Por: Martha Rivera Pesquera y Paulina López Pérez*

“Al momento de realizar un cambio de carrera, comencé a sentir frustración, ya que yo estaba acostumbrada a trabajar en una forma más estructurada: deadlines claros y roles y actividades definidas. Sin embargo, el llegar a una nueva empresa con una cultura diferente y una forma de trabajo poco similar a la que estaba acostumbrada, me empezó a desmotivar un poco.”

Este comentario de una ejecutiva exitosa que nos muestra cómo las mujeres sufren de estrés por muchos frentes. Las empresas y las personas tenemos que darle importancia a este este tema por las consecuencias que puede tener en el ámbito personal y en el ambiente laboral.

En 2019 la Organización Mundial de la Salud publicó que 75% de los mexicanos padece fatiga por estrés laboral. Por otro lado, la Organización Internacional de Trabajo publicó en 2015 un dato muy interesante sobre cómo el estrés laboral disminuye la productividad empresarial y tiene un impacto en pérdidas de entre 0.5% y 3.5% del PIB de los países.

El estrés es una respuesta adaptativa del organismo ante un cambio imprevisto de las condiciones en las que habitualmente se desempeña. Estos cambios se perciben como amenazantes. Podemos diferenciar dos tipos de estrés:

  1. Eustrés: es un tipo de estés positivo, que contribuye al crecimiento y desarrollo físico, emocional y conductual. Por ejemplo, un deportista de alto desempeño que busca romper sus marcas genera este tipo de estrés que le lleva a un mejor desempeño.
  2. Distrés (angustia o aflicción): corresponde a la respuesta inadecuada, exagerada ante los retos o amenazas de la vida y que predisponen al individuo a alteraciones de la salud en los ámbitos físico, psicológico y conductual.           

La productividad es medida, el bienestar no, por ello, el dar resultados es una fuente constante de estrés en las personas, así como el cumplimiento de los deadlines, el recorte de ingresos, el perfeccionismo, el miedo al jefe, las inequidades y los estereotipos de género y la falta de inclusión, el ambiente laboral tóxico, al igual que tratar de conjugar la vida personal y familiar, entre otros factores.

Investigaciones demuestran que la mujer sufre más estrés que el hombre en el ámbito laboral y familiar. Típicamente, es más perfeccionista, trata de asumir muchos roles a la vez, buscando cumplir con todo a la perfección y se genera expectativas que no necesariamente corresponden a lo que busca el jefe o la pareja. Por ejemplo, durante la pandemia, muchas mujeres se han visto en la necesidad de cambiar su rutina de trabajo y moverla a la casa. Una ejecutiva nos comentaba:

 “El cambio en nuestras rutinas fue difícil. Me estresaba mucho que mi hija me viera tantas horas en la computadora (…), me estresaba el que a media sesión de trabajo virtual me pidiera que la llevara al baño. En un principio, el confinamiento nos costó. Tanto en mi relación de pareja como lo que yo me exigía para las sesiones de trabajo, con mi equipo y la atención a mi hija. Sentí ganas de “tirar la toalla”. Y la necesidad de repensar mis prioridades, experimenté la necesidad de volver a platicar con mi pareja las condiciones sobre las cuales habíamos decidido como familia, que yo siguiera mi proyecto profesional. Me sentía mala mamá”.

Ante la preocupación de no ser consideradas, no recibir el reconocimiento por el esfuerzo y trabajo realizado, no ser incluidas o no cumplir con los resultados y expectativas esperadas, las mujeres expresan sus situaciones de estrés de diferentes formas.

El mal manejo del estrés lleva al distrés, con consecuencias emocionales, conductuales, cognitivas y físicas. Una de las consecuencias más graves es el burnout, en donde inclusive se puede llegar al auto sabotaje. Por eso, proponemos 10 recomendaciones para un manejo efectivo del estrés:

  1. El primer paso es hacer conciencia de tu situación de estrés.
  2. Determina si sufres burnout o no, y si sí, a qué nivel.
  3. Busca apoyo o soporte. Pide consejo para enfrentar la situación de estrés y tener un espacio de desahogo.
  4. En caso necesario, busca ayuda profesional.
  5. Examina tu ambiente laboral: identifica si hay desajuste entre la demanda y los recursos con los que cuentas.
  6. Mejora tus habilidades de comunicación: sé amable, expón la situación y procura no enfadarte.
  7. Aumenta tu asertividad: la actitud es muy importante.
  8. Anticípate a las fechas compromiso. De esta manera puedes programar y organizar las entregas.
  9. Ten un estilo de vida saludable: practica algún deporte, lleva a cabo técnicas de relajación, cuida tu alimentación, duerme las horas necesarias, evita el tabaco y el alcohol, tómate un descanso, reserva tiempo para ti misma.
  10. Usa el humor, es el amortiguador de la vida y nos ayuda a soportar los golpes.

Contacto:

Martha Rivera Pesquera es profesora de Comercialización y consejera del Centro de Investigación de la Mujer en la Alta Dirección (CIMAD) de IPADE Business School.*

Paulina López Pérez es profesora de la misma institución.*

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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