La comodidad es un factor que rige las transacciones. Por eso las tarjetas le están ganando terreno a los billetes y las monedas.    

“El dinero es un conjunto de objetos que sirven en el intercambio de bienes y servicios”: Dr. Juan Auping Birch

  En tiempos remotos, casi cualquier cosa servía como dinero: las conchas, las barras de sal, los vegetales, las frutas, los animales…, pero con la expansión de la economía de mercado se inició el uso de monedas acuñadas por gobiernos como un medio de pago certificado, dando origen a sistemas mono y bimetálicos con monedas de oro y plata. Mucho después surgió el dinero en forma de billetes, que son emitidos por los bancos centrales de la nación que los respalda. Al principio, el valor de los billetes era respaldado por el de las monedas. Los billetes eran documentos convertibles, una versión difundida del pagaré; es más, en México todavía se conserva la leyenda: “El Banco de México pagará X pesos a la vista al portador.” Es decir, ahora cambiamos un billete de 50 pesos por el equivalente a 50 monedas de un peso. El billete no fue recibido con confianza; había recelo entre los usuarios. Tuvo que recorrer un arduo camino para que la gente entendiera que el documento valía lo mismo que el metal. La portabilidad fue una ventaja competitiva que venció por sobre la dificultad de estar cargando sacos con monedas por todos lados. Nació así una forma moderna de definir al dinero. El dinero circulante en una economía se compone por el efectivo, es decir, por las monedas y billetes que se utilizan para llevar a cabo transacciones. Pero no es lo único. Una amplificación del término son las cuentas de cheques, las tarjetas de débito, los depósitos a la vista, las tarjetas de crédito y todos aquellos instrumentos que permiten a la gente realizar transacciones económicas. Así ha funcionado el sistema monetario por años y creí que así lo seguiría haciendo. Recuerdo que hace aproximadamente 20 años, mi profesor de Finanzas I nos dijo que pronto el dinero en efectivo se convertiría en un símbolo obsoleto y extraño que futuras generaciones ya no emplearían más. Incluso señaló que el circulante tomaría formas digitales y electrónicas en que los billetes y las monedas dejarían de ser usados. Recuerdo cómo todos en el salón nos volteamos a ver unos a otros, aguantándonos la risa por las locuras de ciencia ficción del maestro. El tiempo está probando que el señor tenía razón. Su predicción nos alcanza y para probarlo piensa: ¿Cuántas monedas traes en la bolsa? Pocas, ¿no es así? Y billetes, ¿cuántos traes en la cartera? Es curioso, pero cada vez es más frecuente ver cómo las preferencias de la gente cambian. Ahora no nos gusta traer dinero en efectivo; pensamos que es peligroso y preferimos usar las tarjetas, sean de crédito o de débito. Hace 20 años, si salíamos de la casa sin dinero, nos sentíamos intranquilos; hoy salir a la calle con efectivo nos hace sentir inseguros. Actualmente, la mayoría de la gente prefiere pagar, incluso montos pequeños, con tarjetas bancarias. El sitio CreditCards.com hizo una encuesta en Estados Unidos, en la que preguntó a la gente cómo paga cuentas menores a cinco dólares. Dos de tres personas dijeron que preferían pagar con plástico en vez de hacerlo con billetes o monedas. Desde luego hay factores que influyen en la respuesta. Dos principalmente: la edad y el nivel educativo de los encuestados. El grupo que abarca las edades entre 18 y 29 años, los millenials, prefieren usar el plástico para pagar un café o una galleta. También prefieren pagar con tarjetas de débito en vez de usar las de crédito. En contraposición, si la edad del encuestado aumenta, también incrementa su preferencia por el efectivo. En el grupo que comprende las edades de 50 a más años, ocho de 10 pagarían su café y galleta con efectivo. Este grupo se forma por personas que han manejado presupuestos empresariales y/o personales usando billetes, monedas y cheques. Sin embargo, de acuerdo con el último reporte de la Reserva Federal, el número de cheques emitidos ha decrecido en un 50% de 2003 a la fecha. Entre los encuestados por CreditCards.com, los universitarios prefieren el plástico que gente que tiene un menor rango de preparación académica; los habitantes de las zonas rurales prefieren el efectivo más que aquellos que viven en zonas urbanas. ¿Por qué el plástico le está ganando terreno a los billetes y a las monedas? Por la misma razón que los billetes le ganaron a las monedas: es una cuestión de comodidad. Los avances tecnológicos han hecho que las transacciones sean más rápidas, seguras y convenientes. Además, con todos los programas de fidelización y los premios que se otorgan por asociar pagos a ciertas tarjetas, el método resulta atractivo. Adicionalmente, los movimientos electrónicos nos hacen más sencillo controlar los egresos y llevar registro de lo que se hizo con el dinero. Los estados de cuenta son más accesibles; se pueden consultar en línea en cualquier momento. La comodidad es un factor que rige las transacciones. Ahora pagos y depósitos se pueden hacer desde una computadora personal o desde cualquier aparato móvil. Con efectivo resulta imposible pagar una cuenta mientras vemos un partido de tenis en la comodidad del sillón del cuarto de tele. De manera electrónica sí es posible. La bancarización en México es un objetivo a perseguir. Cada vez más personas se enganchan con las bondades que representa el plástico; sin embargo, a diferencia de nuestros vecinos del norte, aquí todavía se llevan a cabo muchas transacciones en efectivo. Es muy probable que sigamos su ejemplo y tal vez las monedas y los billetes serán cosa del pasado.     Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @CecyDuranMena Blog: Las ventanas de Cecilia Durán Mena     Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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