- Es experto en su materia y también en cómo impartirla.
- Motiva a sus alumnos y despierta interés y gusto por aprender.
- Identifica necesidades y crea oportunidades de aprendizaje para todos.
- Fomenta valores a través del ejemplo, dentro y fuera del aula.
- Hace partícipes a los padres del aprovechamiento de sus hijos y en la comunidad escolar.
- No deja de aprender nunca, consciente de que un maestro es siempre un aprendiz.
- Lucha sin descanso y contra viento y marea por un derecho humano básico: el derecho a una educación de calidad para cada uno de sus alumnos.
- Y es, ante todo, un gran ser humano.
El trabajo más difícil en México
Pensemos en todos los maestros que con su trabajo han hecho una diferencia en nuestras vidas. Apoyemos la labor que hacen con cada generación de mexicanos. No hay que dejarlos solos.
Ser buen maestro, un maestro que verdaderamente hace una diferencia, es difícil en cualquier lugar. ¡En México es todavía más difícil!
Muchos de nosotros tuvimos maestros que marcaron profundamente nuestras vidas. ¿Qué tenían en común? Entre otras cosas: conocían muy bien su materia, motivaban a sus alumnos, despertaban el gusto por aprender y se dedicaban en tiempo y alma a su vocación… ¡Vaya tarea!
Pero esa tarea la cumple cualquier maestro de excelencia en el mundo. En nuestro país hay que ir más lejos…
Los maestros tienen que sobreponerse a problemas familiares, emocionales, nutricionales y sociales que afectan a sus estudiantes; a infraestructura escolar incompleta o defectuosa, en donde no hay aulas bien equipadas, laboratorios e inclusive baños… y aun así ¡hacen un extraordinario trabajo!
(Mal)Gasto, el estudio de Mexicanos Primero, determina que alrededor de 59% de las escuelas públicas a las que asisten los niños y jóvenes del país son “no escuelas”. Eso quiere decir que no existen las condiciones mínimas necesarias, en términos de infraestructura, capital humano, método pedagógico, soporte burocrático y participación de la comunidad, para que se pueda verificar un aprendizaje significativo. Vivimos en el “país de las no escuelas”.
Usando una comparación de comida, los maestros de otros países tienen la mesa puesta, mientras que los nuestros tienen que matar a la gallina, desplumarla, cocinarla y luego poner la mesa. Es por eso que los buenos maestros mexicanos son todavía más grandes que los buenos maestros finlandeses, coreanos o canadienses.
Ante estos retos es fundamental destacar, no conformarse, romper el molde, ser ejemplo, y lo es porque con buenos maestros y directores podemos mejorar la calidad de la educación que merecen nuestros hijos.
¿Cómo es un buen maestro? Estos son los dones y atributos que suelen reunir: