Histórica­mente, en el territorio corpora­tivo se ha medido el éxito de colaboradores y ejecutivos con indicadores que pertenecen más al territorio de los hombres que al de las mujeres. Debido a diferencias puntuales entre el cerebro del hombre y la mujer, como el tamaño del núcleo dorsal premamilario y la amígdala, la actividad en el área tegmental ventral y en la corteza prefrontal, así como la intensidad de la pro­ducción de las hormonas testos­terona y dopamina, el cerebro del hombre está cableado para buscar adictiva e instintivamente el poder, el triunfo, la superación sobre los demás, ser el número uno, com­batir y ganar, ser considerado un héroe. Es así como los indicadores de éxito en una organización y una corporación están definidos para darle más placer al cerebro mascu­lino que al femenino. El cerebro, por azares de la genética en el feto, comienza a definirse, según el género, en el feto desde las semanas 9 y 10. El niño dará muestras claras de su personalidad por género desde muy pequeño. Por ejemplo, por ahí de los cuatro o cinco años, podrás ver que la niña prefiere tener un juego largo, en donde todos parti­cipen, en donde haya un final feliz, en donde se gesten alianzas fuertes y emocionales; en lugar de uno en donde ella destruya al enemigo y sea celebrada como el único héroe y triunfador del juego, como suce­dería con un niño. El niño es capaz de escaparse a las 11 de la noche de su cuarto, para jugar y vencer al monstruo del nivel 10 del juego del Xbox para, al día siguiente, mostrarle la foto a sus amigos en la primaria y ser celebrado. Ah, y si no puede vencer al monstruo, entonces entra al internet, copia el truco para el combate, lo aplica, y entonces sí toma la foto para presumir; esto nunca lo haría una niña. En nuestro estudio, “El gen exitoso”, descubrimos que muchas mujeres en el mundo corporativo, con tal de obtener los premios y promociones ofrecidos, tienen que modificar sus personalidades, y dejar de perseguir los motivadores que a ellas como muje­res, instintivamente, las mueven. Aun cuando su cerebro las lanza a buscar alian­zas ganar-ganar y de largo plazo, respetar a la competencia, cons­truir equipos de trabajo sólidos y emocionales, promover consensos, y celebrar a quienes se merecen los triunfos en lugar de autoadju­dicárselos, no siempre encuentran los espacios idóneos para compor­tarse así, pues a diferencia de ser premiadas, son mal vistas. Hoy, los indicadores de éxito en la sociedad están mucho más alineados al desarrollo y búsque­das instintivas del cerebro del hombre que de la mujer. Muchas mujeres hoy, y dicho por ellas mis­mas, han sido arrastradas al lado “oscuro” de la masculinidad en los territorios profesionales para seguir siendo indispensables. Sin embargo, con la participación tan activa de las mujeres en las áreas que antes eran predominantemen­te de los hombres es fundamental redefinir los indicadores de éxito, ya que, en verdad, cuan­do la mujer saca su lado femenino en el territorio profesional es cuando empieza a ser plena, feliz, increíblemente creativa y sumamente productiva. Los negocios y la política necesitan mucho el lado femenino natu­ral de las mujeres, que salgan las emociones, que haya relaciones honestas, necesitamos su capacidad negociadora, creativa, consensuadora y de bienestar mu­tuo. Necesitamos más “lágrimas, abrazos, saltos y gritos” en el mun­do profesional, necesitamos más mujeres, madres, hermanas, hijas exitosas, tanto en lo personal como en lo profesional. El mundo de los negocios tiene que evolucionar, y un gran paso será dado cuando los indicadores de éxito busquen promover por igual lo mejor del lado femenino y lo mejor del lado masculino.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @ricardopeer Facebook: rperret1 Página web: Ricardo Perret / Mindcode   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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