Estudios recientes determinan lo que ya sabíamos, pero además que aquellos que no tienen tendencias narcisistas pueden contagiarse un poco de esa compulsión.   Por Jeff Bercovici   Hace poco asistí a una cena de prensa llevada a cabo por una empresa de tecnología muy grande para echar un vistazo a uno de sus nuevos productos. Aproximadamente la mitad de la docena de asistentes éramos periodistas, la otra mitad eran ejecutivos de la empresa. Durante la hora del aperitivo antes de la comida, una periodista que yo no conocía, una joven que cubre la tecnología para un popular medio de comunicación en línea, acorraló al ejecutivo de más alto rango y lo guardó para sí. Eso es algo de reporteo agresivo, pensé, con una mezcla de admiración y envidia. Cuando tomamos nuestros asientos para la cena, la chica en cuestión consignó un asiento al lado del ejecutivo. A medida que llegaban nuestros aperitivos, el ejecutivo estrella lanzó una perorata acerca de sus antecedentes y por qué estaban todos ahí. O al menos lo intentaba. No fue capaz de conseguir hilar más de una frase o dos sin ser interrumpido por la reportera, que estaba dispuesta a demostrar sus conocimientos sobre la historia de la compañía, la industria tecnológica en general, el comportamiento de los consumidores, la industria del entretenimiento, Internet y todo lo que se iba atravesando. Al principio, el ejecutivo le dio su espacio. Sin embargo, después de aproximadamente 20 minutos, trató suavemente de imponerse hablando por encima de las interrupciones, que en ese momento habían llegado a abarcar anécdotas sobre su novio y sus programas de televisión favoritos. La chica no comprendió. Ella simplemente aumentó su volumen y gritó por encima de él. Al final, el ejecutivo abandonó su intento de provocar una discusión de grupo. Galantemente se lanzó encima de la granada y se metió en una conversación uno a uno con ella, dejándonos al resto con la libertad de hablar entre nosotros. A la mañana siguiente, la curiosidad de saber más acerca de esta presunta periodista que cree que los ejecutivos que cubre deben escuchar sus puntos de vista en lugar de al revés. La googlé. Ante mi falta de sorpresa, descubrí que es una ávida usuaria de Twitter que ha publicado más de 30,000 tweets a la fecha. Ahora, para ser justos, no son tantos si consideramos los siete años que Twitter ha estado en línea, pero el ritmo parece estar acelerándose: hoy ya ha publicado más de 40 tuits, y no ha pasado la hora de la comida. Traigo esto a colación porque de un estudio recientemente publicado por investigadores de la Universidad de Michigan determinó que las personas con personalidades narcisistas tienden a ser más prolíficas en sus publicaciones de medios sociales. El patrón es consistente en todos los grupos de edad, con una diferencia clave: los adultos jóvenes tienden a hacer su conversación en Twitter, mientras que las personas mayores utilizan Facebook. Éste parece ser uno de esos estudios en los que los autores encuentran exactamente lo que esperaban encontrar. Ciertamente, cualquiera que haya pasado cualquier cantidad de tiempo en Twitter sabe que el debate está dominado por personas que tienen muy altas expectativas sobre el valor de sus opiniones y quieren que todo el mundo los admire. Desde luego que tuitear 10 o 20 veces más que las personas que te rodean no te hace un narcisista, sobre todo si la mayoría de tus tweets son retweets o citas del trabajo de otros. Pero bien pueden ser tomados como un signo de un “gran sentido de autoimportancia”, uno de los criterios de diagnóstico para el trastorno narcisista de la personalidad. Del mismo modo, Twitter está lleno de pequeñas distinciones de estatus que se adaptan al tipo que “cree que él o ella es ‘especial’ y único y sólo puede ser comprendido por, o debería asociarse con, otras personas especiales o de alto estatus”. Una vez más, sólo porque has conseguido que tu cuenta sea “verificada” o tu nombre de usuario consista en sólo tu nombre de pila, no significa que seas un narcisista. Pero no está de más considerar la posibilidad. Y luego está esto: “Tiene un sentido del derecho, por ejemplo, expectativas irracionales de “trato especialmente favorable o cumplimiento automático de sus expectativas. ¿He mencionado que la tuitera de “elite”, a la que he dejado de seguir porque ya no podía soportar sus excesiva tweets de autopromoción, descubrió que lo había hecho y exigió una explicación? (Mentí.) Así que, sí: Twitter está dominado por narcisistas, y Facebook también. Peor aún puede reforzar tendencias narcisistas en aquellos que no tienen tendencias a ello, los investigadores de la Universidad de Michigan no fueron capaces de determinar de qué manera funciona la causalidad. Y sin embargo, yo digo que todos debemos dar gracias. Decir que los narcisistas comparten sus puntos de vista no solicitados en Twitter o Facebook es sólo decir que de alguna manera los entornos de las redes sociales son un poco como el mundo real. Pero sólo en algunos aspectos. En el mundo no virtual, no hay opción de no seguir o de dar unfollow. En Twitter, se puede hacer eso, con la certeza de que si alguien con verborragia virtual tiene algo que decir que valga la pena leerse, alguno de nuestros seguidores probablemente le dé retweet. Facebook es incluso mejor en ese sentido: puedes dejar de seguir las actualizaciones de alguien sin que esa persona lo sepa. Sí, los narcisistas están llenando Twitter y Facebook con su nociva estática, haciendo los servicios menos útiles y agradables para el resto de nosotros, pero piénsenlo de esta manera: Por lo menos lo hacen en un foro donde uno puede ignorarlos sin hacer una escena. En serio, te están haciendo un favor. Esquivar a los petulantes en línea es más fácil que hacerlo en persona. Podría ser peor. Podrías estar sentado al lado de esa persona durante tooooda una cena.

 

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