Antes de acusar a papá o mamá por su omisión, debemos pensar que su entorno era muy distinto del nuestro, y que quizá no recibieron ninguna educación financiera en absoluto.   Por Samantha Sharf   Hey, millennials, ¿qué lección sobre el dinero les habría gustado que les dieran sus padres? El mes pasado hice esa pregunta a los seguidores de Forbes en Twitter. Diversas y conmovedoras, las respuestas iban desde “cómo hacerlo” a “cómo y dónde invertir” hasta “simplemente todo”. Uno de ellos respondió: “Para empezar no me dieron ninguna, aprovecharon su momento y enterraron a mi generación entre deudas”. Una chica dijo: “Creo que la mayoría de nosotros heredó una impaciencia insana. Lo queremos todo en el instante, en vez de aprender a esperar, ahorrar y cuidar”. Y un tercero tuiteó: “Su valor. ¿Cuántas horas de trabajo se necesitan para pagar una hamburguesa, un boleto para un concierto, computadora, coche o casa. El crédito disfraza los verdaderos costos. Juntos, los tweets muestran a un grupo ávido de información y un reconocimiento de que los padres no los prepararon para la realidad financiera que heredaron. Sin embargo, los expertos en finanzas personales e inversiones advierten sobre culpar por completo a los padres sin entender el contexto histórico. Alexa Von Tobel, fundadora de la compañía de planificación financiera LearnVest y autora de Financially Fearless, señala: “No aprendemos sobre el dinero en la escuela –no, en las preparatorias no y tampoco en las universidades–. Así que si lo piensas bien, no aprendimos sobre el dinero y nuestros padres tampoco recibieron una educación financiera formal”. En Internet hay un sinnúmero de herramientas y técnicas de finanzas personales disponibles, las cuales no existían en los tiempos en que nuestros padres eran jóvenes. Y hay mucho más que aprender también. “Si nos fijamos en los aspectos históricos del tema, la complejidad financiera creció mucho a partir de la década de 1970”, señala von Tobel: “Una hipoteca que solía ser de un pequeño porcentaje de tus ingresos, ahora tiende a ser cinco veces tu ingreso. La conclusión principal es que, a medida que el mercado financiero creó una mayor complejidad de productos, creció nuestra capacidad de nosotros como individuos para cometer errores”. A medida que el juego ha cambiado, la enseñanza de finanzas personales (o en la mayoría de las escuelas, la falta absoluta de ella) sigue siendo la misma. Antes de que la disponibilidad de las tarjetas de crédito llegara a ser tan amplia, si no tenías el dinero para comprar algo, no lo comprabas (excepto tal vez a través de esa antigua técnica conocida como el apartado). Ahora, de acuerdo con la Reserva Federal, los estadounidenses mantienen una cifra de 857,000 millones de dólares en deuda de crédito revolvente. Por supuesto, no son sólo los millennials los que creen que las elecciones y demandas financieras de hoy son gigantescas. “La gente que nos encontramos en todas las etapas de su carrera, en general, tiene las mismas preguntas, y al final del día también tienen las mismas necesidades básicas”, señala Amy Podzius, consultor financiero en TIAA-CREF. Pero, dice, “la generación Y tiene algunos retos diferentes y específicos sobre la forma en que maneja el dinero. Por ejemplo, han tenido que lidiar con los bajos salarios de entrada, el subempleo y los préstamos estudiantiles”. Según datos de la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos, la tasa de desempleo entre las personas de 20 a 24 años fue de 11.9 % en enero, frente al 11.1 % del mes anterior (frente al 6.6 % de la población en general, que se redujo ligeramente de diciembre). Y eso es sólo el desempleo, no el subempleo. Una encuesta realizada en abril de 2013 por la consultora Accenture descubrió que el 41% de los graduados universitarios de 2011 y 2012 tienen un trabajo que no requiere de su título. En 2011, el Instituto de Política Económica halló que los salarios de entrada para los hombres con títulos universitarios habían subido sólo 5% ajustados a la inflación desde 1979. Los salarios femeninos son 15% más altos, pero aún 9% por debajo de lo que un hombre ganaba en 1979. Mientras tanto, la Oficina de Protección Financiera del Consumidor estima que la deuda de préstamos estudiantiles pendientes está cerca de 1,200 mdd y crece a una velocidad asombrosa. Más allá de la deuda y la situación laboral, la responsabilidad individual para la jubilación ha aumentado junto con los avances en la longevidad. “Las empresas pagaban pensiones y el gobierno ofrecía Seguridad Social así, en última instancia, cuando dejabas de trabajar a los 65 años alguien cuidaba de ti”, dice von Tobel. “Bueno, la buena noticia es que estamos viviendo mucho más tiempo, pero ahora tenemos que hacernos responsables de nuestro propio retiro”. Y en México, lo hacemos: a enero de 2014, había poco más de 2 billones de pesos y 50.8 millones de cuentas en el sistema de ahorro para el retiro, de acuerdo con cifras de la Consar. En teoría ese dinero