Creación del nuevo regulador, llegada de nuevas inversiones y desarrollo de una agenda digital, entre los principales retos.   Reuters México podría promulgar en los próximos días una celebrada reforma al sector de telecomunicaciones y medios, el feudo de magnates como Carlos Slim y Emilio Azcárraga, pero las promesas de más competencia y menores precios podrían tardar en dar frutos. La reforma a artículos de la Constitución mexicana incluye la apertura de mercados a más inversiones extranjeras, licitaciones de más canales de televisión y mayor supervisión a las empresas grandes. Ahora, está en su último trámite: la aprobación de los congresos de los estados. Pero, incluso después de que sea promulgada por el presidente Enrique Peña Nieto, queda pendiente el intrincado trabajo de escribir las normas secundarias para “aterrizar” los cambios y abrir los muy concentrados mercados de telecomunicaciones y medios de la segunda mayor economía latinoamericana. La reforma “suena muy bien, pero en la práctica vamos a ver cómo se va a implementar (…) no nada más es decir ‘queremos más competencia’, sino realmente también se necesitan que puedan invertir”, dijo Marcela Dueñas, analista del sector en México para Standard & Poor’s. México es la casa de América Móvil, de Slim, la mayor empresa de telecomunicaciones de América Latina con 328 millones de suscriptores en 18 países. En el mercado local tiene alrededor del 70 por ciento de los clientes de teléfonos móviles y el 80 por ciento de los de teléfonos fijos. El país es también la cuna de Televisa, de Azcárraga, la líder mundial en contenidos para televisión en español y la mayor operadora local de señales abiertas -con cerca de 70 por ciento de audiencia- y de TV de paga.   ¿Obstáculos para el crecimiento? El éxito de esas empresas las ha convertido además en objeto de críticas porque su tamaño se ha vuelto un obstáculo para el desarrollo del sector, en un país que se ha rezagado en términos de acceso frente a otros de la región y sus socios globales. México, por ejemplo, tenía al cierre del año pasado unos 86 accesos celulares por cada 100 habitantes, mientras que en Brasil, su mayor rival por inversiones en la región, había 133 conexiones por cada 100 habitantes. Y el país es el penúltimo entre los 34 socios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en conexiones de banda ancha fijas, con 11.1 por cada 100 habitantes a junio del 2012, sólo más que Turquía. Luego de que el Congreso aprobó la reforma en abril, el secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, dijo que el rezago en el sector le generaba a México pérdidas por hasta 30,000 millones de dólares al año. Las reglas de juego aprobadas en abril por el Congreso crean nuevas y más fuertes autoridades, amplían la inversión extranjera en mercados como telecomunicaciones y satélite y ordenan la licitación de nuevos canales de televisión, entre otros puntos. No obstante, tomará tiempo escribir los reglamentos necesarios para ejecutar esos cambios, conformar el nuevo regulador del sector, poner en el mercado nuevas frecuencias y resolver una miríada de pleitos legales pendientes. Christopher Buck, de Barclays, dijo en un reporte que aunque la reforma “resultará en una regulación mejor y más efectiva (…), es difícil tener más claridad hasta que se establezca el nuevo regulador y haya establecido las reglas – posiblemente en el primer trimestre del 2014”. En tanto que el director de la firma de análisis Mediatelecom Policy & Law, Jorge Fernando Negrete, agregó que además la reforma, por sí sola, no basta para acelerar el crecimiento. “La reforma es para llevar infraestructura pública o privada a los ciudadanos, pero el desarrollo de sus habilidades digitales, el desarrollo de nuevos productos y servicios masivos (…) y demás elementos que fomentan la conectividad y estimulan el desarrollo de nuevos usuarios, se logra con una agenda digital, es decir, con política pública”, comentó. Para Jorge Nicolín, quien dirigió al regulador de telecomunicaciones actual a principios de la década del 2000, adicionalmente habría que animar a otras empresas a invertir en los mercados donde los dominantes comiencen a enfrentar obstáculos como consecuencia de la reforma. “Lo único que no se quiere es tener empresas que no inviertan lo suficiente. Sería una tontería afectar a quienes sí invierten, si no se cuenta con otros que sí quieran hacerlo”, afirmó. Pero incluso esas nuevas inversiones “no necesariamente se pueden materializar de la noche a la mañana”, añadió.   Esperando la norma Las mismas empresas han adoptado un patrón de espera. Alfonso de Angoitia, vicepresidente ejecutivo de Televisa, dijo en una reciente conferencia telefónica con analistas que lo aprobado por el Congreso son “pinceladas anchas”. Aunque destacó eventuales retos en áreas como televisión abierta, donde se considera el lanzamiento de nuevas cadenas, así como la obligación de ofrecer su programación de TV abierta de manera gratuita a operadores de TV de paga, algo conocido como “must offer”. Y América Móvil, que corre el riesgo de que el Gobierno ordene la desagregación de su red local -en caso de ser declarada dominante en el mercado- seis meses después de la conformación del nuevo regulador, insistió también en la necesidad de conocer las normas secundarias. “Sería (…) prematuro predecir los efectos de largo plazo de la reforma y el nuevo marco referencial que contempla, pero estos efectos podrían ser adversos para nuestros intereses en aspectos significativos”, dijo la empresa en un documento enviado al regulador de valores de Estados Unidos, la SEC. Operadores más pequeños, que confían en beneficiarse de la reforma, esperan, sin embargo, velocidad. “Uno ve claramente que el Gobierno está buscando velocidad en el cambio. No están buscando únicamente algo que transforme un mercado tan importante como éste, sino que suceda ya”, dijo a Reuters Francisco Gil Díaz, presidente de la española Telefónica en México, la segunda mayor operadora de móviles del país.

 

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