- Capturar las tareas antes de que se pierdan en el laberinto del olvido.
- Programar un recordatorio para el momento preciso, es decir, con la suficiente anticipación para reaccionar y que sirva para no pasarlo por alto.
- Clasificar las tareas entre aquellas que son deseables y aquellas que son imprescindibles de hacer.
Pon a trabajar la tecnología a tu favor
Delegar al teléfono móvil la organización de tus tareas es una forma efectiva de aprovechar los avances en la tecnología, y sin gastar más.
Los vientos del cambio corren de manera tan vertiginosa que apenas nos estamos enterando de una novedad, ya está en el mercado o el proyecto fue cancelado. Hace unos años, Julio Verne era visto por sus contemporáneos como un hombre con una imaginación exacerbada, tal vez demasiado turbulenta, y hoy, bajar a veinte leguas para hacer un viaje submarino es posible y ya se puede dar la vuelta al mundo en mucho menos de ochenta días. Los niños que imaginaban el futuro con las caricaturas de los Supersónicos de Hanna Barbera y que se maravillaban al ver como un robot sacaba de sus entrañas comida caliente y lista para servirse, hace años que usan el horno de microondas.
Sí, lo que antes era ciencia ficción ya es realidad. Hoy, los autos hablan, hay conferencias en las que podemos ver a nuestro interlocutor que puede estar a metros de distancia o del otro lado del planeta, hay ropa inteligente y las aplicaciones tienen capacidad de llevar registro de nuestro peso, ritmo cardiaco y de lo que comemos y dejamos de comer. Además, los avances tecnológicos son cada vez más accesibles y cómodos para usar. Los aparatos son más ergonómicos y amigables, casi todo el mundo los sabe usar, y si no es así, es muy sencillo aprender.
Lejos quedaron los tiempos en los que un ejecutivo tenía un séquito de asistentes que se peleaban por organizar agendas, recordar pendientes y prevenir olvidos. Para los que extrañan esas épocas, la tecnología tiene buenas noticas. Existen formas novedosas de recuperar todas esas ayudas del pasado utilizando el aparato más democráticamente popularizado entre la humanidad del tercer milenio: el teléfono inteligente.
Sin importar si alguien tiene un sistema efectivo de manejar sus pendientes o si es un desastre para organizarlos, el teléfono móvil es una herramienta maravillosa que sirve para mucho más que para hacer llamadas, enviar mensajes y jugar. El aparato puede contribuir a simplificar la vida en forma rápida, sencilla y accesible.
Poner a trabajar al teléfono móvil a nuestro favor, delegándole la organización de nuestras tareas, es una forma efectiva de aprovechar los avances tecnológicos, sin gastar más. El éxito radica en triunfar sobre el geniecillo desordenador que habita en las mentes y que hace que se nos olviden las cosas. Para ello, hay tres retos fundamentales a vencer: