La obra entera de Fumito Ueda como creador de videojuegos se compone de tan sólo tres títulos, y aun así se le considera una de las figuras más importantes e influyentes en la historia del medio. Sus dos primeros juegos están altamente posicionados en prácticamente todas las listas de “los mejores de todos los tiempos”, y son dos de los ejemplos más comunes en la discusión de los videojuegos como arte. El tercer y esperadísimo juego de Ueda es The Last Guardian, una de las exclusivas más importantes del PlayStation 4, con la que Sony Interactive Entertainment busca reafirmar su plataforma como el líder en un mercado cada vez más complicado, en el cual los grandes blockbusters del verano ya están olvidados en el otoño.   Una larga historia en desarrollo Es imposible hablar de The Last Guardian sin hablar de su desarrollo, ya que es uno de los ejemplos más prominentes del llamado development hell en los videojuegos, que es la manera en que se conoce al estado de un proyecto que pasa largos periodos sin avanzar, pero tampoco sin morir del todo. Ueda y el estudio first-party de PlayStation llamado Team Ico desarrollaron los aclamados Ico (2001) y Shadow of the Colossus (2005) para el PlayStation 2, y desde hace más de una década trabajaban en un sucesor espiritual para ambos juegos, que estaba programado para salir en 2011 para el PlayStation 3. El proyecto sufrió varios retrasos, incluyendo cambios importantes en el equipo (Ueda y otros miembros del estudio dejaron Sony) y en la plataforma para la cual se desarrolló. Luego de numerosas peripecias, el proyecto fue terminado por genDESIGN -el nuevo estudio de Ueda- en conjunto con SIE Japan Studio para el Playstation 4, y salió al mercado en diciembre de 2016, con las expectativas más altas que algún videojuego podría tener. The Last Guardian es básicamente un juego de plataformas con elementos de puzzle en el que tomas el control de un niño sin nombre, que debe aprender a comunicarse con una gigantesca criatura llamada Trico. La historia comienza con el niño, que misteriosamente despierta en cautiverio junto con la bestia, una extravagante mezcla entre gato y ave, que además es conocida por comer humanos. A través de este encierro forzado, el niño se da cuenta de que la única forma para escapar es trabajar en conjunto con Trico, lo cual representa el corazón y el verdadero reto del juego, ya que de la misma forma en que uno no puede hablarle ni dar comandos a un gato en la vida real, el jugador debe descubrir las diferentes formas y estrategias con las cuales dirigir a Trico. Ambos personajes se encuentran en un mundo fantástico, atravesando las ruinas de algo que a veces parece un castillo y en otras ocasiones una antigua ciudad abandonada. De principio a fin el juego es lineal, y se compone de diferentes áreas interconectadas sucesivamente. Ya que el objetivo del niño es volver a casa, necesita escapar de estas ruinas, y para esto debe resolver los puzzles que presenta cada escenario; estos pueden ir desde activar algún elemento escondido hasta hacer que Trico realice alguna actividad específica. boy_looking_at_scene Un niño y su bestia Como en los juegos anteriores de Ueda, el jugador no tiene mucha información sobre lo que sucede, y la historia es más bien sugerida mediante las acciones de los personajes y un mínimo uso del lenguaje. Es ahí donde reside la gran maravilla que es The Last Guardian, así como sus mayores dificultades. El juego tiene un aire de misterio en prácticamente todos sus aspectos, al punto en el que ni siquiera están muy claros los comandos que se deben o pueden hacer para interactuar con Trico. El niño puede llamar a Trico con la voz, colgarse de su cola, subirse a su lomo, e incluso alimentarlo, todo con el objetivo de que se posicione en algún lugar en particular o realice una acción, como saltar, remover un obstáculo o atacar enemigos. La curva de aprendizaje del juego es bastante moderada, sobre todo si consideramos la forma tan intuitiva en la que se guía al usuario sin poner instrucciones en pantalla. El niño deberá correr, saltar, escalar y nadar para explorar todos los escenarios y descifrar cómo resolver cada puzzle. Sus movimientos y animaciones son bastante sutiles pero impresionantes, llenos de detalles que no dejan de sorprender hasta el último momento. La forma en que las animaciones del niño se ven afectadas por la física de los escenarios logra crear movimientos naturales y llenos de gracia. Sin embargo, los controles a veces pueden ser demasiado torpes e inexactos, haciendo difíciles saltos y acciones que en otros juegos serían mucho más sencillos de lograr. El control de la cámara es otro de los puntos más débiles, ya que existen momentos en los que la vista se vuelve extremadamente incómoda, sobre todo en áreas pequeñas o cerradas, como túneles y pasajes estrechos.   