Ya no es tiempo de sólo resolver los típicos problemas de comercio, población o migración entre México y EU; es entender la relación bilateral en contextos internacionales.   La vieja anécdota de la campaña de Clinton, cuando un ayudante preguntaba cuál era el tema de la campaña y le contestaron: ¡es la economía, estúpido!, puede aplicar ahora a la situación que viven México y Estados Unidos al no tener embajadores. Recordemos que el presidente Obama, en septiembre del 2014, nominó a Maria Echaveste, de descendencia mexicana, como embajadora de Estados Unidos en México, pero los republicanos congelaron el nombramiento; el pasado febrero, la funcionaria pidió retirar su candidatura, y al momento, el proceso está, digamos, detenido, por lo que el embajador Wayne sigue en espera de su remplazo. Por su parte, México retira al embajador Medina Mora de la embajada de Washington para convertirlo en ministro de la Suprema Corte de Justicia. Mientras, aquí, en los corrillos políticos se hacen todo tipo de artilugios para descubrir si el funcionario que se mandará a Washington deberá ser de corte diplomático, o más con un perfil de economista, o un político de cepa. Y, pues, déjenme decirles que la respuesta, en la actualidad, para tomar la decisión, es parecida a la campaña de Clinton, pero con una adecuación: ¡es la geopolítica, estúpido! Veamos los hechos. Después de mucho tiempo, Estados Unidos empieza a consolidar su economía: ya hay crecimiento; se convirtió en el primer productor de petróleo; está empujando una América para los americanos, “la suya de ellos”, perdonando la expresión; hace un acuerdo con Cuba para alejar los vientos comunistas. Por otra parte, mantiene en la congeladora el acuerdo del TPP; ante eso, Venezuela inicia la típica contraofensiva escandalosa, tirándose al piso y clamando que hasta los van a invadir, porque es la única forma de llamar la atención, ya que cada día está quedándose más sola, triste y totalmente desamparada. En México, aunque la izquierda, la CETEG y todas las izquierdas radicalizadas no quieran aceptarlo, ya somos parte del juego mundial de la geopolítica; las reformas estructurales en energía y telecomunicaciones, así como el volumen del turismo, la importación de autos y televisores, y los ajustes en nuestra actividad diplomática… ya entramos en el juego mundial y la posición de la embajada más importante del planeta no es un asunto menor. Para México es un buen dilema la decisión de a quién va a mandar, qué funcionario entra en esta descripción de entender la relación Estados Unidos-México en un ámbito de geopolítica. Ya no es tiempo solamente de resolver los típicos problemas de comercio, población, inmigrantes entre las dos naciones; es entender los problemas de los dos países en contextos internacionales, en medio de una guerra de tipo de cambio, precios del petróleo, el pleito con los rusos y el Medio Oriente, además de las presiones internas entre demócratas y republicanos, que pega en asuntos de energéticos, seguridad interna y seguridad nacional en los dos países, y, por supuesto, el asunto de narcotráfico y delincuencia organizada. Además, la contención de China y de Europa en América, los problemas de los mercados emergentes como Brasil y la idea de volver a traer todas las maquiladoras de regreso a su territorio, la autorización de los ductos de Canadá y finalmente estamos a un año de que se venga el proceso electoral estadounidense. En fin, la agenda es muy larga y ya no es una agenda bilateral; son muchos temas con todo el mundo. La pregunta en el aíre es: ¿qué personajes de ambos lados de la frontera serán los expertos en geopolítica que serán escogidos para representar durante los dos próximos años?   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @Marcovherrera   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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