La feroz ola de innovaciones electrónicas ha ido alcanzando al mundo de la fotografía: algunos aprenden a surfear en ella, mientras que otros se van quedando poco a poco a la deriva. Y tú, ¿por qué tomas fotografías?     El primer celular que tuve llegó a mis manos en el año dos mil y por su voluminoso aspecto bien pudo haber fungido como un arma de defensa personal de ésas prohibidas por su alta peligrosidad o bien, haber formado parte de los cimientos de algún edificio. En ese momento la salida y entrada de llamadas, con todo y su grandioso juego de la viborita, eran más que suficiente, pero las cosas han ido mucho más allá. Ahora estos dispositivos móviles con su imparable tecnología de punta almacenan condensadamente nuestra vida, desde las conversaciones en formato de texto hasta nuestra banda sonora totalmente personalizada, pasando por videojuegos y agenda telefónica sin límite de registros; su conexión ininterrumpida a Internet —con toda la gama de posibilidades que ésta nos ofrece— nos asiste con minuciosos mapas a escala de casi cualquier ciudad del mundo así como información pormenorizada de actividades de todo tipo, perfiles en redes de contacto socio-virtual constantemente actualizados y —con la incorporación de cámaras de cada vez más alta definición— videos y fotografías se comparten de manera prácticamente instantánea en la Web, etcétera. Y aunque me he beneficiado con todo lo que ha pasado con estos artilugios en estos últimos diez años debo decir que siento cierta nostalgia. No, no, no, tampoco es que extrañe los álbumes físicos llenos de imágenes que no hacen más que ocupar espacio y acumular polvo entre cada recuerdo, pero sí añoro aquellos tiempos cuando todavía no nos alcanzaba el exhibicionismo desmedido fortificado por la fotorrea*. [*Término acuñado por mí para designar a quien desenfunda su cámara fotográfica a la menor provocación.] Sí, cada fotografía es una historia contada sin palabras y a la vez una poderosa herramienta de documentación que ha servido para respaldar la denuncia ciudadana. Pero en la mayoría casos la he visto convertirse en la manera más vulgar de registrar la vida, con el único propósito de ostentar el entorno que nos rodea y emitir ese grito desesperado para no sentir que somos tan fugaces, poniendo así en riesgo la intimidad y, sobre todo, la seguridad. Y no, no sólo la gente común se siente tentada por intentar dejar de ser efímera. Recientemente tuve la oportunidad de asistir a dos exhibiciones fotográficas. La primera el Camera Solo de la cantautora, poeta y artista visual Patti Smith; la segunda Genesis, del reconocido periodista gráfico Sebastião Salgado. Smith explicó así su muestra de instantáneas: “Cuando estoy sola con mi cámara, tomando estas fotografías, se siente como si estuviera en un cuarto dentro de mí misma, un mundo independiente. Estas imágenes ofrecen la simplicidad de ese mundo”. Pese a que admiro gran parte de su carrera musical y reconozco su inigualable talento al momento de enfrentarse a las palabras, este material —que además estuvo acompañado de una instalación y ambientada por un cortometraje en el que estuvo involucrada la particular visión del cineasta Jem Cohen [Notebooks, 2008/16mm, en coautoría con Patti Smith]— no es más que un plus de ella para sus más acérrimos seguidores. Por otro lado, Salgado fue toda una revelación con lo que él describió como “una carta de amor al planeta”, y de esta manera explica su trabajo generalmente: “El relato que cuento en mis fotografías es mi historia vista desde mi perspectiva. La fotografía es mi lenguaje y lo escribo con la cámara como mi pluma. Estamos viviendo en un importante momento para nuestra tierra. Las fotografías son una manera de compartir esta época histórica.” Además de exponer la belleza de algunos de los sitios que aún no han sido alcanzados por la urbanización e industrialización desmesuradas, Genesis es “un tributo visual al frágil planeta que todos tenemos el deber de cuidar”. Este retratista nacido en Brasil inició con dicho proyecto en 2004, mismo que consiste de una serie de fotografías de paisajes del entorno natural, así como de imágenes de comunidades que continúan viviendo de acuerdo a su cultura y tradiciones ancestrales. La misión de Sebastião Salgado es que esta muestra sea concebida como un camino potencial para la humanidad para redescubrirse en la naturaleza. Esta exhibición no sólo era unilateral y requería de retroalimentación. En una de las salas se lee la pregunta: “¿Cuál es tu motivo para tomar fotografías?” y, con muy pocas excepciones, la respuesta fue “para no olvidar”. Definitivamente la feroz ola de innovaciones electrónicas nos ha ido alcanzando: algunos aprenden a surfear en ella, mientras que otros se van quedando poco a poco a la deriva. Y tú, ¿por qué tomas fotografías?     Contacto: Correo de contacto: [email protected] Twitter: @Recienmentero

 

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