En septiembre, México, junto 193 naciones, se comprometió a adoptar una serie de objetivos y metas con una con una misión ambiciosa: generar desarrollo sustentable para el mundo. ¿Qué puede hacer el país desde su trinchera?, aquí te contamos la tarea que enfrenta, los avances y los retos.   La Organización de las Naciones Unidas cuenta con un presupuesto de 2.5 billones de dólares para ‘salvar al mundo’ antes de 2030. La estrategia para detonar cambios en la dinámica económica y social se basa en una serie de 17 objetivos y 169 metas que deben ser adaptadas a la realidad de cada uno de los 193 países que se comprometieron a generar un crecimiento que implique mejoras sociales y menos desigualdad económica. El acuerdo es un esfuerzo calificado como ‘pionero’ en la ingeniería de negociación dentro de Naciones Unidas. Por primera vez, concretar una agenda de trabajo fue un esfuerzo que tomó en cuenta las necesidades de los países y que buscó prolongar el esfuerzo que se realizó al delinear los  8 Objetivos de Desarrollo del Milenio, que en su momento, fueron una guía de cooperación para que los países tomaran consciencia de las necesidades urgentes en la tarea de lograr desarrollo sostenido. “La agenda posterior a 2015 busca que exista un equilibrio real entre las tres dimensiones, el orden económico, social y ambiental. La agenda tiene como fin trabajar no con los síntomas, sino con las causas”, dijo a Forbes México Sara Luna, encargada de temas de desarrollo sustentable en la delegación de México en la ONU, en Nueva York. Así, la agenda pasó de 8 objetivos con 52 metas a 17 objetivos con 169 metas particulares. Para México, el mayor trabajo reside en cómo adoptar estos principios de acción, cómo impactar en la política nacional, cómo medirlos y cómo empatarlos con los objetivos de política nacional. Objetivos de desarrollo sostenible
  • Objetivo 1. Poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo Objetivo 2. Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible Objetivo 3. Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades Objetivo 4. Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos. Objetivo 5. Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas Objetivo 6. Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos Objetivo 7. Garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos Objetivo 8. Promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos Objetivo 9. Construir infraestructuras resilientes, promover la industrialización inclusiva y sostenible y fomentar la innovación Objetivo 10. Reducir la desigualdad en y entre los países Objetivo 11. Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles Objetivo 12. Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles Objetivo 13. Adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos Objetivo 14. Conservar y utilizar en forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible Objetivo 15. Proteger, restablecer y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, gestionar los bosques de forma sostenible, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras y poner freno a la pérdida de la diversidad biológica Objetivo 16. Promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar el acceso a la justicia para todos y crear instituciones eficaces, responsables e inclusivas a todos los niveles Objetivo 17. Fortalecer los medios de ejecución y revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible
  Esfuerzos bien encaminados Diferentes asociaciones civiles participaron en la discusión sobre los puntos de la agenda, entre ellos el Copenhagen Consensus Center, un think tank que busca  trazar líneas de acción sobre los programas de desarrollo que ofrecen mayores oportunidades de éxito, puso sobre la mesa la efectividad de las metas propuestas. Así, la asociación realizó una selección de 19 objetivos que podrían ofrecer beneficios de 20 a 40 dólares por cada dólar invertido. El cálculo actual sugiere que si se asignan los 2.5 billones disponibles a los 169 objetivos propuestos, el retorno promedio será de 1 dólar por cada dólar invertido. “169 objetivos son demasiados, es erróneo tratar de concentrarse en todos porque significa que el dinero no se destina a lo que realmente puede generar un cambio, no se da prioridad a las metas con mayor efectividad. Todo líder saber que los países no pueden trabajar y supervisar 169 objetivos, inevitablemente se tendrá que elegir un número menor”, dice Bjorn Lomborg.   