¿Qué urge en América Latina? Sin duda, diseñar Estados más eficientes y eficaces, no cooptados por la corrupción y el clientelismo, y capaces de canalizar las exigencias de las nuevas clases medias.   Si algo identifica la actividad política es su relevancia e influencia, y en el caso concreto de América Latina en 2016 habría que añadir la intensidad como uno de sus calificativos. América Latina se enfrenta a un año muy significativo en materia política. Acontecerán tres procesos electorales presidenciales (en Perú, en abril; República Dominicana, en mayo, y Nicaragua, en noviembre), pero también tendrán lugar otros de menor alcance, como son las elecciones municipales de Chile y Brasil o las de gobernador que se celebrarán en 12 estados mexicanos y en Venezuela. Todo este contexto se produce acompañado de dos cambios que están teniendo lugar en la región y que sin duda influirán sobre cuál será el panorama político al final del año:
  1. El primer cambio se está produciendo en la sociedad. Los grupos sociales, cada vez más críticos y exigentes con los partidos políticos, no se encuentran satisfechos con la situación política del momento y el sistema de partidos. Esto incide directamente en los partidos políticos, que están encontrando dificultades a la hora de empatizar con las nuevas generaciones emergentes, que esperan poder disfrutar de todos los servicios que estaban disponibles durante la conocida como “época dorada” en la región (2003-2013) y que con la desaceleración actual están incrementando su volatilidad.
  2. Precisamente esta desaceleración económica supone el segundo gran cambio que debe afrontar Latinoamérica.
El tablero de las relaciones económicas internacionales se está modificando y los actores económicos globales están adaptando sus intereses y prioridades. Ante esto, América Latina debe subirse al carro de la evolución e implantar medidas en aras de mejorar su competitividad y diversificar sus exportaciones. Sin duda, estas dos tendencias están teniendo y tendrán consecuencias sobre la realidad política de la región y, por lo tanto, deben ser gestionadas y tomadas en cuenta. Tanto es así que ya ha podido apreciarse un desgaste de los oficialismos, que ven cada vez más dificultosa su hegemonía por largos periodos o, incluso, su victoria ante la oposición en algunos países. Ante este desgaste aflora la idea de que podría estar produciéndose un “cambio hacia la derecha” en la región. Sin embargo, de los tres procesos electorales presidenciales de este año, el único en que se prevé un cambio es en el Perú, por lo que no podría hablarse de “cambio hacia la derecha en bloque”. Lo que sí está sucediendo es un cambio en la actitud de la sociedad hacia la vida política. Ahora, la ciudadanía está adoptando un papel activo y hace visible su descontento haciendo una llamada de atención a los políticos, quienes tienen el reto de adaptarse a los nuevos requerimientos para no ver mermada su legitimidad e influencia. Todo este entramado de incertidumbre y volatilidad, en el que convergen la situación económica, la política y la social, es el gran reto al que deberán enfrentarse los candidatos que resulten electos. Por supuesto, cada país va a tener su propia dinámica, por lo que no es apropiado hablar de la región latinoamericana como un todo, aunque sí se debe considerar la necesidad de que los gobernantes latinoamericanos impulsen políticas de cooperación común para acelerar el desarrollo de la región en su conjunto. En definitiva, la situación política va a ser muy heterogénea y volátil, y va a estar marcada por el incremento de la conflictividad social y una gobernabilidad más compleja que va a poner a prueba a las instituciones políticas. El reto será diseñar Estados más eficientes y eficaces, no cooptados por la corrupción y el clientelismo, y capaces de canalizar las exigencias de las nuevas clases medias. América Latina ha entrado de lleno a una nueva etapa de su historia.
Desarrollado por Jorge Cachinero, director corporativo en LLORENTE & CUENCA, Director Ejecutivo del Senior Management Program y Profesor del IE Business School y miembro del Consejo Científico del Real Instituto Elcano.
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