La obra de Heiner Müller inspiró Medea Material, adaptación bajo la dirección de Itari Marta, actualmente en escena en el Foro Shakespeare.   Teatro. El dramaturgo alemán Heiner Müller (1929-1995) concibió, a mediados de los años 70, una dramaturgia que iba más allá de sus influencias iniciales como el teatro de la crueldad de Artaud o el teatro épico de Brecht. Además de incomodar al espectador y despertar su conciencia crítica, Müller se propuso escenificar historias fragmentarias, conformadas tanto por referencias a personajes clásicos como por situaciones cotidianas, que exigían la activa participación del público durante la representación. “La nueva dramaturgia de Müller fue declarada como un campo de experimentación, un laboratorio donde el espectador juega un rol de coproductor y se encarga de continuar el experimento en su propio mundo”, señala la investigadora teatral Erika Fischer-Lichte. Para Müller, el teatro conjunta el horror y la alegría de la transformación vital que se unen en el nacimiento y la muerte. En su obra Rivera despojada / Medea material / Paisaje con argonautas, de 1982, Müller presenta una intriga fragmentada que evoca en parte la tragedia de Medea y la reinterpreta, trayéndola a la actualidad. Medea fue una pasional hechicera que ayudó a Jasón y los argonautas a rescatar el vellocino de oro para luego regresar triunfante a reclamar el trono de su patria. Tras casarse con Jasón y concebir dos hijos, Medea fue humillada y abandonada cuando su esposo vio la conveniencia de casarse de nuevo. Como venganza, ella mató a su rival y a sus dos hijos. El dramaturgo griego Eurípides articula el trágico lamento de Medea de esta forma: “¡Ay de mí, mi cabeza traspase una llama del cielo! ¿Qué provecho hay para mí en vivir? ¡Ay, ay… venga sobre mí la muerte, desate ya y destruya esta vida de múltiples desdichas!”
Foto: Blenda Image.

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El filicidio de Medea y la experimentación teatral de Heiner Müller se trasladan al contexto mexicano en el singular montaje Medea material que se escenifica lunes y martes en el Foro Shakespeare bajo la atinada dirección de Itari Marta. Tal como a Müller le hubiese gustado, la experimentación teatral se lleva al límite: un grupo de actores, en su mayoría no profesionales y que vivió en el mundo real la violencia y el cautiverio, escenifica fragmentos de historias violentas. Los efectos de realidad trascienden la interpretación actoral cuando los personajes se lían a golpes, se asfixian con bolsas de plástico, se arrojan objetos y agua, se persiguen y se agreden hasta el agotamiento. La referencia a Medea, quien, arrebatada por insanas pasiones, mató a sus dos hijos, se actualiza cuando se evoca la violencia que azota a México y se le visualiza como la madre patria en cuyo seno se extermina a sus hijos, mientras los actores entonan el himno guadalupano trastocado en canto delirante. La madre nutricia, la Tonantzin, deviene madre devoradora y castrante en la perspectiva actual de un país avasallado por la violencia. El público es, como pediría el dramaturgo alemán, coproductor de este montaje cuando se le hace partícipe del problema al redactar en papel sus propios rencores, que luego se purificarán al quemarse en la escena. Los espejos que las actrices-Medea nos proporcionan, explicitan el hecho de que la función teatral nos refleja, estamos ahí cuando se escenifica la pulsión de agresión intraespecífica (contra nuestra propia especie) y somos nosotros los que protagonizamos el espectáculo de esperpento y horror que presenciamos. Medea material impide la evasión e incita a la reflexión, no es teatro para deleitarnos sino para inquietarnos. En medio de las estrategias publicitarias y comerciales y la autocomplacencia de las redes sociales, un montaje teatral como éste nos devuelve, en parte, el sentido de humanidad. Más teatro. Frente a este ejercicio teatral que enfoca la violencia social, el reestreno de un texto latinoamericano clásico que escenifica la agresividad intrafamiliar demuestra que la preocupación por la pulsión territorial del ser humano es recurrente en el arte teatral. Se trata de La noche de los asesinos, del dramaturgo cubano José Triana, que se presenta en el Centro Cultural El Foco, bajo la dirección de Roy Alvarado. Se trata de la confrontación de tres hermanos, un varón y dos féminas, que planifican y ensayan el asesinato de sus padres. El texto, escrito en 1965, exalta las perturbadoras motivaciones de los jóvenes para desear y ejecutar el parricidio, mismo que nunca se concreta. Sin embargo, expone de modo magistral los rencores que provoca el abuso de autoridad y la falta de libertad en los seres humanos, los cuales nos remontan al clásico tabú de “matar al padre” expuesto por Sigmund Freud en Tótem y tabú (1913). Aunque hablamos de un texto enmarcado en el teatro del absurdo, la vida real se refleja en el conflicto entre el deseo de libertad y la represión, que incluso le acarreó la censura gubernamental a José Triana al verse la obra como una metáfora de la Revolución Cubana. La interpretación de jóvenes actores en este reciente montaje (Montse Simó, Andrea Oviedo, Jessica Walters y Christopher Aguilasocho) lo dotó de espontaneidad. Hay que anotar que el texto de Triana sirvió de modelo a otras célebres obras de humor negro como Juegos profanos, de Carlos Olmos, o Los amores criminales de las vampiras Morales, de Hugo Argüelles. 3Cine. El cineasta coahuilense Alfredo Galindo estrenó en el pasado Festival Mix de la diversidad sexual su largometraje documental Nadie es libre (México, 2013). En este interesante ejercicio fílmico, Galindo destaca tres acontecimientos relacionados con su estado natal que rompieron con los esquemas sociales establecidos en México y que no habían sido abordados anteriormente como un conjunto de interés periodístico e histórico. En primer término, el activismo social de la directora teatral Nancy Cárdenas (1934-1994), oriunda de Parras, Coahuila, que asumió su condición de lesbiana en cadena nacional, entrevistada por Jacobo Zabludovsky. Luego, la iniciativa de Humberto Moreira quien instituyó, a modo de albazo político, la Sociedad de convivencia en Coahuila antes que en cualquier otro lugar de México. Finalmente, el hecho insólito en el catolicismo de un obispo que proclama los derechos homosexuales: Raúl Vera, obispo de Saltillo. Galindo refiere estas iniciativas y enfoca la vida cotidiana de tres matrimonios diversos así como los testimonios de personalidades como Carmen Montejo y Christian Chávez sobre la condición homosexual. El homenaje a la indomable Nancy Cárdenas se redondea en la frase que da título al documental: “Nadie es libre hasta que todos seamos libres”; mientras que el humor involuntario surge de la declaración de la infatigable Carmen Salinas, otra coahuilense entrevistada aquí, quien advierte: No discriminen a los gay porque nadie sabe dónde le puede salir el “numerito”. ¡Para la posteridad! Contacto: e-mail: [email protected] Facebook: Armín Gómez Barrios Twitter: @literacom http://itesm.academia.edu/AGomezBarrios/  

 

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