La tecnología ha permitido explotar vulnerabilidades que han generado miles de millones de dólares de rédito sin la necesidad de declarar una guerra o disparar un solo tiro. Por Matías Carrocera, analista de Comunicación y Negocios. La economía del conocimiento como concepto ha revolucionado la forma en la que los seres humanos hacen negocios. En este escenario, las fronteras nacionales comienzan a desdibujarse y la humanidad se encamina hacia el inicio de una cultura global homogénea, inclusiva y expansiva. El conocimiento es la nueva moneda de cambio que ha reemplazado al tradicional patrón oro, y el valor de las naciones, las ciudades y los individuos de a poco comienza a medirse en conocimiento y no en activos físicos acumulados. La humanidad recorre un sendero antropológico distintivo, en donde las relaciones interpersonales establecen nuevos parámetros filosóficos que generan una línea cada vez más difusa para separar al bien del mal, transformando la regla antigua paternalista de los sacerdotes que interpretaban el comportamiento humano, según la visión y creencia de un Dios invisible, en normas simples unos y ceros que conforman un byte. Sin dudas la tecnología ha sido el acelerador evolutivo más grande que el ser humano ha desarrollado en toda su existencia, comparable únicamente con el dominio del fuego. En los pasados 30 años, la tecnología ha experimentado un proceso de retroalimentación fenomenal que nos ha llevado de aparatos que cubrían decenas de metros para brindar un bajo poder computacional, hasta dispositivos que caben en la palma de una mano, con un poder computacional enorme, solo basta con comparar la capacidad de nuestro teléfono inteligente con el de toda la misión Apolo que llevó el hombre a la Luna, y podremos tener una idea gráfica realista de nuestra realidad actual. Bajo este proceso, también evolucionó el crimen. La tecnología le ha permitido explotar vulnerabilidades que le han generado miles de millones de dólares de rédito sin la necesidad de declarar una guerra o disparar un solo tiro. Hoy genera más dinero el cibercrimen que el narcotráfico. Ciertamente los esfuerzos de los gobiernos para combatir este flagelo no logran adquirir la agilidad necesaria para responder en tiempo real a esta amenaza latente, la cual puede cambiar desde el flujo de agua que usa una represa hidroeléctrica, hasta vaciar un banco nacional o romper la cadena de frío de medicamentos críticos. La flexiconvergencia, es sin duda la respuesta más superadora que la evolución de la tecnología puede proveer para analizar patrones de comportamiento en tiempo real, que permitan realizar una seguridad preventiva en lugar de reactiva. Este nuevo concepto reduce los viejos Data centers de volúmenes físicos y consumo de energía descomunales en dispositivos que ocupan menos de un cuarto de un rack, con un consumo equivalente al de una lámpara de pie, otorgando el mismo poder computacional y con la capacidad de decuplicar la velocidad de procesar datos, brindando una ventaja comparativa con el cibercrimen desde el hardware, para responder en tiempo real al cambio no previsto. La capacidad de fusionar la infraestructura con el desarrollo y las operaciones transforma la capacidad de hacer negocios, protegerlos y termina de cerrar el círculo para sustentar un modelo ágil y sustentable, capaz de responder a los desafíos de la economía del conocimiento. Por ejemplo, Intigry, la empresa responsable de este nuevo lanzamiento, ha evolucionado el mercado con este modelo flexible, capaz de adaptarse a cualquier necesidad de negocio, inclusive dando una poderosa oportunidad a los responsables de los datos para trabajar en seguridad cuando el requerimiento es validar un acceso o identificar un patrón de comportamiento. La infraestructura flexible convergente aplicada a la seguridad de los datos críticos de una compañía se caracteriza por un diseño basado en software; componentes de hardware básicos que combinan computación, almacenamiento y redes en un solo dispositivo “building block” independiente que se puede escalar mediante la adición de unidades o motores adicionales; logrando un alto grado de automatización; total flexibilidad para gestionar recursos agregados a través de los motores como un único sistema sindicado; y está diseñado, suministrado y soportado por un único fabricante, lo cual acelera el ROI (retorno de inversión) y reduce la carga de trabajo del director de operaciones (COO por sus siglas en inglés) de un departamento de sistemas, para que haga foco en lo verdaderamente importante. Esta tecnología se complementa de forma transparente con dispositivos que brindan seguridad en dispositivos móviles que pasa a ser parte de la infraestructura crítica de la compañía. Por eso, en un mundo cada vez más dinámico, la agilidad y la adaptación debe estar desde la infraestructura robusta hasta el endpoint. Aunque se debe tener presente que en un escenario donde el cibercrimen no discrimina entre grandes, pequeñas o medianas empresas, gobiernos u organizaciones sin fines de lucro, es urgente blindar a los usuarios con dispositivos móviles seguros y privados, como el Blackphone 2. Acércate a un experto para saber más. 

 

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