A sus 10 años, Luan Tran huyó de Vietnam en una balsa junto a su padre. Hoy, 34 años y tres grados universitarios más tarde, es uno de los abogados más temidos del mundo del emprendimiento.   Por Ryan Mac La oficina de Luan Tran en el piso 39 de un edificio en el centro de Los Ángeles es bastante discreta. Con su vista a la transitada calle South Figueroa, en el distrito financiero de la ciudad, el despacho está lleno del típico mobiliario de oficina y equipo de papelería. Premios, fotos familiares y papeles cubren su escritorio, especialmente documentos de varios casos legales que el abogado tiene a su cargo. Hay un objeto que perturba la monotonía de la oficina. Colgada justo detrás de la silla de Tran hay un recorte de la foto de portada del CEO de Snapchat Evan Spiegel  en Forbes, pero Pero ésta es una variante con algunas alteraciones leves: dos cuernos de diablo garabateados rápidamente con tinta roja. “Sin comentarios”, dice Tran tímidamente cuando le pregunto acerca de tan peculiar objeto decorativo. A Tran, abogado litigante en Lee, Tran y Liang, no se le permite hablar de Snapchat, la empresa que él demandó en representación de su co fundador, Reggie Brown, y la que alcanzó un acuerdo extrajudicial el año pasado. Tampoco se le permite hablar de su demanda en curso contra la popular app Yik Yak, un caso en el que también representa a un cofundador supuestamente desplazado. Pero después de ahuyentarme de su oficina y llevarme rápidamente a un restaurante peruano a unos cientos de metros, me explica cómo se ha convertido en el abogado al que hay que recurrir si eres un co fundador de startups y sientes que has sido desplazado o crees que tus intereses en la empresa que has ayudado a crear se han visto comprometidos. “Actualmente recibo una o dos solicitudes a la semana, muchas de ellas llegan gracias a la cobertura que recibieron los casos Yik Yak y Snapchat. La gente buscó información en línea sobre casos anteriores y nos encontró”, dice. En una época en la que las startups reciben valuaciones sin precedentes en los mercados privados y los fundadores se han convertido en millonarios de la noche a la mañana, Tran ha encontrado un nicho en el ecosistema tecnológico y lo ha hecho como agitador, un hombre cuyo trabajo consiste en ir tras las acaudaladas compañías que potencialmente han agraviado a sus ex empleados. Tran toma casos sobre la base de resultados, lo que significa que no recibe un pago a menos que su cliente gane el caso o llegue a un arreglo, “para hacerles saber que me estoy jugando el pellejo”, dice. Los honorarios de contingencia típicos de un abogado son alrededor de 30% de las ganancias. Las demandas en las empresas de tecnología entre co fundadores divididos o sobre desacuerdos de propiedad intelectual no son nada nuevo. Mark Zuckerberg y Facebook han enfrentado al menos tres, incluyendo una del cofundador Eduardo Saverin y otra de los hermanos Cameron y Tyler Winklevoss, con su compañero de clase Divya Narendra. La compañía llegó a un acuerdo extrajudicial, una historia que fue dramatizada en la película The Social Network. El ex CEO y cofundador de Tesla, Martin Eberhard, amenazó con llevar a su empleador anterior y actual CEO Elon Musk a los tribunales por difamación en 2009 sobre el título de “fundador” usado por éste. La cacería terminó cuando las partes acordaron que los dos hombres son co fundadores del fabricante de autos eléctricos. “El éxito tiene muchos padres, y cuando hay algo grande de lo cual ser dueño parcial, la gente buscará subirse a ese barco”, dice Annie Kadavy, socio de Charles River Ventures. “Las motivaciones pueden ser monetarias, de ego o de alguna otra naturaleza.” Esto no ha sido más evidente en ninguna otra parte más que en la industria de la tecnología, “donde se puede crear mucho valor a partir de tan poco”, dice Ivan Gaviria, quien ofrece asesoría legal a startups como socio de Gunderson Dettmer. Los proyectos escolares pueden convertirse en nuevas empresas con valor de millones de dólares en pocos meses, y para los fundadores, que pueden ser ajenos a los trámites legales que implica crear una empresa, la vía rápida a la riqueza a veces puede significar problemas en el futuro. Es ahí donde Tran puede intervenir y ayudar a sus clientes agraviados que sienten que han sido desplazados de una empresa, a pelear por su participación accionaria y su reconocimiento. A sus 45 años, este hombre con tres grados universitarios y una predilección por calcetines coloridos a rayas al estilo de cualquier inversionista de Silicon Valley, ha construido lentamente una reputación en tecnología como litigante después de pasar la mayor parte de su carrera en el arbitraje internacional y derecho corporativo. Tran, cuyo pago a veces puede incluir acciones de la compañía, dice que ha disfrutado de tomar parte en esos casos debido al “elemento humano”. “Me parece fascinante. Puede haber amistad, traición, espíritu empresarial, la creación de algo desde cero, temas que me parecen fascinantes. Para mí, personalmente, esos casos son muy interesantes y también financieramente gratificantes, obviamente”, dice, antes de hacer una pausa. “Si gano…”, añade.   De la balsa a Harvard Tran creció siendo un luchador. Nacido en Saigón, Vietnam, pasó la mayor parte de sus primeros 10 años  en escuelas del gobierno comunista, donde las lecciones se enfocaban más en el adoctrinamiento leninista que en el aprendizaje. Criado por profesores universitarios que entraban y salían de los llamados “campos de reeducación”, se dio cuenta rápidamente de que había pocas oportunidades en su país natal. Durante 11 años estuvo conspirando para escapar con su padre, quien había decidido abandonar temporalmente en Vietnam a la madre y la hermana de Tran debido a la falta de dinero. “Nuestro plan siempre fue huir primero, instalarnos y luego costear su viaje hacia donde estuviéramos”, recuerda Tran. Ese proceso llevó más tiempo de lo esperado. Comenzó con una embarcación de madera de 12 metros que zarpó en secreto de Saigón en agosto de 1981. Era la cuarta vez que Tran y su padre trataban de escapar, y lo hacían con otras 98 personas a bordo. El barco finalmente se abrió camino a aguas internacionales, donde sus pasajeros fueron recogidos rápidamente por un buque alemán. A bordo del barco Cap Anamur, de Médicos sin Fronteras, los refugiados fueron transportados de país en país, pero todos les negaron la entrada. Fue hasta que llegaron a Filipinas que fueron bien recibidos.  

