- Geolocalización: Necesitaba saber de dónde se estaban enviando los mensajes.
- Temporalidad: Las fechas de los posts permitían conocer cuándo se efectuaban ciertas compras o se realizaban viajes.
- Vinculación de las cuentas: Serafín Zambada y los narcomillennials investigados tenían vinculadas sus cuentas de Facebook, Twitter e Instagram. Si posteaba algo en una, aparecía en las otras dos cuentas.
Narcomillennials, herederos de un negocio de 40,000 mdd
Estos jóvenes controlarán algún día el negocio de sus padres: el narcotráfico. Son los herederos de un imperio valuado en 40,000 mdd sólo en México. Aunque, gracias a la tecnología y a su corta edad, la forma como se hace este negocio podría cambiar.
Pueden llegar a tener tigres y panteras como mascotas, visten con ropa de lujo comprada en Nueva York, conocen a estrellas como Paris Hilton o Megan Fox, comen langosta y degustan los vinos más exclusivos, cargan cadenas de oro, usan Rolex y les encantan la tecnología y las redes sociales. Pero también escuchan narcocorridos, les gusta el tequila, usar drogas, sobornar a diputados, senadores, agentes de la Policía Federal y de la Defensa y controlar el negocio de sus padres. Ellos son los narcojuniors o narcomillennials.
Su historia está contada en el libro electrónico de reciente aparición Narcojuniors: los herederos del poder criminal, de José Luis Montenegro, editado por Penguin Random House. En el texto se retrata la vida y los excesos de estos jóvenes que en un futuro podrían llegar a ser los herederos de un imperio valuado en 40,000 millones de dólares al año sólo en México, según la página havocscope.com, especializada en datos delictivos.
“Creo que es importante hablar de estos capos porque se están empoderando a la vista de todos. Y tanto tú como yo estamos inmersos en actividades digitales, compartimos nuestra vida en tiempo real, estamos comentando, haciendo check in. Es interesante saber que nosotros también corremos peligro porque estamos compartiendo el mismo espacio”, comenta en entrevista José Luis Montenegro, periodista y escritor.
Estos personajes han cobrado mayor importancia en los últimos años debido a la rapidez con que viaja la información. No tienen empacho en utilizar las redes sociales para mostrarse u operar sus negocios. “Las usan como un método de comunicación para llevar a cabo sus actividades ilícitas. Aunque también quieren sentirse presentes dentro de la vida pública del país y sentir que tienen autoridad”, comenta el autor.
La falta de regulación en las redes sociales facilita este tipo de conductas, y aunque existe una policía cibernética, para Luis Montenegro, los resultados son inexistentes.
“No hay una regulación en redes sociales. Se dice que hay una policía cibernética en México, pero si nos atenemos a esa lógica de que tenemos un buen respaldo de manera tecnológica, pues no se están viendo los resultados. Porque ahí siguen y siguen subiendo fotos. Finalmente, a las autoridades no les interesa porque no los quieren atrapar”, sentencia Montenegro.
Una historia en redes sociales
Todo comenzó por una cuenta de Twitter, en específico la de Serafín Zambada, hijo del “Mayo” Zambada, uno de los más importantes líderes del cártel de Sinaloa. Según datos de las agencias de seguridad de México y Estados Unidos, Serafín fue capturado por su actividad en redes sociales, pues publicaba fotografías de sus lujos.
“Empecé a investigar y encontré que esta cuenta tenía mucho potencial, creía que debía de haber algo más allá de lo que estaba apareciendo en medios. Seguí la ruta de ésta y otras cuentas y me encontré con que eran 75; son las más esenciales. Se van moviendo, van cambiando, son efímeras”, cuenta José Luis.
El autor comenta que utilizó tres datos para saber si las cuentas de estos narcomillennials eran reales: