El gigante brasileño Odebrecht quiere construir una presa y una central eléctrica en la capital de Veracruz, pero los pobladores ven en ello el fin de sus cultivos y del ecoturismo en la zona. La moneda está en el aire y las tensiones se acumulan.         El viernes 14 de febrero  en Xalapa,  la capital del estado de Veracruz, la empresa brasileña Odebrecht compareció ante legisladores, pobladores y diputa­dos locales para explicar los motivos para construir una presa y una hidroeléctrica en el río Los Pescados, perteneciente a la cuenca de La Antigua, un proyecto al que se opone un sector de los pobladores de la región. Los opositores al proyecto encontraron decepcionante la estrategia de una de las empresas más importantes de Brasil. “Ellos sólo presentan un video con una animación de mariposas […] que no nos da la visión de cuáles son los beneficios o los perjuicios que causarían”, dice Jorge Milán, vocero del Movimiento Pueblos Unidos en Defensa de la Cuenca del Río La Antigua. Odebrecht, empresa que opera en 18 países dentro de las regiones de América del Norte, África, Europa y Medio Oriente, con ingresos brutos por 41,317 millones de dólares (mdd) en 2013, no logró persuadir a los pobla­dores sobre una obra que promete abastecer de agua a más de 200,000 habitantes de Xalapa y dotar de energía eléctrica a más de 300,000, con la habilitación de una planta generadora con capacidad para producir 70 megawatts (MW). El 13 de marzo pasado, el Congreso local aprobó las modificaciones al presupues­to del estado para realizar el Proyecto de Propósitos Múltiples Xalapa de abasteci­miento de agua a la capital veracruzana y producción de electricidad, que tendrá una inversión superior a 350 millones de pesos (mdp), bajo el esquema de asociación público-privada, que involucra la participa­ción del gobierno del estado. Hasta el momento, la empresa cuenta con un permiso condicionado que le otorgó la Comisión Reguladora de Energía (CRE) para operar la central hidroeléctrica bajo el modelo de Pequeña Producción de Energía Eléctrica, que tendrá que ser refrendado una vez que Odebrecht cumpla con los manifies­tos de impacto ambiental y social, y que éstos sean aprobados por las autoridades. Pero más allá de los beneficios o perjuicios que el proyecto de Odebrecht pueda traer, los inversionistas comienzan a ver la operación de hidroeléctricas en México bajo la figura de pequeño productor como una fuente de ganancias segura y atractiva. Ante la falta de infraestructura en el país para distribuir gas natural (uno de los combustibles más económicos para generar electricidad), la Comisión Federal de Elec­tricidad (CFE) compra fluido eléctrico a los pequeños productores conforme a un esque­ma llamado de “costo total de corto plazo”, que establece una contraprestación de hasta 98% sobre el costo de producción. El esque­ma aplica para productores con capacidad de hasta 30 MW y el pago recibido de la CFE puede aumentar en el caso en que la entrega de electricidad sea durante emergencias o si la escasez de combustible eleva los costos. Ésta es la historia que mantiene agitada la corriente del río La Antigua.   La resistencia Para los pobladores de Jalcomulco, comuni­dad cercana a los cauces del río La Antigua, la normalidad se interrumpió el domingo 19 de enero. Ese día, más de 15 equipos de perforación y grúas entraron en los márgenes del río, y cuando los alarmados pobladores se acerca­ron a preguntar qué sucedía, los operadores de los equipos les informaron que realizaban estudios de suelo con miras a la construc­ción de una hidroeléctrica. Después de reunirse y conversar sobre lo que sucedía, los habitantes de Jalco­mulco decidieron plantar un campamento permanente en la carretera para vigilar las actividades de los nuevos “vecinos” que se instalaron aquella tarde. Este municipio, ubicado en la región central de Veracruz, ofrece a 80,000 personas que lo visitan cada año atractivos turísticos como el descenso en río o rafting, así como tirolesa y rapel. El principal temor que guardan los veracruzanos de aquella zona es perder los beneficios del río, como disponer de agua para sus cultivos y del afluente necesario para la organización de deportes extremos a cargo de más de 37 empresas. “Jalcomulco es la cuna del turismo de aventura y naturaleza a nivel mundial, ya que tiene el único río en donde se puede realizar el descenso de balsas todo el año”, explica Óscar Espino Contreras, secretario del partido Movimiento Ciudada­no en Veracruz. Otra preocupación para los habitantes es la deforestación en la zona donde se ubicará la presa, resultado de la necesaria inundación de una parte de los márgenes del río y la tala de árboles alrededor. En el oficio número B00.00.R10.07.01.