Ésta es la balsa en la que su Luan escapó, tal como la encontró el barco de Médicos sin Fronteras. (Foto: Cortesía de Luan Tran)

Desde ahí, Tran y su padre llegaron a Quebec y Tran comenzó su vida de nuevo, aprendió francés y vivió con su familia extendida que había emigrado allí años antes. Pasó los siguientes 15 años en Canadá y se graduó como abogado antes de ir a Harvard para obtener su maestría en Leyes. Se unió a la firma de abogados Quinn Emanuel Urquhart & Sullivan en Los Ángeles después de completar sus estudios. “Era un lugar donde le daban a la gente muchas posibilidades de dejar su marca”, dice Tran. “Eran famosos por su pensamiento creativo y uno de los puntos de venta de Quinn después de la escuela de Derecho era que no tenías que usar traje para ir a trabajar.” Con o sin traje, Tran dice que aprendió mucho de la firma, que asumía enormes riesgos aceptando juicios de alto perfil con base en resultados. Pasó seis años trabajando allí, principalmente en arbitraje multinacional para clientes corporativos antes de salir en 2003 para formar Lee, Tran y Liang.   El acuerdo con Snapchat Al empezar “no se puede ser selectivo con los casos que se consiguen”, dice Tran, quien describe los primeros días de su firma como una lucha, ya que tomó casos de las comunidades vietnamita y coreana del sur de California. Con sus socios Enoc Liang y James Lee, Tran lentamente comenzó a construir un negocio a partir de ahí y se hizo de una reputación de aceptar casos que podrían parecer demasiado insignificantes para bufetes de abogados más grandes. Hoy, su ecléctico grupo de clientes incluye a Home Depot, el Sistema Escolar de la Universidad Estatal de California y Walmart, aunque Tran aún se encarga de casos de la comunidad de vez en cuando. En 2010, representó a un pescador vietnamita-americano en una demanda colectiva contra British Petroleum tras el devastador derrame de petróleo de Deepwater Horizon en la costa del Golfo. “Es más divertido estar en el lado de los demandantes, perseguir a los malos es mucho más divertido que defender”, dice. Esa inclinación por casos difíciles despertó el interés de Tran cuando conoció a Reggie Brown, co fundador de Snapchat y un conocido de Quinn Emanuel, ex empleador de Tran y representante legal de los gemelos Winklevoss contra Facebook. Por alguna razón, la empresa había pasado el reclamo de Brown a su ex empleado, dando a Tran una posición ventajosa en un caso en contra de una de las compañías tecnológicas más populares de la época. Irónicamente, John Quinn de Quinn Emmanuel terminó como el representante legal de Snapchat en la demanda, lo que llevó a Tran a intentar impedir que la firma tomara el caso. Obligado por sus acuerdos con sus clientes, Tran es incapaz de hablar acerca de los detalles de su trabajo para Brown. Sin embargo, los documentos de la corte muestran que Brown pidió inicialmente alrededor de un tercio de la empresa –lo que le daría una parte equivalente a la Evan Spiegel y Bobby Murphy, ex compañeros de escuela en Stanford y cofundadores–  por la creación de la aplicación de mensajes efímeros Snapchat. Al momento de la demanda, que fue presentada a principios de 2014 luego de que Snapchat rechazara la oferta de 3,000 millones de dólares (mdd) que le hizo Facebook, Tran dijo a Forbes: “Definitivamente son más de 1,000 millones de dólares los que estamos buscando.” Las partes llegaron a un acuerdo en septiembre, pero los términos del acuerdo no fueron revelados. Una fuente familiarizada con el caso dijo que al final Brown recibió mucho menos de lo que pedía. Tran se negó a comentar sobre el caso. John Quinn también se negó a discutir detalles, aunque habló con Forbes sobre los pleitos entre cofundadores en general. “Hay razones de ambas partes para resolver el caso en un acuerdo extrajudicial porque ir a juicio es muy arriesgado para las dos”, dice. “Un litigio en una empresa de tecnología de