Mientras otros ven lo que han recorrido, los emprendedores ven lo que falta por recorrer, lo que quieren y pueden ser.     Cualquier inversionista llega a la misma conclusión: el dinero para invertir en proyectos de negocio no es el recurso escaso; la falta de emprendedores excepcionales, con buenas ideas de negocio, sí lo es. Nos hacen falta emprendedores con capacidad de desarrollar empresas que trasciendan por los productos y servicios que ofrecen a la sociedad y, sobre todo, que contribuyan a generar más y mejores empleos, que tanto se requieren el país. En una ocasión, un joven me comentó que dejaba su empleo para dedicarse a desarrollar un negocio, pero si en seis meses no funcionaba se regresaría a ser empleado. Mi respuesta fue: “Con esa actitud nunca vas a ser un buen emprendedor. Nunca.” Entonces, ¿qué cualidades se requieren? En mi experiencia asesorando a emprendedores jóvenes y analizando a emprendedores exitosos, las resumiría en las siguientes siete: 1. Pasión por el logro. La necesidad de logro es un rasgo psicométrico en la personalidad de un buen emprendedor. El gusto por lograr cosas, pero no cualquier cosa: productos, servicios y organizaciones trascendentales, que transformen y sean diferentes o mucho mejores de lo que existe en el mercado. Evidentemente, un emprendedor debe tener la pasión por enfrentarse al reto que representan los logros importantes. El lema de las Olimpiadas: “Más alto, más rápido, más fuerte”, es el manifiesto de acción de un buen emprendedor. ¿Mi consejo? Evita el conformismo y la complacencia. Mientras otros ven lo que han recorrido, un emprendedor ve lo que falta por recorrer, lo que quiere y puede ser. La motivación principal no es el dinero; es la pasión por el logro. Dónde no hay pasión, hay chantaje. 2. Confianza en sí mismo. La tarea de emprender está llena de obstáculos, unos más difíciles que otros, pero hay ocasiones en que muchos de éstos no pueden vencerse y se convierten en fracasos. Indudablemente, hay veces en que las caídas hacen dudar si uno debe seguir o renunciar; puede que un buen emprendedor desconfíe sobre qué hacer o cómo hacerlo, pero nunca va a dudar que puede lograrlo. Esto es confianza en sí mismo. Un emprendedor sabe que el fracaso es una parte importante del éxito. El dolor del fracaso es la puya que lo lleva a empujar más. 3. Perseverancia en el propósito. Una empresa tarda años en desarrollarse. En el camino se enfrentan mucho retos, situaciones difíciles y sacrificios que el emprendedor debe estar dispuesto pasar; de otra forma se va a quedar en el camino. Desarrollar una empresa es como correr un maratón o escalar una montaña, con la diferencia de que la tarea de emprender no tiene fin. 4. Sentido de negocio. Comúnmente asesoro a jóvenes con propuestas innovadoras de negocio, pero con una seria falta de sentido de negocio y sin respuestas claras a preguntas básicas, como:
  • ¿Quiénes son sus clientes?
  • ¿De qué tamaño es el mercado?
  • ¿Contra quién van a competir?
  • ¿Por qué les van a comprar a ustedes?, ¿a qué precio?, ¿con qué margen?
  • ¿Qué volumen requieren para que sea negocio?, ¿lo pueden cumplir?
  • ¿Cuál es el modelo de negocio que responde a todo lo anterior?
Desarrollar un buen producto no es emprender; tampoco desarrollar planes de negocio. Al final del día debe predominar el sentido común de negocio sobre la creatividad. 5. Liderazgo: crear a través de otros. La tarea de desarrollar una empresa no es una acción individual; es una acción humana colectiva. Atraer talento, desarrollarlo, incentivarlo y organizarlo son partes fundamentales del desarrollo empresarial. Además de tener un buen producto y un agudo sentido de negocio, se debe contar con la capacidad de organizar y, sobre todo, liderar gente. 6. Puntería empírica: listo, fuego, apunta. El experimento es la principal fuente de acción de un emprendedor. Tiene un enfoque muy práctico basado en una buena teoría, que parte de una alta dosis de conocimiento intuitivo, puesto a prueba constantemente vía pequeñas acciones en que cada resultado indica la dirección del siguiente movimiento. En alguna ocasión escuché a un gran empresario decirle a un colaborador suyo, egresado de una escuela prestigiada de negocios: “Tú nunca vas a ser un buen empresario; piensas demasiado.” El buen emprendedor piensa el 20% de su tiempo y actúa el 80%. El pragmatismo y el experimento para saber hacia dónde moverse imperan sobre los grandes planes; el movimiento es continuo y las acciones son constantes. No se sigue un plan específico necesariamente, pero existe un rumbo y siempre preguntando: ¿qué sigue?, ¿qué sigue? 7. Aprendizaje para mejorar. Un emprendedor está constantemente en modo de aprendizaje, es inquisitivo por naturaleza: pregunta, curiosea, lee, visita clientes, atiende exposiciones, indaga qué hacen los competidores y cuáles son las tendencias de la industria. Busca estar conectado con el medio que lo rodea. Esto es importante porque es la fuente principal para identificar oportunidades de negocio. El conjunto de estas siete cualidades, interactuando entre ellas, es lo que crea la capacidad de emprender. Contar con algunas de ellas no es suficiente; si se quiere ser un buen emprendedor, hay que cultivaras todas.     Contacto: Página web Twitter_     (*Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.)  

 

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