Las organizaciones no están preparadas para no tener éxito, asumen  que no se puede fallar. Piensan que las innovaciones sean en productos o procesos, independientemente de ser radicales o incrementales pueden lograrse de la noche a la mañana.   La innovación es una idea que se ha puesto de moda en el mundo, el modelo de Silicon Valley ha creado este gran constructo de jóvenes genios trabajando en una cochera produciendo ideas revolucionarias, con acceso casi instantáneo a capitales y gran demanda, esta concepción es una verdad a medias. Sin embargo, estas ideas definen de forma sistemática el entendimiento que tiene la población general sobre que constituye la innovación y sobre cómo se toman decisiones para fomentarla. Cuando nuestros clientes nos preguntan cómo volver sus organizaciones más innovadoras, en principio esperan escuchar una receta mágica que los transforme en Google. Tienen en mente la creación de algún producto, la mejora de algún proceso o cualquier cantidad de ideas que involucran el uso de tecnologías de la información. Ideas que son prácticas comunes que han visto o leído en algunos de los hubs de innovación más dominantes en el mundo, que se encuentran rodeadas de cargas ideológicas  ocultan parte de la realidad: ninguna organización se transforma en Google en un día. Esta posición inicial sin embargo no es más que una colección de lugares comunes y falta de entendimiento sobre como fomentar y manejar la innovación dentro de una organización. Estos mitos sobre la réplica  ad hoc de modelos tiende a resultar en errores fatales dentro de las organizaciones y como resultado que desistan por completo de sus esfuerzos o sufren fuertes consecuencias en su rentabilidad por su falta de entendimiento. Cinco principales dificultades existen en México para impulsar realmente la innovación.
  1. La aversión al riesgo.
  2. Fallas del sistema financiero, falta de capitales de riesgo y  fondos públicos para el desarrollo de proyectos.
  3. Fondos públicos e inversión privada en investigación y desarrollo.
  4. Vínculos entre universidades y los sectores productivos.
  5. La falta de visión a largo plazo de las organizaciones.
Los puntos2, 3 y 4 son problemas estructurales y de políticas públicas en el país, pero el 1 y el 5 son producto de los malentendidos y las decisiones equivocadas por parte de las organizaciones. Las organizaciones no están preparadas para no tener éxito, asumen  que no se puede fallar. Piensan que las innovaciones sean en productos o procesos, independientemente de ser radicales o incrementales pueden lograrse de la noche a la mañana. El Físico Mervin Kelly alguna vez presidente de los legendarios Laboratorios Bell y quien dirigió una de las instituciones más innovadoras en la historia, con proyectos que avanzaron la tecnología de magnitud solo equiparable al del programa Apolo o el proyecto Manhattan solía referirse de esta manera a la búsqueda de la innovación. “Las probabilidades de fabricar algo verdaderamente nuevo y popular siempre han tendido hacia el fracaso. Es por eso que se debe permitir la libertad para explorar ideas incluso sino son concretas” Esta aceptación de la posibilidad de fallar, la capacidad de asumir riesgos es una de las características más importantes para impulsar la innovación en cualquier ámbito. Desafortunadamente, en México la aversión al riesgo es muy elevada por la falta de competencia y la gran concentración de poder de mercado en la mayoría de los sectores económicos. En México no se requieren correr grandes riesgos para obtener grandes utilidades. Una organización que desea innovar debe preocuparse por tener una visión a largo plazo de su industria y por integrar y mejorar el capital humano con el que cuenta. De aquí surge la necesidad de la vinculación entre empresas y universidades; Kelly decía “Para innovar, una institución creativa requiere de las mejores personas, una masa crítica de estas para impulsar ideas explosivas, preocuparse por la educación y habilidades de sus más prometedores pero menos exitosos empleados, no por altruismo sino porque la industria moderna se ha vuelto tan compleja que requiere hombres y mujeres entrenados a niveles superiores a los de las universidades” Otro claro error de muchas organizaciones grandes o pequeñas es la de querer iniciar proyectos de innovación sin recursos o sin contemplar estrategias adecuadas para hacerse de ellos. México, a diferencia de otros mercados, cuenta con servicios financieros deficientes, no existe un acceso al crédito adecuado y el capital de riesgo es virtualmente no existente. Muchas organizaciones cometen el error de buscar sus recursos en los lugares equivocados o de aventurarse sin contemplar los grandes costos que estas actividades pueden presentar. La iniciativa privada en México invierte muy poco en hacer investigación y desarrollar productos o servicios. Estas son razones por la que muchos startups en México no logran llegar a su potencial, el acceso a recursos es complejo y no están conscientes de su correcta administración. Cometen un error que el mismo Kelly reconocía hace más de 70 años “Nunca subestimes la importancia del dinero, una institución creativa requiere de un flujo estable de dinero” Por último, el mito más dominante sobre la innovación es que inventar algo equivale a innovar. La innovación es más que solo inventar cosas, innovar requiere un balance delicado entre la factibilidad técnica del producto, servicio o proceso, la capacidad de implementar dicha novedad y la más importante de las tres: la existencia de una necesidad o demanda en el mercado. Hace 70 años esto era tan cierto como ahora, parafraseando a Mervin Kelly “Algunas veces las innovaciones salen de necesidades económicas, hacer algo más barato o más eficiente, algunas veces de necesidades originadas de cambios culturales en una sociedad en movimiento, muchas veces de necesidades militares. Los laboratorios Bell tienen la ventaja de la necesidad.” Las condiciones que hacen de lugares como Silicon Valley, Boston o Tel-Aviv centros mundiales de la innovación no son condiciones que existen hoy en México. No existen de manera estructural (falta de inversión, baja productividad por falta de acumulación de capital humano y falta de competencia) y mucho menos lo hacen en las actitudes particulares de la iniciativa privada (falta de planeación, desorden, falta de entendimiento de sus mercados, mala toma de decisiones). Cuando nuestros clientes se aproximan y nos piden asesoría para transformar sus organizaciones, evaluar sus proyectos o implementar procesos de innovación mi recomendación inicial es siempre eliminar todas estas ideas preconcebidas sobre qué es y qué no es la innovación.  La mejor estrategia  es generar en conjunto un modelo que realmente funcione para la realidad específica de sus empresas y de México, no buscar adaptar modelos diseñados para funcionar en otros contextos.

 

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