Inversionistas y economistas de Sudafrica temen que a la muerte del ex mandatario, el país se sumerja en las posiciones radicales del partido oficialista CNA, pues ofrece un exceso de concesiones a la minoría blanca, que exigen la nacionalización de la industria minera.   Reuters LONDRES – Los inversionistas internacionales no deben preocuparse sobre el futuro de Sudáfrica cuando el ex presidente Nelson Mandela ya no esté pues su legado será resguardado, dijo el lunes ministro de Planificación, Trevor Manuel. Sin embargo, muchos inversionistas y economistas temen que la muerte de Mandela fortalezca las posiciones radicales en el partido oficialista CNA, como las que critican un exceso de concesiones a la minoría blanca o los que exigen la nacionalización de la enorme industria minera. Mandela, de 94 años, el primer presidente negro del país, está en estado crítico debido a una infección pulmonar, una gran preocupación para los 53 millones de africanos, que lo veneran como el arquitecto de una transición pacífica hacia la democracia en 1994 después de tres siglos de dominio blanco. “Han habido muestras de preocupación, injustificadas, sobre lo que pasará cuando Nelson Mandela ya no esté con nosotros”, dijo Manuel a Reuters. El funcionario habló al margen de una conferencia llevada a cabo para informar sobre la validez de un sondeo anual de negocios del Banco Mundial. Manuel dijo que la salud de Mandela se había deteriorado -su última aparición pública fue en julio del 2010- por lo que su rol ya es menos activo. “Es una tragedia honda y profunda pero que ha sido cercana a nosotros y en la que hemos pensado durante muchos meses (…) pero durante el último año él no ha podido estar en su lugar de patriarca asesor”, dijo Manuel. “Está en nosotros (ver) que su legado continúe. Esté presente físicamente o no, es su legado lo que debemos proteger”, dijo el funcionario. Madiba, como se conoce con cariño al ex mandatario, es reverenciado por la mayoría de los 53 millones de habitantes de Sudáfrica que lo consideran el arquitecto de la transición pacífica de 1994 a una democracia multirracial después de tres siglos de dominio blanco. No obstante, el último ingreso hospitalario de Mandela, el cuarto en seis meses, ha hecho comprender a los sudafricanos de que su líder no estará entre ellos para siempre. La enfermedad de Mandela ha coincidido con eventos tormentosos en Sudáfrica, que ve un éxodo de inversores en sus mercados de bonos al tiempo que preocupaciones sobre conflictos laborales crónicos coinciden con una reducción de la liquidez por parte de la Reserva Federal estadounidense. Muchos han criticado al Gobierno por no haber avanzado en la implementación de reformas claves en una economía que lucha con la escasez de energía, un sistema de salud pobre y un desempleo elevado.

 

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