Si durante tu estancia en Houston visitas el Museo Menil y la capilla Rothko, créeme, nunca más verás este lugar como un destino cuyo único atributo son sus centros comerciales.   Aunque muchos no lo crean, Houston, además de ser una ciudad ideal para hacer compras (centros comerciales como La Galleria o Premium Outlets son la prueba de esto), tiene una propuesta gastronómica que no le pide nada a las principales urbes del planeta, y sumado a ello posee una importante cantidad de museos con diversas temáticas, desde el Museo de Historia Natural hasta el de la NASA, o también se pueden encontrar joyas como la Menil Collection. Ubicado en un lugar conocido como el Barrio de Arte, este circuito comprende el edificio en el que podemos admirar la colección de arte de John y Dominique Menil, una acaudalada pareja francesa que emigró a Houston durante la Segunda Guerra Mundial, en la cual se incluyen obras de Picasso, Miró, Magritte y Pollock, así como cartas escritas por Andy Warhol, y casas que pertenecen a ellos y que albergan causas de su fundación, y la capilla Rothko.
'Menil Collection'

‘Menil Collection’

De este lugar llama la atención que no es un museo tradicional. Al entrar da la impresión de que estamos en un loft de arte con una museografía sencilla que nos va llevando de punta a punta recorriendo varias expresiones artísticas… incluso es posible toparse con propuestas descabelladas como en la actual exposición llamada Silencio, en la que en un espacio vacío un hombre retoza en el suelo dando vueltas, y aparentemente enfrentándose al sonido que genera su silencio. Al salir del Museo Menil viene lo mejor: una visita a la capilla Rothko… un sobrio espacio de oración y reflexión en el que conviven todas las religiones y que representa una reunión de fieles que buscan un lugar pacífico en el que puedan meditar.
Rothko Broken Obelisk

Rothko Broken Obelisk

En 1964, Dominique y John Menil encargaron de forma directa al artista Mark Rothko la creación de este espacio, proyecto que fue aceptado por el prestigioso artista y que adoptó de tal forma que es una de sus obras más características.
Mark Rothko

Mark Rothko

Al entrar nos encontramos con los libros de rezos, todos ubicados en una misma banca y uno al lado de otro, sin dar jerarquía especial a ninguno. Dos colores sobrios predominan en la capilla, que no tiene alguna imagen o figura religiosa; únicamente al centro, en el techo, es posible ver un pequeño espacio abierto al cielo, detalle que me hace pensar en que eso significa que Dios (cualquiera que sea) es el eje de ese lugar y que una entrada de luz es más que suficiente para rendirle culto. En definitiva, la vibra es especial. Su silencio provoca paz, pero también se siente algo denso; quizá influye pensar que sólo 6 años después de que Rodko trabajó en esa capilla decidió quitarse la vida, sentir que hay algo de tristeza en este concepto. Sin embargo, no he conocido un templo más atinado que éste: no es ostentoso, no derrocha opulencia y es lo que tiene que ser: simplemente un lugar para lograr una conexión espiritual con quien sea que creamos que guía nuestros pasos. Después de salir del Museo Menil y la capilla Rothko recomiendo dar un paseo por la zona de Montrose, llena de pequeñas tiendas, restaurantes y poblada de gente interesante… Si durante su estancia en Houston dedican una mañana o una tarde para hacer esto, créanme, nunca más verán este lugar como un destino que tiene como único atributo sus centros comerciales.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @mariagiuseppina   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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