Por Andrés Arell-Báez La idea de Steve Jobs fueron los circuitos electrónicos; su desarrollo, la creación del primer computador de fácil uso; su emprendimiento, Apple, y su innovación, la variada gama de productos que hoy ofrecen y que constituyen su éxito comercial. Ernesto Kruger, fundador de Kruger y Asociados, explica así el modelo IDEI (idea, desarrollo, emprendimiento e innovación), como base para todo el proceso de crecimiento y consolidación de un empresario. “Este proceso debe ir acompañado de optimismo, no tener miedo al fracaso, buscar necesidades de mercado para ser diferenciados, un gran networking y, por supuesto, saber relacionar o conectar elementos necesarios para desarrollar un proyecto.” A esto último, Ernesto lo llama “la paradoja de los legos”, que quiere decir que a la hora de montar un negocio se cuenta con sólo unas piezas, pero hacen falta otras, y conectándose con otras personas, que tienen otras piezas, se puede lograr concretar la idea que se tiene y concluir en emprendimiento exitoso.
Ernesto Kruger. (Foto: Andrés Arell-Báez)

Ernesto Kruger. (Foto: Cortesía)

Con esto en mente, en 1993 nació Kruger y Asociados, organización que entonces, como nos dice su fundador, “no contaba ni con oficina ni con asociados; tan sólo con un beeper, una maleta y muchos sueños”. Hoy es una corporación ecuatoriana enfocada en la solución de todo tipo de problemas empresariales a través de la implementación de procesos tecnológicos de vanguardia y en la innovación tecnológica, consiguiendo crecer a dos dígitos anualmente, con una facturación de 15 millones de dólares en 2015, obtenidos gracias a sus negocios en Ecuador, Perú, Chile y Estados Unidos. En palabras de Ernesto, “lo que hacemos es un estudio de arquitectura empresarial para el cliente, alineando su estrategia comercial, su capacidad operacional y su tecnología, para hacer un diagnóstico que nos permita encontrar cómo mejorar su eficiencia, productividad, calidad, posición competitiva y participación en el mercado, con el uso de la tecnología. “Siendo este elemento, la tecnología, algo transversal a todos los sectores, hemos consolidado clientes en telecomunicaciones, retail de hipermercados, banca, finanzas, energía y gobierno.” En 2013 abrieron una nueva línea de negocio, Kruger Singularity, con la que provisionan el diseño, adquisición, gestión y construcción de proyectos de ingeniería multidisciplinarios. “Con esta expansión –nos cuenta Ernesto– calculamos incrementar nuestros ingresos hasta 200 millones de dólares en los próximos 5 años, gracias al desarrollo de proyectos como represas de generación de energía eléctrica, sistemas de transporte público usando teleféricos, sistemas de remediación ambiental y mejoramiento de la fluidificación de petróleos.” Esta empresa está cimentar en una filosofía y cultura empresarial estructurada en “los valores Kruger”, que se materializan en el edificio de la empresa, el K+. Buscando un ambiente de trabajo muy googleano, como ellos mismos dicen, han establecido un espacio laboral “lleno de felicidad para sus empleados”, el que trae como consecuencia una mayor productividad, eficiencia y sentido de logro. “Nosotros no venimos a trabajar acá –dice Ernesto–. Venimos a disfrutar encontrando soluciones a los problemas de nuestros clientes y a inventar nuevas tecnologías.” En el K+, al ver las gradas en la entrada se descubren unas formas de legos en vivos colores. En el primer piso, los cubículos son abiertos y tienen una cama elástica, una mesa de billar y otra de ping pong. Los tres primeros pisos cuentan con un colorido tobogán, para que las personas se puedan desplazar. La sala de reuniones es una cancha de fútbol en miniatura, y en medio de todo, una pared para escalar. Allí se vive un ambiente de trabajo alejado de lo tradicional. En el edificio no hay relojes y, por ende, no hay horarios. Se asigna las labores y se esperan los resultados. El espacio está diseñado para que sea cómodo y cuenta con la alimentación gratuita para sus empleados. Más aún, el aire que se respira es de fraternidad constante, gracias a los eventos que regularmente se hacen, en donde resaltan los deportivos, transmitidos por su canal en YouTube, el KSPN, y el área artística cubierta por su reality propio, el Kruger tiene talento. Todos estos eventos están a cargo del departamento de Talento Humano y Cultura, del que llama la atención la posición del coordinador de Happiness. Para Kruger, lo más importante en su empresa es el capital humano, y en esa área se ha impuesto un estilo no tradicional, cuya base “es la búsqueda de personas y no de títulos”, pues consideran que “la actitud de querer aprender es más atractiva que un diploma”. Esa particular búsqueda de talento