crecerá a través de inversiones y los intereses a través de tus años de trabajo, por lo que durante tu jubilación podrás retirar un porcentaje de tus fondos acumulados. Pero a medida que la gente vive más, surgen preguntas cada vez más complejas sobre cuánto se debe ahorrar y cuánto se puede utilizar cada año. En 1980, un hombre de 65 años podría esperar vivir otros 14.6 años. Una mujer de 65 años podía esperar otros 19.1 años. Hoy en día, un hombre de 65 años puede esperar vivir 19.3 años más y una mujer otros 21.6. En este contexto de espectacular aumento de la complejidad y responsabilidad personal, Von Tobel recomienda hacer un balance de cómo tu pasado financiero impacta tus sentimientos sobre el dinero. “Hay mucho de psicológico en la manera como vemos el dinero”, dice ella. “Tu recuerdo más antiguo del dinero tiene un gran impacto en la manera en que piensas sobre él”. Mirando hacia atrás, a su infancia, Dave Whitmore, estratega senior en el grupo de educación en  inversión E*Trade, recuerda haber visto en las noticias un gran movimiento del índice industrial Dow Jones, justo antes de un comercial. Whitmore, quien es un boomer, le preguntó a su papá qué significaba aquello. “Aunque él era banquero, nunca me habló sobre los elementos básicos de las finanzas”, reflexiona. “¿Qué tipo de conversaciones se tendrán en un hogar donde el padre es bombero y sólo sabe que tendrá su pensión y quizá algo sobre inversiones, pero tal vez no sepa nada en absoluto?” Ahora, dice Whitmore, las noticias financieras son ubicuas. Si bien esto puede provocar más discusiones, advierte que las charlas sobre dinero en el hogar suelen ser muy emocionales –“no podemos permitirnos eso” o “no, realmente tenemos que guardar ese dinero para su educación” – y por lo tanto amenazan con socavar “la verdad objetiva” en torno al dinero. “Las finanzas e inversiones son un conjunto objetivo de habilidades y conocimientos que necesitas aprender”, advierte. “¿Por qué debería importar si traes arrastrando las distintas perspectivas familiares en torno al tema? Supéralas y abórdalas como lo haría con cualquier otro tema”. Así como los millennials han demostrado deseo de información, también han expresado el deseo de tomar los asuntos financieros, al menos en parte, en sus propias manos. Innumerables sitios web, aplicaciones para iPhone e incluso seminarios personales han surgido para servir de guía a esa generación. Por suerte después de crecer rodeados de tecnología, el uso de estas nuevas herramientas les resulta fácil. La evidencia sugiere que las personas jóvenes también están más dispuestas a pedir ayuda que las generaciones anteriores. “Creo que los millennials hacen preguntas más puntuales sobre finanzas, pero quizá también tienen una tendencia a pensar que sus padres son de una generación anterior y no entienden muy bien las nuevas vanguardias de las cosas. Ahí es donde las redes de conocidos, o las sociales hacen su entrada”, dice Whitmore. Cuando E*Trade movió sus seminarios de educación de días laborales a fines de semana, el público pasó de jubilados a jóvenes profesionales. En una encuesta reciente, el 44% de los inversionistas millennials dijo a E*Trade que recomienda a los inversores principiantes conseguirse un copiloto. “Piensa en la palabra”, dice Whitmore. “Copiloto contrasta dramáticamente con un piloto, un piloto significa que alguien vuela el avión y tiene a alguien detrás suyo. Tú estás escuchando su visión de lo que está pasando, pero no sabe qué decisiones está tomando. En tanto, el término ‘copiloto’ significa que tú estás al mando”. En otras palabras, los jóvenes quieren asesores con conocimientos, pero también saben lo suficiente como para tomar el control en caso necesario. Whitmore cree que este guía/compañero debe ser un profesional de las finanzas, pero un amigo o miembro de la familia también puede asumir el papel. La idea de un copiloto resonó entre el grupo de 18 a 33 más que en cualquier otro, y resultó más importante para ese grupo que la inversión en solitario (25%), que una parte sea administrada por otra persona (23%) y dejarlo todo en las manos de un profesional (sólo el 8%). E*Trade también encontró que la generación del milenio tiene más del doble de probabilidades que otras generaciones de mirar a sus amigos, colegas y familiares en busca de nuevas oportunidades de inversión. Según otra encuesta reciente, una de TIAA-CREF, el 70 % de los millennials se inicia mediante la búsqueda de consejos de amigos y familiares y tienen más probabilidades de cambiar sus hábitos después de recibir asesoramiento financiero. Con el tiempo, tienden a buscar herramientas digitales, a veces desarrolladas con ellos en mente. “La mayoría de ellos admite que están poco o nada informados”, señala Podzius, el consultor TIAA-CREF. “Son los menos seguros de que estar ahorrando lo suficiente, pero la mayoría de ellos quieren tener más información. Admiten que necesitan ayuda.”

 

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