La realidad en México Entre 31 países observados por el Copenhagen Consensus Center, México ocupa el cuarto lugar en pérdidas económicas por violencia contra la mujer, sólo después de Brasil, India y China. En pérdidas por violencia contra los niños, el país ocupa el tercer lugar sólo después de China e India. “Ante un gran número de metas, el mayor reto será lograr lo más posible con los recursos que se tienen en cada país”, sentencia Bjorn Lomborg. La estrategia de México tiene una ventaja: desde que se crearon los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio, el país decidió vigilar y registrar métricas de cumplimiento. Así, en 2010 nació el Comité Técnico Especializado del Sistema de Información de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (CTESIODM), que emitió un informe en 2013. Para ese momento, el país había logrado un avance importante en la mayoría de las áreas, con un 84.3% de cumplimiento de las metas. De los 48 indicadores desarrollados para el monitoreo, 38 presentaban metas cumplidas y 5 se cumplirían durante 2015. Sólo dos indicadores mostraban estancamiento o deterioro y cinco tenían progresos insuficientes. Las principales áreas de oportunidad se detectan en áreas como crecimiento económico, vacunación, mortalidad infantil, superficie de bosques y uso de recursos hídricos. “Aunque hubo avances cabe destacar que no se logró un cumplimiento total de los objetivos. Hubo más bien avances coincidentes que se lograron porque ya existían políticas públicas orientadas a atender problemas existentes”, destaca Luis Miguel Pérez Juárez, especialista en política internacional y catedrático del Tec de Monterrey, Campus Estado de México. Al respecto, Gabriel Rivera Conde, Presidente del CTESIODM explica que los avances que se conocen podrían tener cierto ‘delay’ pues los indicadores que se consideran dentro de la medición implican una discusión para determinar cómo serán medidos y luego viene un periodo de recopilación y levantamiento de los datos, que generalmente está asociado con el levantamiento de encuestas por parte de Inegi. En total, para medir los avances de las 169 metas, México podría desarrollar más de 300 indicadores para determinar en qué rubros se necesita trabajar. “Por ejemplo, los resultados de la nueva medición de los indicadores para monitorear las 169 metas de la nueva agenda se podrían ver hasta 2018, que es cuando empecemos a recopilar los datos necesarios”, explica en entrevista. El Comité prevé que será hasta 2030 que se tenga un verdadero mapa de seguimiento de cada indicador a nivel estatal. Las metas a cumplir, en el caso de México, deberán determinarse a partir de cómo se espera que se desarrolle el comportamiento de cada variable. “Para los gobiernos las metas son, muchas veces, una guía de cómo debe encaminarse la política pública, en el caso de México, las metas empatan con los objetivos que ya existen, pero en otros países resulta realmente novedoso encontrar una meta que hable del derecho humano de contar con una identidad legal”, explica Sara Luna.   El papel de las empresas Gabriel Rivera Conde explica que la medición de los avances no sólo es una herramienta que funciona para los organismos gubernamentales y los hacedores de política pública. “Al ser datos públicos están disponibles para que la iniciativa privada y la sociedad civil puedan tener referentes del comportamiento de los indicadores”, señala. Al respecto Marco Pérez, coordinador de la Red Pacto Mundial en México, explica que las empresas se preparan para contribuir con su parte. “Es cierto que la ONU propone una línea de acción muy general, pero hablamos de que se requiere un cambio de paradigma en el sector empresarial, las empresas no deben poner al dinero como primer objetivo, el objetivo deberá ser hacer las cosas bien y eso traerá desarrollo y riqueza como consecuencia”, explica. Pacto Mundial es una red de empresas que, de manera voluntaria se adhieren a la labor de Naciones Unidas para alinearse con los objetivos de desarrollo. Las empresas que deciden asumir este compromiso deben cumplir con 10 directrices en materia de Derechos Humanos, normas laborales, medio ambiente, y medidas anticorrupción. Cada año, las empresas miembros del Pacto mundial deben rendir un informe de progreso. Aunque se trata de una iniciativa que promueve el desarrollo sustentable empresarial, en México sólo 730 de los más de 5 millones de unidades económicas (0.02%) se han sumado al esfuerzo. En opinión de Luis Miguel Pérez, el gran reto del gobierno y las empresas es generar mecanismos que atiendan al cumplimiento de las metas más relevantes. “Hablamos de que cada país tienen áreas de trabajo distintas, en México hay un grave problema de desigualdad y necesidad de fortalecimiento de las instituciones, no es la misma realidad y los mismos problemas que presentan naciones como Estados Unidos o Japón. Cada nación debe desarrollar mecanismos y buscar la manera de que la agenda pase de un muy buen compendio de buenas intenciones, a una realidad con un desarrollo sostenido”, añade.

 

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