Cada vez más ciudades han descubierto que pueden sacar provecho de los datos generados por aplicaciones de transporte y navegación, como Waze, Moovit y Strava. Entérate.   Por Parmy Olson   En Río de Janeiro, la mayoría de los ojos están puestos en la Copa del Mundo. Sin embargo, en el centro de mando del Departamento de Transporte de la ciudad hay un muro de pantallas que muestran un contenido completamente distinto. Ahí, los planificadores están viendo una base de datos alimentada por miles de teléfonos inteligentes de usuarios peatones, automovilistas o pasajeros de transporte público que se mueven por toda la ciudad gracias a dos populares aplicaciones: Waze y Moovit. El objetivo es la gestión del tránsito, e involucra el intercambio de datos. Más ciudades se están formando para tener acceso, y si bien los datos que las aplicaciones comparten son anónimos por el momento, la identificación de detalles podría ser más específica si a las ciudades les gusta lo que ven, y las personas se sienten más cómodas siendo monitoreadas a través de sus teléfonos inteligentes, a cambio de incentivos. Río de Janeiro es la primera ciudad en el mundo en recolectar datos en tiempo real tanto de conductores que usan Waze como de peatones que usan Moovit, dándole una visión sin precedentes de la movilidad de sus habitantes. Río también está en charlas con la popular aplicación de ciclismo Strava para iniciar el seguimiento de cómo los ciclistas se están moviendo alrededor de la ciudad. Las tres aplicaciones son servicios populares entre los consumidores, y en los últimos meses han encontrado una nueva forma de hacer que sus datos resulten útiles para alguien más que los anunciantes. Mientras la gente usa Waze y Moovit para moverse, ambas compañías están aprovechando el caso de uso y convirtiendo esos millones de usuarios en una red de sensores que las ciudades pueden aprovechar para tener una mejor visión del tráfico y los peligros. Los gobiernos locales también pueden usar estas aplicaciones como un canal para enviar alertas. En un día normal, en junio, los planificadores de transporte de Río podrían obtener una vista agregada de 110,000 automovilistas (medio millón en el transcurso del mes) y ver el reporte de casi 60,000 incidentes cada día, desde atascones hasta factores de riesgo en las calles. Hasta ahora, las ciudades han dependido de las cámaras de tráfico y otras fuentes de información del Departamento de Transporte. Lo que puede ser especialmente tentador para los planificadores es la lectura superprecisa que hace Waze de la ubicación de los conductores. La aplicación puede decir cuán rápido se mueve un conductor e incluso obtener un registro completo de su historial de manejo, según la portavoz de Waze, Julie Mossler. Sin embargo, estos datos monitoreados pasivamente “no son algo que compartamos”, añade. Waze, que Google compró el año pasado por 1,300 millones de dólares (mdd), puede abrir y cerrar a voluntad ese flujo de datos. Waze ha compartido datos de sus usuarios con Río desde el verano de 2013; acaba de firmar un acuerdo con estado de Florida, y dice que está en charlas con más departamentos de transporte. Pero ninguna de estas asociaciones genera ingresos para Waze. La moneda elegida por la aplicación son los datos. “Es una calle de doble sentido –dice Mossler–, literalmente.” A cambio de los datos de sus usuarios, Waze obtiene de R[io información en tiempo real de sus carreteras, sensores de carretera e incluso de las cámaras, mientras que Florida le dará datos de proyectos de construcción o incidentes de la ciudad. El Departamento de Transportes de Florida no pudo ser contactado para hacer comentarios, pero uno de sus portavoces dijo recientemente a una estación de noticias local: “Vamos a compartir nuestra información, las imágenes de nuestras cámaras, toda nuestra información que provenga de los sensores en las calles, y Waze va a compartir sus datos con nosotros.” “Éste es un juego de números –dice Mossler–. Aún queremos toda la información que podamos obtener para hacer nuestra aplicación tan robusta como sea posible.” Por su parte, Moovit, que tiene 6.5 millones de usuarios registrados, tiene un modelo de intercambio de datos similar y se ha asociado con más ciudades que Waze. “En este momento tenemos cuatro o cinco ciudades”, dice el CEO de Moovit Nir Erez, y agrega que sus alianzas iniciales fueron en Israel y Brasil.
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El cuarto de control del departamento de transporte de la ciudad de Río de Janeiro. En la foto de abajo, una pantalla muestra en tiempo real el mapa de la aplicación de viajes Moovit. (Foto vía Moovit)

