Su sólida programación, la tranquilidad de la ciudad y su ambiente tropical hay consolidado al Riviera Maya Film Festival como uno de los grandes encuentros cinéfilos del país.     Apenas en su tercera edición, el Riviera Maya Film Festival (RMFF) se ha consolidado como uno de los grandes encuentros cinéfilos del país. Apoyado en un sólido trabajo de programación, una ciudad tranquila y playa a unos metros del cine, el festival ha cumplido con creces durante su semana de acción. Van algunos comentarios a los highlights de la programación: Detective ciego (Man Tam, 2013) El maestro Johnnie To regresa a su vena más conocida con esta historia sobre un talentosísimo policía que pierde la vista y debe hacer pareja con una inexperta compañera para resolver un nuevo caso. Romance, peligro, slap stick y refinadas secuencias de acción son el plato fuerte de To, lástima del disparejo tono y un par de historias metidas a la fuerza. La película nunca encuentra su ritmo después de su magistral escena de apertura. Gerontophilia (2013) Las palabras dulce, divertido y convencional no suelen acompañar al cine del enfant terrible canadiense Bruce LaBruce, quien gusta darse a los excesos y las transgresiones –si son sexuales, mejor– en sus películas. Sin embargo, su nuevo trabajo Gerontophilia podría recibir todos esos calificativos sin temor al error. LaBruce juega con las expectativas de sus seguidores y del público en general en este relato sobre un adolescente con un fetiche algo extraño: se excita sexualmente en la compañía de ancianos. Un espinoso tema que el director resuelve con dulzura y una cachetada con guante blanco. Holy Field Holy War (2013) Los alegatos en contra de la industrialización de la comida y sus procesos de producción tienden a resultar proselitistas, rayando en lo panfletario. Asociaciones en contra del maltrato de animales son capaces de mostrar mataderos, rastros y demás con tal de hacer escuchar sus ideas, de shockear con un sadismo digno de cualquier torture porn. En su nuevo documental Holy Field Holy War, el director de origen polaco Lech Kowalski teje un digno alegato en contra del asesinato químico e industrial en su natal campiña polaca sin caer en el amarillismo o en el sentimentalismo rampante. Más al respecto, aquí. Hard to Be a God (Trydno byt bogom, 2013) El filme póstumo de Aleksey German es una orgía épica de flemas, mocos, mierda, sangre y demás fluidos sobre un grupo de científicos que es enviado al planeta Aknar para ayudar a la civilización del lugar atorada en plena Edad Media. Uno de ellos interviene a pesar de las advertencias, así comienza el juego divino. Dueña de un humor negrísimo y cualidades únicas, Hard to Be a God hará enojar a más de uno –casi el 60% de los asistentes abandonó la función– y provocará un extraño encantamiento en otros tantos. Lo único seguro, no podrán dejar de pensar en ella. R100 (2013) El director japonés Hitoshi Matsumoto crea en R100 un juego narrativo donde las expectativas de la audiencia son desafiadas mediante la ruptura del ritmo, el tono o el estilo. El error sería tomar en serio lo que muestra la pantalla o ponerse a buscar significados ante el flujo de humor negro. La cinta se pasea en el mismo campo de Funky Forest: The First Contact (Naisu no mori: The First Contact, 2005) o Symbol (Shinboru, 2009), también de Matsumoto. El delirio es el único hilo conductor, un delirio febril, divertido y tan carente de sentido como la vida misma. Un texto un poco más amplio, aquí. Escudo de paja (Shield of Straw, 2013) Con el antecedente de una ronda de abucheos en Cannes, Miike presenta un trabajo empacado de acción y adrenalina. Cuando un asesino serial de niñas, termina con la vida de la nieta de un acaudalado hombre de negocios, éste ofrece una jugosa recompensa por su cabeza y sólo hay una fuerza capaz de protegerlo: la policía. Sin mayores pretensiones más allá de una narración pulcra, Escudo de paja cuestiona el papel de la moral, la responsabilidad y el trabajo cuando estos se enfrentan al bien mayor. Como película de acción, funciona. Los Hámsters (2014) Hay una línea delgadísima entre ser sencillo y ser simplón. En su ópera prima Los Hámsters, el director tijuanense Gilberto González Penilla logra confeccionar una historia sencilla, contundente que no necesita de los excesos para desarrollarse y entregar su mensaje. Penilla quería alejarse del llamado “cine de autor”, al hacerlo demostró que cuenta con una voz propia, fresca y necesaria. Más sobre el estreno mexicano, aquí. Más, la próxima semana… Contacto: @pazespa http://pazespa.tumblr.com/ http://butacaancha.com/ *Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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