proviene de una posición muy marcada de Ernesto, quien a pesar de respetar profundamente la institución educativa, dice que “la verdad es que en la universidad se estudian profesiones que no van a la velocidad del mercado. La mejor universidad es la experiencia práctica. Por eso nuestra búsqueda constante por personas proactivas y con capacidad de aprender”. En Kruger también se creó un espacio para la incubación de startups o empresas nacientes denominado Kruger Labs, que, según difundió el diario El Comercio de Ecuador, está “inspirado en los ecosistemas de Google, Facebook y Twitter”. Se trata de una incubadora y aceleradora de startups, creada en medio de un ambiente lúdico para favorecer la fluidez de las ideas de los emprendedores, permitiéndoles expandir su creatividad. Esta área de apoyo e inversión en nuevos empresarios, también inspirada por sus empresas modelo, es una parte notoria en la empresa. “La responsabilidad empresarial debe ser máxima. Uno debe retornarle a la sociedad algo –dice Ernesto–, y es por eso que creamos esta incubadora de negocios, donde esperamos darles un enorme impulso a nuevos emprendimientos, teniendo al día de hoy 9 iniciativas ya estructuradas y en funcionamiento, listas para llevar a mercados de capitales en Estados Unidos.” Parte de Kruger es experimentar con nuevas tecnologías, como el caso de la realidad aumentada con los HoloLens, los sensores Knets, las aplicaciones móviles, el Internet de las Cosas, los carros eléctricos, las smart cities, el software embebido, los juegos, los lenguajes de programación y las metodologías ágiles. De ese trabajo surge lo que ellos llaman “las piezas de lego”, que serán usadas a futuro para dar soluciones innovadoras a sus próximos clientes. “Lo que queremos es crear tecnología que no existe.” Para Ernesto, “todo emprendedor empieza por dos razones: porque ve una oportunidad o porque tiene una necesidad. En mi caso fue por la segunda”. Hoy podríamos decir que, en general, a toda América Latina le tocará comenzar a despertar el espíritu emprendedor por la necesidad, puesto que su época de bonanza con el alza en los precios de los commodities ha llegado a su fin. En un artículo reciente de El País de España titulado “América Latina empeora y seguirá decreciendo en 2016, según el FMI”, se lee que “la región latinoamericana se ve muy afectada por dos de las grandes incertidumbres del momento: el bajo precio del petróleo, que castiga a los países exportadores, y los riesgos del repliegue final de los estímulos monetarios de Estados Unidos, ya que eso agrava los problemas de deuda de muchas economías con pasivos denominados en dólares”. La preocupante realidad es que en América Latina la situación institucional no invita al optimismo. “No hay acá la infraestructura legal y financiera para emprender –se queja Ernesto–. Una empresa que arranca en América Latina debería tener todas las facilidades para contratar y estructurarse legalmente. No se le puede pedir a un emprendedor que contrate a alguien bajo todos los parámetros laborales, ni que pague impuestos en un inicio. Toca impulsarlo, esperando que más adelante sea una gran empresa que responda por todos los requisitos que el Estado impone. “Además, para hacerlo aún más difícil, no hay un mercado de capitales de riesgo de emprendimiento que les permita financiarse. Pero más importante que esas iniciativas individuales es crear políticas que ayuden a generar el mejor capital humano posible, permitiéndonos transformar la región en una que invite a la gente a tomar riesgos, a crear empleos, generar riqueza y acabar varios de nuestras problemáticas sociales. Si tenemos gente trabajando, no tendremos gente robando, y la sociedad crecerá en su totalidad, por dar un ejemplo.” Frente al nuevo escenario, en el que se nos obliga a buscar alternativas para alcanzar nuestra estabilidad económica, Ernesto propone tener un pensamiento crítico, que, tal y como lo explicó en su charla para TEDx, no es más que “ver las cosas que aún no existen, manteniendo una visión escéptica del mundo, buscando alterar el statu quo, cambiando las estructuras para construir un mundo mejor”. Eso, y “perder el miedo al fracaso”, es el mejor consejo que Ernesto puede dar, “porque –como dice él– si intentas nunca pierdes. En el peor escenario, un fracaso se convierte en experiencia que adquiriste”. También nos dice que “hay que estar lleno de humildad (entender la necesidad constante de aprender) y de compromiso (hacer lo que nos comprometemos a hacer)”.
Andrés Arell-Báez es escritor, productor y director de cine. CEO de GOW Filmes.   Contacto: Twitter: @andresarellanob   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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