La base de usuarios de Moovit está creciendo rápidamente después de su lanzamiento en enero. En la actualidad es la aplicación número uno de tránsito para teléfonos inteligentes en Brasil y Erez dice estar recibiendo un millón de descargas al mes. El número de ciudades interesadas en el aprovechamiento de la información está creciendo también. (El miembro de la junta directiva de Moovit, Uri Levine, es también cofundador de Waze.) Para obtener datos de Moovit, los municipios descargan una interfaz web que les da una vista agregada de los peatones que utilizan Moovit. A cambio, la ciudad alimenta la base de datos de Moovit, ofreciéndole datos  de la ubicación de autobuses y trenes en tiempo real, y puede emitir alertas de transporte a los usuarios de Moovit. Erez aclara que a las ciudades no se les permite hacer “ningún tipo de acercamiento comercial a los usuarios”. Erez puede estar reservando ese espacio para los anunciantes, una avenida que, dice, aún está explorando. Por ahora, la obtención de datos de las ciudades es la prioridad más grande. Ello da a Moovit “una ventaja competitiva”, destaca. La aplicación de ciclismo Strava también empezó recientemente a compartir sus datos de usuario en tiempo real, como parte de un servicio de pago llamado Strava Metro. Las ciudades pagan 80 centavos de dólar al año por cada usuario de Strava que es rastreado. Metro fue puesto en marcha en mayo, pero ya cuenta entre sus clientes a Oregon e Illinois (Estados Unidos), Londres (Inglaterra), Glasgow (Escocia), Queensland (Australia). Si las charlas resultan un éxito, Río de Janeiro se unirá a esa lista también. La aplicación, que dice tener “millones” de usuarios activos en todo el mundo, puede ofrecer grandes conjuntos de datos, ya que los usuarios lo aceptan cuando descargan la aplicación. “La opción predeterminada lo permite”, dice el portavoz de Strava Michael Oldenberg. Tienes que entrar en la configuración de la aplicación para apagar el rastreo. Como la mayoría de la gente no lo hace, los gobiernos locales tienen acceso a la mayor base de datos en línea de la actividad ciclista en el mundo, dice Oldenberg. También es “la red más activa de atletas del mundo… incluye más de 300,000 millones de puntos GPS”, despojados de información de identificación. Actualmente estas aplicaciones sólo comparten datos de manera anónima y agregada. Pero eso podría cambiar en los próximos años a medida que las ciudades exploten las capacidades de monitoreo de estas aplicaciones, no sólo para vigilarnos, sino también para modificar nuestro comportamiento. Mossler sugiere que Waze eventualmente podría convertirse en una vía para motivar a los automovilistas a salir 30 minutos antes para ayudar a mantener los caminos más despejados, o asignar a los automovilistas a participar en grupos de car-pooling que a cambio podrían obtener descuentos en la recarga de gasolina en su localidad. “La inteligencia que estamos dando a estas ciudades puede ayudar a construir carreteras más inteligentes y planear ciudades más inteligentes”, dice Mossler. Los defensores de la privacidad, naturalmente, quieren mantener un ojo sobre qué datos están alimentando a las ciudades, y que no se filtren o sean usados de manera alguna por los gobiernos. Sin embargo, el intercambio de datos puede no ser lo suficientemente omnipresente para convertirse en un problema, y hay que señalar que cualquier tipo de acuerdo entablado con el sector público puede quedar envuelto en la burocracia y tomar años para concretarse. Por ahora, Waze dice que está actuando por el bien público. “De lo que nos hemos dado cuenta a medida que hemos madurando es que tenemos una misión más grande para ayudar a las ciudades a operar más eficientemente”, dice Mossler. “Es nuestra verdadera misión. Sentimos que estamos ayudando.”

 

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