A pocos días de la ratificación de los Objetivos de Desarrollo Sustentable en la ONU, ¿saben los jefes de Estado a lo que se comprometen?   Por Marcelo Delajara El pasado julio en Adís Abeba (Etiopía), los 193 Estados miembros de las Naciones Unidas llegaron a un consenso sobre el contenido de la agenda de desarrollo pos-2015. Ahora, del 25 al 27 de septiembre se celebrará una cumbre en Nueva York con más de 150 jefes de Estado. En esa cumbre se ratificarán los nuevos Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS), para sentar las bases de un objetivo común en la comunidad internacional para los próximos 15 años. La ceremonia de inauguración, las declaraciones de cada país y la ratificación de los ODS se transmitirán en vivo a través de UN web TV. Implementar los ODS será una inmensa tarea, tanto por el costo de su implementación como por las características propias de cada país. En México se requiere establecer los objetivos de desarrollo no sólo para lo que queda del presente sexenio, sino también para los dos que siguen. Lo más importante es que algunos de los problemas en la agenda pos-2015 se han agravado recientemente en México. Tomemos como ejemplo el objetivo número 10 de los 17 ODS, que busca “reducir la desigualdad entre y dentro de los países”. Específicamente, en uno de sus 10 incisos propone: “para 2030 lograr progresivamente, y mantener, el crecimiento, de los ingresos del 40% más pobre de la población a una tasa superior a la media nacional”. Se trata de un desafío mayúsculo para México, donde el ingreso real por sueldos, salarios y jornales del 40% más pobre de los hogares, desde 2006, se ha reducido a un mayor ritmo que el ingreso correspondiente al promedio nacional (ver gráfica). Los datos de la Encuesta de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH) ajustados por inflación indican que si bien hubo un ligero repunte entre 2012 y 2014 en este rubro de ingresos, los hogares más pobres tienen en promedio un ingreso laboral real 29% por debajo del de 2006. En el decil I de ingresos, la caída alcanza el 42%. En comparación, la reducción de estos ingresos en el hogar promedio es de 10%. image001Si bien estas cifras confirman la relevancia del objetivo mencionado para el caso de México, también muestran la magnitud del problema que enfrentamos si en verdad queremos resolverlo. Se trata de revertir la tendencia a la baja en el ingreso real laboral y reducir la brecha entre los ingresos laborales del hogar promedio y los ingresos de los hogares más pobres. Más aún, el repunte que se observó entre 2012 y 2014, ya referido, fue menor entre los hogares más pobres que en el promedio, y no mayor como lo establecen los ODS. ¿Qué hacer? Una estrategia sería combatir la informalidad en el mercado laboral. Las estimaciones de diversos investigadores y analistas señalan que en los hogares más pobres, la mayor parte de los ingresos provenientes de salarios, sueldos y jornales se obtienen en puestos de trabajo en el sector informal. Además de ilegal, ser informal significa ser invisible; por lo tanto, estar más allá del alcance de las políticas públicas, en particular de las que facilitan el financiamiento a las empresas y promueven la capacitación y la protección social de los trabajadores. Trabajar en el sector informal implica que es más difícil ser contratado por empresas con mejores salarios y condiciones laborales en el sector formal. Informalidad y pobreza van de la mano, y ello también frena la movilidad social y la expectativa de una vida mejor para la próxima generación. Entonces, para eliminar la informalidad en el caso de México, se requiere alinear la política fiscal con la de desarrollo y seguridad social, la educativa y la de salud, con base en objetivos claros en cada una de estas áreas y para el conjunto de la sociedad. Los ODS también incluyen metas y acciones en estos ámbitos. De esta manera, quienes se comprometan a alcanzar los nuevos objetivos de desarrollo para el periodo 2015-2030 necesitan tener una visión integral del desafío del desarrollo social; la única que les permitirá trazar un plan coherente y factible para el despegue económico y social del país.
Marcelo Delajara (@MarceloDelajara) se doctoró en Economía en la Universidad Pompeu Fabra (Barcelona, 1999). Fue profesor, investigador y consultor en diversas instituciones (UDLA-P, CIDE, BID, PNUD, Banco Mundial y Banco de México, entre otras). Actualmente es investigador del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY). Las opiniones de Marcelo Delajara son a título personal y no representan, necesariamente, el criterio o los valores del CEEY.   Contacto: Twitter: @ceeymx Facebook: ceeymx Página web: CEEY   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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