Este material forma parte de nuestra última edición de 2016, en la que presentamos a quienes han tenido la habilidad de combinar tres elementos clave: inspiración, creatividad e innovación. Busca ya tu ejemplar.
Mexicanos creativos: El estilo Diego Luna
Diego Luna ha llegado adonde pocos actores mexicanos se han atrevido: a una Galaxia muy muy lejana en el universo de Star Wars.
Diego llega puntual a la cita. Vestido casual y cuidadosamente desaliñado, afable y dispuesto, se da un tiempo para compartir con nosotros las claves que aplica para mantener la mente fresca y las ideas fluyendo.
Éste es el proceso creativo de Diego Luna, en cinco pasos.
1. Pierde el miedo
Decía JJ Tolkien que un hombre que huye de sus miedos podría terminar descubriendo que sólo ha tomado un atajo hasta ellos. Diego Luna lo sabe, por eso, ha hecho frente a sus temores una y otra vez. Lo hizo a los nueve años, en su debut en televisión. Luego a los 28, con su opera prima como cineasta y lo ha hecho una y otra vez como actor, más recientemente en el set de Rogue One; a Star Wars Story, una cinta que no sólo lo consagra como uno de los actores mexicanos con mayor proyección internacional, sino que también lo mete a los libros de historia como parte de la franquicia del cine que lo cambió todo en el mundo de la cultura pop.
Su destino era inevitable, llegó al mundo rodeado de tramoyas. Su madre fue diseñadora de vestuario y su padre es escenógrafo, un hombre de entretelones cuyo nombre está ligado al de grandes producciones de los grandes teatros no sólo de México, sino de todo el mundo. Diego nació con un libreto bajo el brazo. Así que para él, dar un paso hacia lo desconocido se convirtió en una constante y en la primera fase del proceso creativo, el que lo ha llevado a convertirse en una figura internacional.
“Todavía me aterra comenzar un nuevo proyecto, pero hay que perderle el miedo al miedo, es una parte importante del proceso creativo. Yo he tenido que convivir con la inseguridad desde que tengo memoria, es vital porque te dice que estás tomando un riesgo, que estás haciendo algo nuevo”, dice en su característico tono de voz suave.
“El miedo viene de la mano de esos proyectos que cambian tu vida. La sensación es rica, diría que hasta adictiva. Después te das cuenta de que las cosas terminan y que tienes la oportunidad de reinventarte”.
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2. Olvídate de la rutina, pero disciplínate
Hecho en Ciudad Universitaria, donde pasó buena parte de su infancia y su juventud, Diego asegura que no tiene ninguna rutina creativa y que prefiere alejarse de los métodos cuando de interpretar a un personaje se trata. Pero la falta de rutina no significa que no haya disciplina.
“Debes ser súper disciplinado porque si no te quedarías esperando la gran idea. Los escritores dicen que hay que sentarse a escribir todas las mañanas, aunque no tengas nada que decir; hay que sentarse frente a ese papel y tener la disciplina de dedicarle un tiempo, aunque no pase nada…”, dice Luna, quien ha coescrito dos películas y dirigido cuatro.
De todo, dice, lo que más le gusta es escribir. No es que reniegue de su rol de actor, porque, al actuar no deja de ser un creador, pero es la herramienta de otro y de su punto de vista. “Actuar es eso, es encontrar todas esas afinidades con el punto de vista del director, entonces te sumas a su proyecto y te pones a su servicio”.
Más allá de dedicarle unas horas a intentar domar un par de palabras para darles forma en el papel, no sigue una rutina. Lo que sí sabe es que el mejor trabajo es el que se hace en equipo. Y el tercer paso aquí empieza a contarse.
3. Encuentra un equipo
Aunque las ideas se generan de forma individual, la creatividad es un ejercicio colectivo. “Para mí es importante la colaboración. Siempre he coescrito mis guiones, no sólo porque no tengo una formación de escritor, sino porque tener otra visión es muy enriquecedor”.
No obstante, “en este trabajo, si bien puedo tener un chingo de ideas que valgan la pena y demás, si no me involucro con la gente correcta y le dedico el tiempo, las ideas no se dan. Pasa en el cine y el teatro también, pero en el cine es más claro. El cine se hace en equipo y para tener un equipo hay que estarlo alimentando, hay que estarse escuchando, hay que tener esa rutina de pelotear las ideas y eso no se hace solito, hay que hacerlo”.
El cine, su pasión definitiva, ha llevado a Diego a colaborar con equipos de producción en México y Estados Unidos. ¿En dónde es más fácil hacer cine? “Depende de qué entendamos por fácil. Aquí (en México) encuentro mucha más libertad porque hay menos estructuras que te digan cómo tienen que hacerse las cosas. En muchos sentidos es un campo virgen y en Estados Unidos puedes encontrarte, aunque no siempre, con estructuras ya establecidas que cuesta mucho cambiar. Hoy puedo decir que las cosas que hemos hecho aquí o las cosas en las que me he involucrado habrían sido mucho más difíciles de lograr fuera de México, esa libertad que yo vivo en este país es envidiable en cualquier otro”.
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4. No pierdas la curiosidad
El hambre de saber qué están haciendo los otros es una sensación que no debería saciarse nunca. Alimentarse constantemente de la creación de los demás es importante, casi tanto como echar un vistazo en el espejo. “Tener el rigor de preguntarte todos los días qué quiero contar, qué estoy haciendo”, dice Luna.
Para todo aquél con inclinaciones artísticas, él aconseja, primero, “buscar referentes, pero no repetir historias”, y quizá igual de relevante, “no olvidarse de que para hacer esto hay que ser público, no puedes dejar de serlo o corres el riesgo de marchitarte. Aliméntate constantemente con el trabajo de otros y ocupa tu sitio como público”.
5. Epílogo
Diego está en ese punto en el que no sería considerado por alguien mayor como un chavito, pero que un chavito tampoco lo consideraría alguien mayor. En este momento de su vida luce en paz, sin prisa de llegar a ninguna parte. “Lo que me tiene haciendo lo que hago es el mismo deseo de siempre: contar historias, conectar con el público, generar reflexión y debate. Lo cierto es que cada vez con una mayor libertad, cada vez me siento más en control. Como actor estás en las manos de otro y en los últimos 10 años he hecho exactamente lo opuesto, tomar control, contar mi propia historia. Eso ha sido un gran salto, vas madurando, vas entendiendo mejor cómo proteger tus intereses y lograr tus metas”.