Una historia que revela rasgos poco conocidos del luchador Dr. Wagner Junior, contada por una fan y periodista.   Un día de aquellos, cuando comencé en mis andares como periodista de luchas, tuve la fortuna de recibir una de esas sorpresas que da la vida, conocí a uno de los luchadores más afamados de México y del mundo: Dr. Wagner Junior, alias, El galeno del mal, mismo mote que usó su padre muchos años atrás, hasta que falleció en septiembre del 2004. Después de esperarlo al término de su lucha y colarme entre los fans, él salió de vestidores sólo con una toalla que le cubría la cara, se sentó; con una mano sostenía la toallita amarilla sobre su rostro y con la otra bajaba los tirantes de su traje. Poco después desató las botas y, al final, no sé si por un acto de extrema seguridad o como un regalo a mi novatez se descubrió el rostro y dejó ver la esencia de la persona. Su rostro era de un hombre sumamente atractivo, de edad joven, sin importar sus casi cuarenta y tantos, de facciones gentiles y educadas, con sonrisa amable y galante. Sus manos, pese a la profesión, eran suaves y aparentaban manicure. Fue entonces, cuando con un tono de voz entrecortada y nerviosa, me animé a preguntar: “¿Te puedo hacer unas preguntas básicas? ¿Peso?, ¿edad?…” y me interrumpió con una frase que me quedó muy grabada hasta ahora: “Las estrellas no tenemos edad”; a eso añadió una carcajada que me hizo volver a temblar. ¡Wow!, me dije mientras movía nerviosamente mis manos fingiendo escribir sus respuestas en un cuaderno que llevaba; en realidad, sólo quería disimular y portarme como una profesional con experiencia para evitar que en mi mente revolotearan más recuerdos de una niña fanática de las luchas, viendo por televisión abierta a su ídolo, y estropearan lo que estaba viviendo. Seguí con la entrevista hasta que llegué al punto medular, algo que nadie sabía, le pregunté: ¿Estudió alguna carrera? (sí, le hablé de “usted” porque el nervio me hacía confundir el tuteo). La respuesta: “Tengo una carrera técnica. Soy técnico industrial. Todo lo que tiene que ver con la mecánica de los coches, eso lo conozco a fondo. Iba a estudiar ingeniería pero la lucha libre me retiró de ella.” Temía hacer la otra pregunta, pero resultó fácil y natural en la conversación; es más, fue una afirmación: si no hubieras sido luchador, serías ingeniero, naturalmente. Me miró, volvió a sonreír y me dijo: “No, hubiera sido piloto de autos de carreras. Me encanta todo lo que tiene que ver con la industria automotriz. Afortunadamente, no tuve el apoyo (de mis padres) porque es un deporte muy riesgoso, pero cuando yo veía las estrellas… quería ser un piloto de carreras.” Bien, las cosas iban bien…más datos, quería más datos…y aquí están: Súper héroe favorito: Superman. ¿Firma máscaras-pirata? Sí y, aunque no son sus preferidas, no le molesta hacerlo. Lugar donde confecciona sus trajes: la mayoría con un profesional en el tema, en ciudad Nezahualcóyotl. Edad a la que se dedicó por completo a la lucha libre: 20 años Frase que más le gritan: “Hazme tuya”…obviamente, las mujeres. Estado civil: casado Recuerdo de infancia: “Cuando era niño, me sentaba en la banqueta de afuera de mi casa a ver las estrellas  y decía: “yo quiero ser…” Otra fuente de ingresos: empresario con su propia línea de productos. ¿Vanidoso?: Claro…no quiso revelar su edad. Después de esto, me di cuenta que llevaba más de media hora charlando con él y, muy a mí pesar, era momento de abandonar la arena. Colgué mi mochila roja a la espalda y caminé hasta la parada del camión. Iba en una especie de hipnotismo, pero alcancé a ver cómo se arrancó de su camioneta. Quise brincar de la felicidad, pero cómo una periodista seria iba a hacer eso; además mi elasticidad no daba ni para un cabriolé, por lo que decidí seguir caminando y permitir que el aire acomodara mis ideas.   Contacto: e-mail: [email protected]

 

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