Será el año de la verdad, toda vez que las políticas económicas y sociales que han construido los actuales gobernantes determinarán los niveles de confianza de la población.     Por Julio A. Millán*   En México, comenzando el próximo año, más allá de la cuesta de enero, viviremos en la expectativa por ver que 2014 se convierta en un parteaguas para la estabilidad del país. Será el año de la verdad, toda vez que las políticas económicas y sociales que han construido los actuales gobernantes determinarán los niveles de confianza de la población. El escenario económico señala que el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) estará en el rango de 2.9 % y 3.4 %, y que la inflación podría llegar a un mínimo de 3.37% y un máximo de 3.9%; estas expectativas conllevan el supuesto de que existirán inversiones anticíclicas. En 2014, los sectores más favorecidos serán la industria automotriz, manufactura eléctrica, electrónica y aeroespacial. En comercio exterior, podemos esperar que las exportaciones se ubiquen entre los 417,000 y 444,000 millones de dólares (mdd); mientras que el valor de las importaciones estará en el rango de los 424,000 y 452,000 mdd. En cuanto a las finanzas nacionales, las proyecciones para las reservas internacionales se ubican en el intervalo de los 198,889 y los 228,733 mdd. Se espera que el tipo de cambio mantenga un promedio anual máximo de 13.10 pesos por dólar; en empleo, el número de nuevos trabajadores registrados en el IMSS se situará en el orden de los 552,220 y los 661,992, con lo que superarían los cerca de 460,000 y 510,00 nuevos empleados con los que cerrará 2013. Sin embargo, existen cuestionamientos alrededor del optimismo económico. Se debe señalar que, incluso alcanzando los máximos de crecimiento, existen serias dudas en cuanto a la capacidad del país para abatir los altos niveles de inseguridad, los grandes problemas de corrupción y la impunidad que campea en todos los niveles de la responsabilidad pública. Las dudas surgen debido a la falta de un Estado de derecho sólido; esta carencia es uno de los grandes lastres para el desarrollo nacional. En cuanto a lo que falta por hacer, es imperativo entender que nadie puede ser dueño de una verdad absoluta y que se requiere una gran voluntad política para sacar adelante los grandes proyectos pendientes, mismos que deben ser generadores de desarrollo; hablamos de una política flexible industrial de largo plazo, proyectos de infraestructura para detonar la competitividad del país, entre otros. Hoy, desafortunadamente vivimos en una sociedad altamente polarizada, consecuencia de la inadecuada distribución del ingreso y la falta de oportunidades, principalmente para jóvenes que actualmente pertenecen a la generación de ninis y suman, por lo menos, 6.2 millones con edades entre los 15 y 29 años. Se requiere reencauzar a este segmento de la población hacia actividades creativas y productivas mediante políticas públicas pero, por encima de todo, se necesita que el país genere más oportunidades de empleo formal. Dicha meta sólo será posible si se alcanzan acuerdos y consenso político, a través de la armonización de los diferentes intereses existentes que prevalecen en el ambiente. En paralelo, 2014 se presenta incierto, toda vez que la economía internacional seguirá con un lento avance. El próximo año, Estados Unidos crecerá entre 2.2 % y 2.4 %. Por su parte, la Eurozona decrecerá este año 0.96%, mientras que en 2014 su crecimiento será marginal, de apenas 0.76%. Para las naciones emergentes (Brasil, India, China y Rusia), la tasa promedio en 2013 será 3.85% y para 2014 se estima en 4.47 %, donde la estimación más alta corresponde a China con 7.25% y la más baja a Brasil con 2.5%, al tiempo que India y Rusia crecerán a 5.14 y 3%, respectivamente. Se esperaba la lenta recuperación de los países desarrollados, pero la ralentización en los emergentes es un indicio de que la incertidumbre global prevalece; la tasa promedio de esas naciones en el periodo 2010-2012 fue de 5.9%. Asimismo, y de manera crítica, existen importantes áreas con conflictos no resueltos a nivel mundial, que obligan al mundo a una reingeniería de las grandes instituciones internacionales que ya han visto agotado su modelo actual, lo que las limita para responder a las necesidades del mundo moderno. Tal es el caso de la Organización las Naciones Unidas y la Organización Mundial de Comercio. 2014 debe ser un año de acciones concretas y de consensos que permitan construir una plataforma mínima, que le dé al país un proyecto de largo plazo para aspirar a un futuro promisorio.     *Julio A. Millán es presidente de Consultores Internacionales.     *Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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