-884, emitido por la Dirección Técni­ca de la Comisión Nacional del Agua (Cona­gua) en la Cuenca Golfo Centro, se lee que la depen­dencia autorizó a la Sociedad de Propósitos Múltiples Xalapa la realización de trabajos de topobatimetría (medición de la profundidad en conjunto con la medición de la forma en planta de un cuerpo de agua), y cuatro sondeos para estudios de sismicidad en la zona federal del río Los Pescados. El Congreso de Veracruz ha intenta­do sentar a la mesa a representantes de la empresa y a pobladores, pero la última mesa de discusión que se realizó a finales de febrero fue suspendida de manera inespe­rada entre gritos, mantas y cartulinas de los opositores al proyecto, que exigen algo más que coloridos folletos. rio_veracruz1 Foto: Julio Hernández.    La historia del gigante En 1856, el ingeniero alemán Emil Odebrecht, acompañado de Hermann Blumenau, inició la construcción de carreteras y puentes en la actual población de Blumenau, en Santa Catarina, al sur de Brasil. Ya en el siglo XX, Emilio Odebrecht, hijo de Emil, en 1923 fundó la empresa Emilio Odebrecht & Cía., organización que se convirtió en la precursora del hormigón armado en Brasil y que más tarde inició su internacionalización. Odebrecht ha participado en la cons­trucción de 38 aeropuertos, 46 puertos, por lo menos 11,500 kilómetros de carreteras en el mundo y la instalación de 60,000 MW en distintas obras que se concentran, principalmente, en instalaciones nucleares e hidroeléctricas. De acuerdo con Forbes Brasil, Norberto Odebrecht y su familia ocupan la posición número ocho de la lista de millonarios brasileños, con una fortuna calculada en 4,500 mdd. La empresa brasileña cuenta con más de 50 contratos en América Latina, con obras en Argentina, Colombia, Ecuador, Cuba, Pana­má, Perú, República Dominicana y México. Odebrecht inició operaciones en México en 1991 y a la fecha ha participado en la construcción de la represa Los Huitles, en Sinaloa, y la renovación de líneas de trans­misión en Torreón, Coahuila. Además, su filial Braskem se unió a la mexicana Idesa en 2010 para crear Braskem Idesa, empresa encargada de desarrollar el proyecto Etileno XXI, centrado en la construcción y operación del complejo petroquímico que a partir de 2010 producirá polietileno. El pasado 1 de octubre, Marcelo Odebrecht visitó al presidente Enrique Peña Nieto e informó que su empresa invertirá en México 8,100 mdd en los próximos cinco años, de los que ya ha ejercido 1,800 mdd en estudios y proyectos, según informó la Presi­dencia. Las áreas que interesan a la compañía brasileña son petroquímica, saneamiento, energía hidráulica renovable, producción de etanol, azúcar y energía renovable, así como concesiones carreteras. La hidroeléctrica en La Antigua es sólo uno de los proyectos que Odebrecht busca concretar en el país.   La motivación del gobierno El 10 de octubre de 2013, la CRE otorgó a Odebrecht el Título de Permiso de Pequeña Producción de Energía Eléctrica, de acuerdo con la resolución res/1041/2013 para el Desarrollo Energético La Antigua. “La actividad autorizada consiste en la generación de energía eléctrica con una capacidad a instalar de hasta 29.59 MW, cuya generación de energía será destinada a su venta a la CFE. El ejercicio de la actividad autorizada incluye la conducción, transformación y entrega de energía eléctrica generada”, dice el documento expedido por la paraestatal, en poder de Forbes México. La CRE es el organismo regulador encargado de otorgar permisos para la operación de centrales hidroeléctricas que no son consideradas de servicio público, es decir, que no construye ni opera la CFE. “Los permisos los damos condicionados a que se cuente con los otros permisos con cláusulas resolutorias, es