Desde el cultivo hasta la compra, a mediados de agosto pasado, la Suprema Corte de nuestro país le dio a los legisladores y órganos pertinentes 180 días para poner las reglas claras sobre la legalización del Cannabis para uso medicinal. Hoy quedan menos de 130.

Esta legislación podría parecer un tema secundario que solo debería importarle a un sector de la población interesado en el negocio farmacéutico o en el tema de la producción agrónoma de materias primas. Lo cierto es que, si esta legislación se hace con la minuciosidad y toca los puntos pertinentes, podría cambiar social y económicamente a nuestro país.

Si queremos que esto suceda, la legislación debe tener una parte central que impulse y reglamente un tema fundamental: la investigación científica y la creación de patentes alrededor de fórmulas, instrumentos para la extracción, creación de variaciones de semillas de Cannabis e inclusive nuevos productos extraídos del Hemp o Cáñamo.

Vamos poniendo las cartas en la mesa. Pensemos en casos puntuales de medicamentos como el Epidolex, un medicamento basado en el CBD, sustancia extraída del Cannabis, que es el único medicamento de su tipo aprobado por la FDA (Food And Drug Administration) de los Estados Unidos para tratar el síndrome Lennox-Gastaut o el de Dravet, que se caracterizan por tener fuertes ataques convulsivos.

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Este medicamento se produce en el Reino Unido, sus resultados son muy buenos en la mayoría de los casos. Cuando su productor, GW Pharmaceuticals, lo puso a la venta esperaba cuando mucho vender 20 millones de dólares de producto en un año en los Estados Unidos: la realidad es que tan solo en este año han vendido 75 millones de dólares en ese país.

Esto no se dió de la noche a la mañana, sino que tuvo todo el apoyo en legislación y facilidades del Home Office (Ministerio del Interior) del Reino Unido desde hace 20 años. Por ejemplo, el gobierno le dio permiso GW Pharmceuticals de usar los viejos invernaderos de British Sugar (la azucarera nacional) para crecer sus cultivos y así acaparar el mercado de este tipo de productos. ¿Qué ganaba el gobierno? Impuestos, previstos por la ley para cualquiera que siembre, cree y exporte productos hechos de Cáñamo o Hemp en Inglaterra.

Otro beneficio es que se reavivó el comercio en pueblos dormidos del campo inglés, como Downham Market, que está Norfolk al sur del Inglaterra, que hoy es el centro del cultivo de esta planta. Eso mismo podría pasar en México donde hoy por hoy una hectárea de maíz genera $13,500 pesos anuales a su dueño. Mientras que una hectárea de cáñamo podría generar $58,000 pesos al año. Eso daría como resultado un crecimiento económico en la base de la pirámide social.

Por lo que una buena legislación para el cáñamo en nuestro país no sólo es sobre usos y gramajes, permisos o control. Sino también tendría que incentivar y reglamentar cómo la iniciativa privada, el gobierno y la academia, canalizan los ingresos del cultivo y venta de esta planta. Cómo crean en una relación ganar – ganar donde las máximas casas de estudio del país ganen laboratorios de punta que continúen en la experimentación y generación de productos de patente que engrandezcan a México.

Todo esto mientras que los grandes farmacéuticas y nuevos emprendedores nacionales de esta llamada Economía Verde usan sus herramientas mercadológicas, métodos de distribución consolidados y lazos a la economía del planeta para llevar al cáñamo hecho en México a todos los rincones del planeta de diferentes formas.

Para completar el ecosistema, lo ideal sería que los impuestos recaudados de esta actividad fueran a parar no solo a los laboratorios, sino a mejorar escuelas y servicios sociales de las comunidades rurales dónde se cultiva, como sucede por ley en Colorado, Estados Unidos.

Esto tendría que incluir también a los otros productos extraídos del cáñamo: textiles, plásticos, etanol, biocombustibles o super alimentos. Porque, aunque muchos no lo saben, hay piezas de BMW hechas con plástico extraído de esta planta que circulan por el mundo.

Todo lo anterior podría darle la vuelta a la economía nacional. Nuestro clima, cultura agrícola, geolocalización y territorio, nos pone en el lugar ideal para ser una potencia mundial, el Silicon Valley del Hemp.

El tiempo corre, son solo 140 días o menos que podrían cambiar la economía del país. No es una teoría, otros países lo hicieron realidad.

Contacto: Twitter ANICANN: @anicannmx

* Guillermo Nieto Macotela es el fundador y  Presidente de ANICANN, la Asociación Nacional de la Industria del Cannabis.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

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