De aquí a la toma de posesión, la generación política que pronto entrará en funciones debe nutrirse internamente y acercarse al ideal del político íntegro, estadista, visionario y patriota que demanda la sociedad.   Independientemente de cual sea el resultado de la próxima jornada electoral, los compromisos contraídos y del reparto de posiciones entre los partidos políticos y candidat@s ganador@s, la generación política que entrará próximamente en funciones tiene al menos tres grandes responsabilidades y enormes tareas:
  1. Recuperar –aunque sea un poco– la confianza en las instituciones, la política, los partidos y los políticos.
  2. Combatir sin reservas, sin pretextos y sin hipocresías la corrupción imperante.
  3. Abonar en la atención de los grandes problemas sociales, particularmente en materia económica y de seguridad pública.
Es consecuencia, para enfrentar los retos actuales de la política mexicana harán falta algunas virtudes, capacidades y cualidades fundamentales adicionales a lo mostrado en campaña, aprovechar el tiempo de aquí a la toma de posesión para nutrirse internamente y acercarse al ideal del político íntegro, estadista, visionario y patriota que demanda la sociedad. La primera línea para recuperar la confianza ciudadana la constituye la cualidad más escasa en el mercado político: la honestidad. Habrá que mantener un esquema permanente de fiscalización, transparencia y rendición de cuentas eficaz, imparcial y contundente, que siente las bases de una nueva moral republicana. Desterrar la corrupción también parte de someter a fiscalización la actuación de empresas y grupos que negocian favores, son parte de los conflictos de intereses y han mantenido un círculo de privilegio carroñero sobre las finanzas públicas. A lo anterior hay que agregar compromiso social, demostrar que la palabra se cumple a cabalidad y que se trabaja sin descanso anteponiendo el interés social a las ambiciones personales. El oficio político requiere también de cercanía, empatía, proximidad y capacidad de respuesta ante un cúmulo de demandas sociales que ya no admiten pretextos ni demoras. La sociedad ya se cansó de fugaces romances electoreros en que todo son promesas; exige atención permanente, directa, congruente y realista. Hacen falta mucha determinación, disciplina y coraje para sacar adelante la agenda social. Se requiere de fortaleza mental y espiritual, de valores sólidos para no apartarse de los ideales y promesas, una tarea muy compleja y difícil pero imprescindible. Prudencia, mesura, tacto y sensibilidad. Ya es hora de poner controles a permisos, licencias, viajes, asesores y gastos injustificados. Además hay que contagiar a los amigos y familiares de una prudencia doble VIP, es decir, Virtudes Públicas, Vicios Privados. Con las redes sociales y los medios de comunicación actuales no existe alguna forma efectiva de reparar la reputación. Nada de excesos, ni de broma ni de foto; no hay razón para exhibirse innecesariamente. Si cometiste una falta, confiésala de cara a la sociedad, corrige, paga tu deuda, acepta el castigo y no dejes que tus rivales sean quienes te exhiban y se abroguen como tus jueces y verdugos. Se requieren políticos con capacidad para argumentar, debatir y conciliar; hábiles para incluir, sumar y armar consensos; con una agenda social clara; es imprescindible desterrar las alianzas perversas, el chantaje, el oportunismo y el nepotismo tanto de los partidos como de los grupos de interés. Urge armar grupos que se nutran de tolerancia, adaptabilidad, ecuanimidad y flexibilidad para darle pluralidad al desarrollo integral de México. Más que nunca, la política requiere de ejemplaridad. Si bien es cierto que lo que pasa en el Congreso y en el gobierno es un reflejo y efecto de profundas crisis sociales, también lo es el hecho de que los liderazgos políticos deben pesar en la formación de conductas que reflejen la validez de las leyes y los principios que los sustentan. El avance de la corrupción merma las instituciones, pero también hace que la gente deje de creer, se sienta vulnerable y que no tenga referentes para evitarla. En el camino de la reconciliación necesaria entre ciudadanos y políticos deben estar la motivación recíproca, la corresponsabilidad y la unidad de principios. Estabilidad, desarrollo y armonía se forjan cuando la sociedad y sus representantes se perciben cercanos; cuando el discurso coincide con la realidad cotidiana; se respetan los compromisos y se actúa con sentido nacionalista. En resumen, hacen falta mexicanos y mexicanas políticamente responsables, con honestidad sustentable, recubrimientos anticorrupción, energía moral limpia, visión y sensibilidad de barrido, presentes en redes sociales para dar resultados, rendir cuentas, reportar aciertos y que nos cuenten qué están haciendo en favor de la sociedad y cómo hacen para recuperar credibilidad.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @CapitolCComm Facebook: Capitol Consulting & Communication S.C. Página web: Capitol Consulting & Communication   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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