decir, los proyectos deben de contar con los permisos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la Comisión Nacional del Agua (Conagua) para que sea válido el permiso de la CRE”, asegura Édgar López Satow, director de Energías Renovables de la CRE. A pesar de que los proyectos de pequeño productor no involucran grandes producciones de electricidad, resultan atractivos a los ojos de los inversionistas. La escasez de infraestructura ha incentivado que la CFE ofrezca a las hidroeléctricas de pequeña producción el pago del costo evitado, que es el que asumiría la empresa estatal al producir energía en una de sus plan­tas quemando combustóleo (un combustible que cuesta 11 veces más que el gas). Este tipo de esquemas en muchos casos sirve para recuperar la inversión de toda una obra, aunque siempre existe el riesgo de que eso no ocurra. Durante 2013, la CRE dio 46 permisos para la producción de energía bajo el modelo de pequeño productor, una cifra cinco veces mayor que la de 2012. “En un año otorgamos la misma cantidad de permisos que había en toda la historia de la CRE”, comenta López Satow. La definición de las leyes secundarias de la reforma energética, que al cierre de esta edición aún estaban pendientes de aproba­ción en el Congreso, mantiene expectantes a los inversionistas que participan en la puesta en marcha de las plantas generadoras, ya que este panorama podría cambiar de un día para otro. “El riesgo regulatorio es alto para mu­chos de los proyectos que están basados en un futuro que aún no se conoce, pero las empresas pueden ganar mucho dinero si le atinan”, dice el especialista en el sector energético. También existen salvavidas para mante­ner a flote el negocio, si las reglas cambian con la nueva legislación. Los compromisos internacionales que ha asumido el país para impulsar la producción de energías limpias traerían nuevas oportunidades. El artículo 34 de la Ley General de Cambio Climático dice que las autoridades de todos los ámbitos de gobierno en el país deberán “desarrollar y aplicar incentivos a la inversión tanto pública como privada en la generación de energía eléctrica prove­niente de fuentes renovables y tecnologías de cogeneración eficiente”. El gobierno de Peña Nieto propone acelerar el avance de las energías renovables, según los planes sectoriales. En la anterior administración, el objetivo era que repre­sentaran 28.7% del total de la generación eléctrica para 2035, pero en ésta se propone que en 10 años la generación de fuentes no fósiles sea de 35%, indica la Estrategia Nacional de Energía 2013-2027. “Deberá mejorarse de manera perma­nente el conocimiento local o regional de los recursos renovables, no sólo de los proyectos potenciales de gran escala hidroeléctrica, sino también de los pequeños proyectos micro y minihidroeléctricos”, explica el documento.   Veredicto, en vilo Y mientras las discusiones continúan sobre el Proyecto de Propósitos Múltiples Xalapa, los pobladores sostienen la discusión alrededor del problema que originó esta propuesta: la falta de agua en Xalapa. Los expertos estiman que las precipi­taciones pluviales en esta ciudad alcanzan los 1,800 milímetros, lo que la coloca en el rango más alto del país, por lo que muchos insisten en que la solución debe pasar por tener en cuenta la recomen­dación de la ONU. Estudios hechos por el Programa Habitat de la ONU, en el que participó el ayuntamiento en 2010, alertan sobre la disminución entre 5 y 10% de la precipitación fluvial en la capital del estado. Pero su recomendación fue mejorar la captación de agua de lluvia, reno­var la infraestructura hidráulica y fomentar la cultura del bajo consumo. Hay opciones más viables y menos costo­sas que bombear el agua del río Los Pescados, que está a 500 metros sobre el nivel del mar, para llevarla a Xalapa, que está a una altura de 1,400 metros, dice el vocero del Movimiento Pueblos Unidos en Defensa de la Cuenca del Río La Antigua. El tiempo fluye como el agua en las már­genes del río La Antigua, mientras que la población espera que la empresa, así como el gobierno, den a conocer el veredicto en torno de una obra que puede cambiar por completo el paisaje. odebrecht_trabajo  

 

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