Si todos los que me leen son más o menos contemporáneos deben de recordar la aclamada novela El Código Da Vinci. Recuerdo cómo la devoré. No podía parar de leer. Incluso recuerdo amigos que la tomaban como fiel testimonio de la realidad en que la iglesia se esfuerza por ocultar los grandes misterios del mundo. No es su culpa, son sólo víctimas de la educación positivista impartida en este país. Sin embargo, la aclamada, muy bien vendida y filmada novela de Brown podría tener un desenlace y un cambio radical en la trama si estuviese siendo escrita ahora: Un asesinato en el Louvre y algunas pistas en pinturas de Da Vinci llevan a descubrir un misterio protegido por una sociedad secreta por más de 2,000 años. Este descubrimiento, se sospecha, podría cimbrar los pilares del cristianismo. Robert Langdon propone introducirse a la Biblioteca Vaticana para acceder a manuscritos milenarios que sustenten esta teoría… Sophie Neveu (que probablemente sería una millennial) ríe, saca su smartphone y teclea Biblioteca Vaticana en Google. (“Digitalize to Disclose” se lee en la primera línea.) Dos páginas salen en los dos primeros lugares (la gente del Vaticano hace un buen trabajo de search engine marketing). Esto, lectores, es open data….El concepto no es nuevo, pero su definición formal lo es. Aunque tengo amigos que me criticarían por usar Wikipedia como fuente, me tomaré la libertad, pues, especialmente en esta entrada de mi blog, el acceso a la información abierta y sin restricciones es protagónica. Wikipedia define open data como “cualquier pieza de información que es libre para ser utilizada, reusada y redistribuida sujeta sólo al requisito de dar crédito al autor”. Open data puede referirse a mapas, información sobre el genoma, ciencia o biodiversidad; esto hace que se enfrente a restricciones de patentes, copyrights, licencias, etc., pero sus principales defensores afirman que estas restricciones atentan contra el bien común. Alejándonos de esta discusión, que puede rayar en lo bizantino, la realidad es que open data no podría estar mejor representado que por estas palabras de Luciano Ammenti, CIO de la Biblioteca Vaticana, en una entrevista que le hizo mi amigo Leandro Africano para la Revista Pulso en Argentina: ”Los documentos dentro de la biblioteca no son del Vaticano, sino de la gente.” Y se refiere tanto a textos del cristianismo como a incunables obras de Homero, Sófocles, Dante y la primera edición de la Biblia, entre otros. Más de 80,000 manuscritos y 8,900 documentos que ahora podrán ser consultados por cualquiera más allá de la sala barroca, cuyo cupo es de 200 personas. Consulten @vaticanlibrary para más información, porque, por cierto, el Vaticano es totalmente “social media savvy”. También quiero compartir un proyecto que es otro GRAN ejemplo de open data: se llama ScienceOpen.com, que es el hijo de un gran amigo que cree que todos podemos hacer un poquito para que este mundo sea un lugar mejor. Science Open es un gran repositorio de datos que da acceso abierto a publicaciones de investigación científica. Ofrece casi 13 millones de artículos de más de 9 millones de autores, clasificados y consultables por relevancia y contexto de forma global. Esto, en un mundo de amenazas globales como las últimas pandemias, no es menor. Science Open se convierte en una opción para compartir soluciones globales a estos problemas. La misma Organización Mundial de la Salud está utilizando Science Open para compartir la investigación sobre el virus del zika. Y se preguntarán: ¿quiénes comparten su información? Pues hay de todo: institutos, científicos, ganadores de Premios Nobel, es más, mientras escribo esto están siendo compartidas colecciones gigantescas como la de SciELO, un gran ejemplo de open data científica en Latinoamérica. “La información es poder” es una frase muy trillada, pero definitivamente creo que si el acceso a la información puede cambiar la trama de una novela de manera tan radical, esa accesibilidad puede cambiar la forma en que se hace investigación, acortar los tiempos en que se descubren curas a enfermedades, y así fomentar la convivencia en un mundo con menos fronteras, menos muros, menos prejuicios y más libertad.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @alfamanf   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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