rápido crecimiento a veces es lo último que quieres… Para un actor que no está involucrado en el negocio y no tiene ninguna participación en el futuro, poder conseguir una cierta cantidad en un arreglo es mejor que la posibilidad de conseguir cero en un juicio.” Todavía no está claro si Snapchat considera a Brown cofundador, y una declaración posterior al juicio muestra un enfoque cuidadosamente redactado para describir las contribuciones del ex demandante. “Reconocemos la contribución de Reggie a la creación de Snapchat y apreciamos su trabajo en conseguir hacer que la app despegara”, escribió Spiegel en el comunicado.   La demanda a El Yak Desde el acuerdo con Snapchat, Tran ha recibido una serie de correos electrónicos y llamadas de otros supuestos cofundadores con casos en contra de sus empresas pasadas. Él evalúa cada uno meticulosamente antes de decidir si aceptar, a menudo pidiendo a sus clientes potenciales acceso a sus correos electrónicos, mensajes de texto y cuentas de redes sociales para evaluar la viabilidad de un caso. El argumento de Tran contra Snapchat fue construido en parte en torno a los mensajes de texto enviados de Spiegel a Brown, y también se ha convertido en la base para otro caso de alto perfil contra Yik Yak. “Nadie te está arruinando”, dijo a través de un mensaje de texto Brooks Buffington, cofundador de Yik Yak, a su hermano de la fraternidad en la Furman University y ahora demandante Doug Warstler después de una oferta de compra de las acciones de Warstler, según documentos judiciales. Warstler alega que lo “arruinaron” a pesar de haber ayudado a crecer a Yik Yak, una app de mensajería local anónima, en Furman después de ayudar a sus compañeros de escuela Buffington y Tyler Droll a crear aplicaciones en un emprendimiento previo. Buffington y Droll eventualmente fundaron Yik Yak bajo una nueva razón social y levantaron 63 mdd en noviembre a una valuación de muchos múltiplos de esa inversión. Yik Yak se negó a comentar la historia a través de Orin Snyder, abogado de Gibson Dunn, pero su respuesta a la denuncia original de Warstler en el Tribunal Estatal de Georgia señaló que la historia del demandante estaba “plagada de acusaciones infundadas y una hipérbole inflamatoria”. En Snyder, Yik Yak también tiene a su propio abogado de alto perfil, un hombre una vez llamado “el abogado más letal en la tecnología”, que ha representado a empresas de la talla de Apple y Facebook. Él defendió con éxito a la red social contra una demanda presentada por un sujeto de nombre Paul Ceglia, quien, se descubrió, tenía pruebas fabricadas. Aunque es poco probable que Tran y Snyder se enfrenten en la corte debido a que la mayoría de demandas entre cofundadores tecnológicos se resuelven antes del juicio, Tran dice que está listo para lo que sea. Aunque no es tan experimentado como su homólogo frente a un jurado, dice que se ha preparado en el caso de un juicio y ha hecho al menos tres viajes a Fulton County de Georgia para entender al tribunal, al potencial jurado y a la comunidad que podría recibir el juicio Yik Yak. Mientras espera a que ese caso avance, Tran también ha aceptado otro caso similar en Boston. Se trata del presunto cofundador de una empresa de biotecnología sin nombre y espera presentar esa demanda en las próximas semanas. Al igual que en casos anteriores, dice que ha hecho su tarea para asegurarse de que tiene un caso convincente y parque suficiente para ir a la batalla. “La gente no hace cantidades importantes de dinero para deshacerse de ellas sin pelear duro por ellas”, dice. “Sí, siempre hay artistas del timo por ahí, pero si quieres hacer este tipo de demandas contra Facebook y similares será mejor que tengas un caso sólido.”

 

Siguientes artículos

No te cases hasta saber qué serás de grande
Por

La diferencia entre una pareja casada y una divorciada es que las parejas divorciadas tienen una marcada tendencia a man...