Innovación, educación, transparencia en los datos, políticas públi­cas que promuevan la creatividad, entre muchas otras cosas, son las que se necesitan en un país donde la bolsa de dinero no se reparte.   “Bueno, finalmente, aparecimos en algún lis­tado de Forbes”. Esa es la frase que sueltan, en plan de broma, algunos colegas que colaboran con esta publicación. Y hay algo de jiribilla en ello: se piensa que Forbes es una revista para los ricos, por lo que quien aparece en ella es, entonces, alguien tocado por la buena fortuna. Por eso es que aparecer, incluso en su directorio, para algunos es visto como un algo digno de destacar. Sin duda, habrá quien repruebe y califique de egocentrista esta actitud. Puede ser. Sin embargo, hay algo más que todos los días pasa por la cabeza del equipo editorial: podremos ser una revista que celebre la riqueza encarnada en una persona y las extraordinarias his­torias de éxito de ciertas empresas, pero también es cierto que no nos tiembla la mano para escribir de pobreza, de la pésima distribución del ingreso, de la falta de oportunidades, de la miserable corrupción que azota a nuestro país. Somos, en pocas palabras, una Forbes con un toque bastante ácido de la realidad mexicana. Reporteros al fin somos. Con esas animosidades trabajamos la edición que tienes en tus manos, una de las más comentadas del año por el tema central: la riqueza en México, repartida en unas cuantas manos. Meses de trabajo, muchas horas de sueño perdidas, un cansancio acumulado y más, registramos en esta redacción. Pero también, lo confieso, nos quedamos con una sensación de insatisfacción. Y ésta tiene que ver con algo que muchos de ustedes tienen en la punta de lengua: nos quedamos cortos en el ranking de los hombres más ricos de México; sí, sostenemos que hay más, muchos más, pero no es posible incluirlos por la poca información que proporcionan. Por tercer año consecutivo, presentamos la lista de los millonarios mexicanos más importantes y, por tercera ocasión también, arriba­mos a un número de 36 empresarios o familias, muy similar al de los años anteriores. Escudriñar en la riqueza de los hombres y familias de negocios nunca ha sido un asunto sencillo. Aún en el caso de las empresas que cotizan sus acciones en el mercado de valores de México, Estados Unidos o Europa, son mayoría los casos en los que los dueños, fun­dadores o accionistas que tienen el control mayoritario de la socie­dad constituyen fideicomisos familiares y, de ese modo, dificultan identificar las posesiones individuales al interior del grupo. Pero son más las compañías de distintos sectores y tamaño consi­derable que no se financian en el mercado público de inversionistas, sino a través de créditos bancarios de instituciones locales o foráneas, o que aceptan capital de fondos de inversión y que, por consiguiente, no tienen necesidad de hacer públicos sus prospectos, documentos constitutivos ni sus estados y balances financieros. Y, sin tales registros oficiales, es bastante difícil y arriesgado hacer cálculos de riqueza. Lo que también enseña este ejercicio es que la riqueza está con­centrada en pocas manos y no hay indicios de que eso pueda cambiar en el corto o mediano plazos. Hay más bien tendencias en sentido contrario; es el caso de la reforma energética, en particular su capí­tulo relacionado con el petróleo. Como queda patente en recientes anuncios de creación de nuevas empresas, grandes corporativos mexicanos, cuyos accionistas principales figuran en la lista de los 36 millonarios mexicanos de Forbes México, serán protagonistas en esta nueva etapa de la industria petrolera mexicana. Es el caso de Petrobal, de la familia Baillères; de Carso Perforación, Carso Construcción y Perforación y Condumex Perforaciones, de Carlos Slim y familia; de Oxxo Gas, una empresa del grupo regiomontano Femsa cuya accio­nista mayoritaria es Eva Gonda. Una forma en la que el gobierno podría comenzar a revertir la excesiva concentración de la riqueza es a través de una estrategia fiscal redistributiva. Otra manera es fomentando la creación emprende­dora de nuevas empresas. Pero hay muchas, muchas más. Y un gran ingrediente para detonar nuevas riquezas es la innovación, esa fuerza de creación que puede iniciar casi en cualquier lugar, desde un garaje hasta un aula universitaria. Tampoco es una práctica sencilla. ¿Cuán­tos de los productos que hoy se utilizan en el mundo, desde teléfonos celulares hasta autos o incluso alimentos, se han creado en México? Innovación, educación, transparencia en los datos, políticas públi­cas que promuevan la creatividad, entre muchas otras cosas, son las que se necesitan en un país donde la bolsa de dinero no se reparte. De no ser así, la relación de los mexicanos con la riqueza provocará que, algunos, prefieran mantenerla debajo de la alfombra y, otros, simple­mente sigan soñando que algún día la tendrán. El presente texto es la editorial del número correspondiente a marzo de la revista impresa Forbes México, te invitamos a hojearla para descubrir más historias de dinero, poder y riqueza. 

 

Siguientes artículos

Manifestantes y policía se enfrentan en nueva sede del BCE
Por

La policía usó mangueras para intentar abrir camino a través de la multitud de manifestantes encapuchados hacia la entra...