Esta semana termina la visita que el Grupo de Trabajo sobre Empresas y Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) realizó por más de una semana a México. Los integrantes de esta misión recorrieron estados como Oaxaca y Sonora, donde escucharon de viva voz a afectados por megaobras, como los parques eólicos y la explotación minera, el vía crucis que representa exigir la reparación del daño o que se respeten los arreglos entre ambas partes. Este grupo realizará un informe en el que hará una serie de recomendaciones que amenazan con abrir otro capítulo en la historia del gobierno mexicano vs. cualquier organismo internacional que haga observaciones sobre la falta de respeto a las garantías individuales en el país, y es que el informe puede tocar fibras e intereses muy sensibles que llegan desde Grupo México, de Germán Larrea, hasta la reforma energética, y también saldrán a relucir los nombres de algunas compañías españolas, hoy en día tan cuestionadas en el país gracias al caso de la constructora OHL.   Un pueblo llamo Unión Hidalgo Una de las comunidades sobre las que se emitirán recomendaciones es Unión Hidalgo, una población indígena zapoteca que pertenece al ejido de Juchitán de Zaragoza, en Oaxaca. El poblado presenta un problema añejo que ninguna autoridad ha sido capaz de solucionar hasta ahora: de 2006 a 2011, los propietarios de las tierras firmaron contratos de arrendamiento a título individual con la empresa Desarrollos Eólicos de México SA de CV (Demex), filial de la española Renovalia Energy, sin contar con datos sobre las implicaciones del proyecto. Según han comentado algunos de los afectados, en 2004 representantes de Demex llegaron al domicilio de los dueños de las tierras para solicitar que les rentaran sus terrenos para la construcción del parque eólico Piedra Larga Fase I y Fase II. A partir de entonces, los comuneros han identificado una larga lista de incumplimientos a los contratos que firmaron con la empresa. Sin embargo, fue hasta 2011 cuando con el acompañamiento de organizaciones civiles buscaron el respeto a sus derechos. Hasta entonces, la comunidad tuvo conocimiento pleno del contenido real de los contratos y de las afectaciones que la obra causaría a sus tierras. Desde la llegada de la empresa, los comuneros dicen que han sido víctimas de constantes intimidaciones, como la obstrucción de los caminos que llevan hacia sus tierras de cultivo, y han sido testigos de la contaminación de sus tierras a causa del aceite vertido por los aerogeneradores. Ante estas acciones y debido a la documentación de diversos incidentes de seguridad, la Defensoría de Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca otorgó medidas cautelares a todos los comuneros y comuneras de Unión Hidalgo. Durante 2012 la comunidad buscó negociar con la empresa el cumplimiento del contrato firmado originalmente, pero no hubo acuerdo. Como otro mecanismo de defensa a sus derechos humanos, en junio de 2013 los comuneros de Unión Hidalgo interpusieron una demanda ante el Tribunal Unitario Agrario Vigésimo Segundo, con sede en Tuxtepec, Oaxaca, en la que solicitaron que se declare la nulidad de los contratos celebrados con la empresa. El argumento principal de la demanda es que en los contratos firmados, las tierras son consideradas como pequeña propiedad, cuando en realidad pertenecen al régimen agrario, es decir, son ejidales. Seguramente el grupo de la ONU hará una observación muy puntual de este caso, en el que no sólo serán empresas, sino también autoridades, las exhibidas luego de más de una década en la que nadie es capaz de otorgarle la razón a alguna de las partes. En un momento tan crítico para el gobierno federal, en medio de la oleada de críticas internacionales por permitir la visita del republicano Donald Trump y la convocatoria a una marcha para pedir la renuncia del presidente, el 15 de septiembre, a la administración de Enrique Peña Nieto no le conviene entrar en un nuevo conflicto. Por ello, las recomendaciones que haga el grupo de la ONU sobre casos como el de Unión Hidalgo pueden ser una oportunidad para que el barco se hunda, al menos, a un ritmo más lento.   Contacto: Twitter: @julianafregoso   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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