteriores. Un líder consciente es mucho más flexible y entiende que todo es una herramienta que puede servir para inspirar y motivar. Motivar es su principal preocupación. Y la primera persona a la que debe de motivar es a sí mismo. Un líder consciente sabe que la meta puede alcanzarse de muchas formas, pero que la energía para mantener el éxito dependerá de la forma en que se construyó el camino sobre el cual el equipo se desplaza. El líder consciente abraza el cambio y observa al conflicto como una gran oportunidad. El líder consciente reconoce que hay más de un resultado al final del camino; la meta sigue siendo uno de ellos y la energía (o cultura) que desarrolla el equipo, el segundo. Este segundo resultado es el que permitirá al líder usar el escalón alcanzado para soñar más alto, en lugar de tener que preocuparse por simplemente mantener el status quo. De manera constante, el líder consciente se pregunta si lo que tiene enfrente ayuda a construir y fortalecer al equipo, o es un triunfo momentáneo con gran costo a futuro. Con esto en la mente, iniciaremos una serie de escritos dedicados a explorar esos atributos que permiten a un líder del siglo XXI motivar lejos del miedo y mucho más cerca de la inspiración y creatividad, comandando su barco de una forma en la que podría llegar a puerto no solamente con todos a salvo, sino con tiempo de sobra y ganancias más allá de las imaginadas. Los invito a esta travesía, en la cual nuestro barco será este blog y donde nadie colgará del mástil mayor…     Contacto: Twitter: @ChevalierJP E-Mail: [email protected] / [email protected]       *Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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