Si todo sale bien, en 2017 la delegación Iztapalapa de la Ciudad de México tendrá un Papalote Museo del Niño de las mismas dimensiones que el de Chapultepec. Pero el torito estará en la parte urbana, pues la nueva infraestructura cultural podría aumentar la plusvalía de la zona o, por el contrario, contribuir al caos, pues será construida en el paradero de transporte público. La fórmula de esta infraestructura cultural está más que probada. Basta ver que desde su inauguración, en 1993, ha recibido a más de 18 millones de visitantes, además de que el modelo ha sido replicado en Monterrey y Cuernavaca, incluso con el mismo nombre. El Papalote que actualmente tiene la capital del país se encuentra dentro de un área cercada de la Segunda Sección del Bosque de Chapultepec, por lo que, en términos urbanos, el proyecto no genera mayor aporte a la ciudad, a pesar de que a algunos metros hay colonias populares como la América y zonas donde las calles prácticamente son unos laberintos. En el caso del museo de Iztapalapa, el gobierno de la ciudad y la delegación tienen la oportunidad de hacer un proyecto integral que genere plusvalía en los alrededores y aumente la calidad de vida de los habitantes, pues hay que recordar que es una de las demarcaciones que concentran más pobreza, con 727,128 personas en esa condición, seguida de Gustavo A. Madero, con 356,328, y Álvaro Obregón, con 218,537 (Sedeso, 2015). Y qué decir de los índices de delincuencia…

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En este sentido, el Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (ITDP, en inglés) capítulo México indica que durante las últimas dos décadas en Iztapalapa ha habido un proceso acelerado de urbanización, en que la ocupación del suelo se extiende hacia la periferia y hacia el suelo de conservación ambiental. La organización diagnostica que esto genera una traza irregular y una falta de conectividad entre actividades y servicios, además de que los efectos ambientales, económicos y sociales que produjeron incrementaron la complejidad de la planeación urbana, motivo por el que es necesaria una estrategia de regeneración que incluya diseño vial, infraestructura ciclista y políticas públicas que contribuyan a mejorar notoriamente la calidad de vida de sus habitantes. El Papalote es una oportunidad para recomponer el camino, al menos en una pequeña zona de la delegación, pues el proyecto irá acompañado de la ampliación del Centro de Transferencia Modal (Cetram) del Metro Constitución de 1917, donde también está la terminal de la Línea 8 del Metro. Un museo de estas características debería tener las puertas abiertas al menos durante la mayor parte del día y la tarde-noche, a diferencia de lo que ocurre en el de Chapultecec, para que pueda convertirse en un espacio en el que las personas de todas las edades lleguen a estudiar, hacer ejercicio o actividades culturales. De igual modo, las autoridades tendrían que ver la manera de introducir el ‘efecto papalote’ a las colonias aledañas, mediante corredores que conectaran pequeños espacios culturales y deportivos con la misma calidad, en servicio e infraestructura, que el gran museo, para así reconstruir el tejido social, roído por la delincuencia, el caos urbano y la falta de oportunidades.
Imagen: mx-si.net

El Papalote de Iztapalapa. (Imagen: mx-si.net)

Y, claro, no hay que descuidar las vialidades, pues un proyecto de estas magnitudes traerá a Iztapalapa a gente de todas las clases sociales e incluso de otros lugares del país, lo que de una u otra forma dejará una derrama económica en la zona. En este sentido hay que recordar que el Metro y el transporte público no es suficiente, por lo que habrá que ver la manera de facilitar el acceso.

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La iniciativa me recuerda mucho lo realizado en Medellín, Colombia, lugar al que llevaron los famosos Parques Biblioteca a las colonias populares, o el Centro Cultural Moravia, diseñado por Rogelio Salmona, uno de los más grandes arquitectos que ha dado América Latina en las últimas décadas. Ojalá que no dejen pasar la oportunidad de crear plusvalía en la zona, pero sobre todo de elevar la calidad de vida de los vecinos, como ya ocurrió muy cerca de ahí, cuando hace un par de años la delegación, con un proyecto del despacho de arquitectura bandada! studio, peatonalizaron una calle del Barrio San Miguel, por donde había puestos ambulantes y transitaban cualquier cantidad de microbuses.

 

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