El verdadero protagonista Sin duda Trico es la parte más fascinante en este juego. Aunque a quien controla el jugador directamente es al niño, el juego en realidad se trata de operar a Trico. En otras palabras: hacer crecer la relación entre ambos con el paso del juego. Al principio, su interacción se muestra bastante burda y caótica, pero conforme pasan las horas suceden dos cosas: las maneras de comunicarse se van refinando con la dificultad de las tareas, y el lazo entre ambos se hace más profundo. Pocos juegos logran crear semejante apego emocional entre el jugador y los personajes como The Last Guardian. La forma en que el niño y Trico se acostumbran el uno al otro es enternecedora sin ser artificial. Este juego da vueltas alrededor de varios de los temas recurrentes en Fumito Ueda, como la soledad, la compañía, y el sacrificio, en los cuales nos adentramos mediante una narrativa que no usa palabras, sino las acciones que uno como jugador ejecuta. Dentro de algunos años, Trico será recordado como uno de los personajes más convincentes creados en los videojuegos. En un plano técnico, es fascinante estudiar el obsesivo nivel de detalle que pusieron en sus animaciones; la manera en que sus plumas se mueven con el viento, o la gracia felina con la que salta de un lugar a otro no dejan de sorprender durante todo el juego. Lo más importante es que logran crear la ilusión de que es un ser vivo y no sólo una herramienta programada para la asistencia en un videojuego. boy_petting_trico Trico tiene un carácter propio, que el jugador poco a poco aprende a leer; él es incluso temperamental e impredecible, lo cual puede volver la progresión del juego algo complicada. Además de la historia del juego, otro de los elementos que dejan sin explicación es cómo funciona Trico. A veces se muestra bastante cooperativo y sus movimientos son precisos, pero hay ocasiones en que simplemente está indispuesto a cooperar, a pesar de los intentos del jugador. Cuando suceden este tipo de situaciones, Trico reaccionar voluntariamente al pasar los minutos. Como si fuera un gato caprichoso que no se deja controlar por el amo. Si bien éste es un elemento de cierto “realismo” que ponen en él -ya que ningún ser vivo reacciona de manera maquinal ante los comandos humanos- y esto puede volver el juego bastante frustraste, minando la experiencia total del juego, y convirtiendo a The Last Guardian en una prueba de paciencia que no todos estarían dispuestos a tomar.   Verdaderamente fantástico Ueda se caracteriza por diseñar juegos de corte minimalista, desechando todas las partes que estorben para mostrar su esencia. Aunque éste un juego con pocos elementos, logra sacar lo máximo de cada uno de ellos, principalmente en el diseño de los niveles. El mundo que recorren sus personajes es exuberante y bellísimamente construido; las ruinas por las que Trico y el niño se mueven parecen tener cierta inspiración en la arquitectura helénica, con columnas de piedra cubiertas de musgo, y estructuras verticales que llevan a los jugadores a vistas que roban el aliento. El solo hecho de recorrer los niveles es una experiencia digna de recordarse, pero la forma en que están diseñados los puzzle no deja de sorprender. El juego requiere de mucha observación y paciencia, lo cual puede ser bastante demandante a momentos. Sin embargo, el resolver alguno de los puzzle genera una gran satisfacción. Aunque el diseño del mundo y sus personajes son de lo mejor que se ha visto en los últimos años, tampoco se puede ignorar el hecho de que The Last Guardian definitivamente no se ve como un juego AAA de 2016. El desarrollo tan truncado que sufrió causa un verdadero impacto visual, pues a momentos luce como una la versión remasterizada del juego de PlayStation 3 que originalmente fue. Aunque es imposible no esperar esto de una entrega que tuvo al menos cinco años de retraso, no deja de ser una lástima que algo tan bellamente diseñado no pueda mostrar ese esplendor. El viaje más memorable The Last Guardian es una pieza viva de la historia de los videojuegos. No sólo por el legado al que pertenece, sino por la marca innegable que dejará en aquellos con la paciencia suficiente para experimentarlo a profundidad. Aunque los juegos de Team Ico son considerados de culto, no hay que perder de vista que en realidad no han vendido más que una fracción de lo que logran franquicias anuales como Call of Duty, FIFA, o Assassin’s Creed. Con seguridad The Last Guardian no será la excepción, pero a la larga ayudará a formar el catálogo de exclusivas que el PlayStation 4 necesita para ganar más adeptos. The Last Guardian es una extraña amalgama de contrastes, con varias de sus mejores características conviviendo al lado de algunas fallas que -probablemente- pudieron ser corregidas con el tiempo. Sin embargo, todo aquel que tenga resistencia a la frustración debería darle una oportunidad, ya que se trata de uno de los juegos más entrañables de los últimos tiempos y uno de los grandes logros de 2016.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @IrvingPeres Podcast: El Beastcast   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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