El problema de la economía mexicana no es el mercado interno, sino más bien la oferta productiva, que no alcanza a satisfacer la demanda. Ni la demanda interna ha estado débil ni su fortaleza hará crecer más a la economía. Existe confusión en quienes antes diagnosticaron debilidad de la demanda interna y ahora le atribuyen a su fortaleza el milagro del crecimiento futuro. En los últimos años se ha culpado al mercado interno de la debilidad del crecimiento de la economía e incluso se ha pedido fortalecerlo a través de medidas transitorias de política económica. Ahora que, al parecer, el mercado interno empieza a dar señales de fortaleza surgen versiones que lo ven como el motor del crecimiento futuro. La realidad mostrada por los datos duros de la economía señalan que las versiones anteriores están equivocadas. Ni ha existido tal debilidad del mercado interno en los últimos años, ni la aparente fortaleza se traducirá en un mayor crecimiento económico, por la sencilla razón de que el problema no ha sido la demanda interna, sino más bien la limitada capacidad productiva nacional. coutinoblog En primer lugar, las cuentas nacionales señalan que en los últimos tres años (2013-2015) no ha existido tal debilidad del mercado interno, ya que la demanda interna ha crecido muy por encima de la producción interna bruta. Esto ha generado un exceso de demanda resultado de que la producción nacional no ha sido capaz de satisfacer la demanda nacional de consumo e inversión. En efecto, la demanda interna sí ha avanzado en los últimos tres años y a una velocidad superior a la de la producción de bienes nacionales. Es decir, las empresas mexicanas no han sido capaces de producir al mismo ritmo que demanda el mercado interno, por lo que ese exceso de demanda ha sido satisfecho por mercancías importadas. Dicho exceso de demanda ha crecido desde un 0.7% como proporción del PIB en 2013 hasta 1.1% en 2015. Lo grave del asunto es que la poca capacidad de respuesta del aparato productivo nacional ha sido compensada por una mayor penetración de importaciones. Así, los datos muestran que mientras en 2012 la demanda interna era satisfecha en 68.5% por bienes producidos internamente, en 2015 los bienes internos sólo cubrieron 66.3% de la demanda interna total, cediendo terreno a las importaciones en poco más de 2 puntos porcentuales. Así, a pesar de la ganancia en competitividad cambiaria que tuvieron los productos nacionales, la penetración de importaciones aumentó precisamente porque las empresas mexicanas no tuvieron capacidad productiva para satisfacer el aumento en la demanda interna. Esta limitada capacidad productiva nacional se evidencia por la falta de inversión en ampliación y modernización del aparato productivo nacional para responder a aumentos en la demanda. La inversión como proporción del producto cayó de 22.8% en 2012 a 22% en 2013, para ligeramente recuperarse a 22.4% en 2015, por lo que el aumento en la demanda interna se debió totalmente al consumo. Así, la insuficiente inversión productiva sigue siendo la limitación más importante del aparato productivo nacional, más no la falta de demanda interna, por lo que es un error afirmar que el mercado interno se mantuvo débil en estos últimos tres años, puesto que la demanda interna fue siempre superior a la producción interna bruta. Culpar al mercado interno del mediocre crecimiento económico es un error derivado de un análisis equivocado. También es aventurado afirmar que el aparente fortalecimiento del mercado interno, que se empieza a ver en 2016, va a dinamizar el crecimiento económico. Primero, porque la demanda interna nunca fue débil en los pasados tres años, sino más bien robusta. Segundo, porque a pesar de tener un mercado interno creciendo por encima de la producción nacional, esto no se tradujo en mayor crecimiento económico; por el contrario, derivó en una mayor penetración de importaciones ante la limitada capacidad del aparato productivo nacional. En este sentido, centrar las esperanzas de un mayor crecimiento económico en un mayor fortalecimiento del mercado interno no sólo tiene poco sustento histórico, sino que incluso puede llevar a un mayor desequilibrio externo. Si la economía continúa sufriendo de anémica inversión productiva, el avance adicional del mercado interno se irá a importaciones, por lo que pretender estimular el consumo privado con la esperanza de que redunde en mayor crecimiento puede llevar a la economía mexicana al mismo error que cometió Brasil en la última década y que mantiene a su economía postrada en una recesión profunda y alargada. Por lo tanto, la realidad mexicana demuestra que la solución al bajo crecimiento de la economía está en ampliar la inversión en capacidad productiva y no en estímulos transitorios hacia una “aparente” debilidad de la demanda interna. El incremento en el flujo de crédito bancario que se ha dado, si no encuentra sustento en la creación de empleos permanentes y mejor remunerados porque la economía no alcanza una velocidad mayor y más estable, puede llevar al sistema bancario a una situación de vulnerabilidad financiera. Así, un desequilibrio externo creciente podría ser el próximo factor de vulnerabilidad para el país, como resultado de un exceso de crédito al consumo que supere en mucho las posibilidades productivas de la economía mexicana y se acomode en crecientes importaciones.   Contacto: Twitter: @AlfredoCoutino Página web: Alfredo Coutino   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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